Cuando una Sociedad se aparta de Dios, corre el peligro de dejar vía libre a Satanás, el gran enemigo del hombre, y, en consecuencia, dejar paso libre a las mayores aberraciones. En nombre del progreso, se intenta modificar sustancialmente los valores éticos y morales del modo llamado políticamente correcto, intentando dar valor a una sexualidad y a una moral sexual que va a ser lo mismo de lo que había antes, pero al revés, y por ello porque la Religión y en especial la Iglesia Católica son el gran obstáculo para el triunfo de esta manera de pensar, estamos ante una actitud esencialmente antirreligiosa y sobre todo anticatólica. Se da así paso a una ideología que se denomina ideología de género, basada en el relativismo, en el marxismo, en el nazismo (esto no te lo reconocerán, pero basta con leer la Encíclica de Pío XI «Mit brennender Sorge», para ver unos cuantos puntos comunes), el feminismo radical y el hedonismo.
La «ideología del género»considera la sexualidad como un elemento cuyo significado fundamental es de convención social. Es decir, no existe ni masculino ni femenino, sino que nos encontramos ante un producto cultural que va cambiando continuamente. El ser humano nace sexualmente neutro. En esta mentalidad, el hombre y la mujer, el niño y la niña eligen su sexo y lo podrían cambiar, cuantas veces lo estimen oportuno,
El primer enemigo a combatir en esta concepción es el matrimonio y la familia. Ya Engels decía: «El hombre en la familia es el burgués; la mujer representa en ella el proletariado». Incluso dice que es en el matrimonio monogámico donde se produce la primera forma de explotación social, siendo por tanto el lugar por excelencia de la opresión de la mujer. En cuanto a la maternidad la mujer se puede desvincular de ella mediante la anticoncepción y el aborto, pero si decide ser madre, hay que evitar lazos permanentes y mucho menos que deba permitirse a ninguna mujer que pueda quedarse en casa para atender a sus hijos.
En cuanto a los niños, hay que enseñarles, ya desde Primaria, que pueden escoger libremente su sexo, y ser chicos o chicas, según les parezca. Como la sexualidad está al servicio del placer, el disfrutar de sus órganos sexuales y las relaciones sexuales de toda clase, son ya desde la primera infancia, prácticas recomendables.
Por lo dicho, no debe extrañarnos que allí donde gobiernan los partidarios de este modo de pensar, la inocencia infantil esté seriamente amenazada, como acaba de ocurrir en Navarra, donde el Gobierno regional quiere introducir un plan de educación afectivo sexual llamado Skolae que ha despertado una gran alarma entre los padres con sentido común. Copio tres párrafos de ese programa:
«Sin embargo, a pesar de los avances, la preocupación por la educación afectivo-sexual persiste en el ámbito educativo ya que se constata que las relaciones afectivas y sexuales entre jóvenes siguen atravesadas en gran medida por el sexismo. El trabajo realizado hasta el momento en el entorno educativo revela que las relaciones afectivo sexuales entre jóvenes están marcadas por los modelos femeninos y masculinos socialmente aceptados» (pág. 60).
«El sentimiento que llamamos amor se ha de atender y analizar de manera contextualizada, atendiendo al tiempo y a la cultura. En su reconstrucción burguesa, el amor romántico ha sido definido desde la heterosexualidad y sobre la base de una división de roles dentro de la pareja. Alrededor de este amor romántico se configura un conjunto de creencias conocidas como los mitos del amor romántico (mito de la media naranja, de los celos, de la pasión eterna, del cambio por amor, de la entrega total, de compatibilizar amor con sufrimiento…). Son imágenes idealizadas que sirven para perpetuar los desequilibrios de poder existentes, que favorecen la tolerancia de comportamientos abusivos y que se consideran como algo natural o normal en las relaciones, por lo que son resistentes al cambio. Resulta fundamental analizar con el alumnado sus posibles consecuencias y la relación de estos mitos con la violencia contra las mujeres» (pág.63-64).
(Para niños de 0-6 años). «Reconocimiento de la sexualidad infantil desde el nacimiento despenalizando el reconocimiento y la vivencia de dicha sexualidad en el ámbito de la escuela y la familia (curiosidad sexual, juegos eróticos infantiles…). Fomentar el diálogo y la confianza en la comunicación sobre temas sexuales tanto en la escuela como en la familia como factor de prevención de abusos a menores…» (pág. 68).
En pocas palabras: hay que combatir el sexismo de los jóvenes, es decir que a los chicos les gusten las chicas y viceversa. El amor heterosexual perpetúa los desequilibrios de poder existentes y favorece la tolerancia de comportamientos abusivos. En cuanto a los niños despertemos su sexualidad desde la más tierna edad con juegos eróticos. Que intenten destruir el matrimonio, la familia, la maternidad y la religión son cosas conocidas, pero que se intente destruir el amor es una novedad que indica que el Gobierno navarro ha perdido el Norte, el Sur, el Este y el Oeste. Creo que es uno de los mayores disparates que he oído en mi vida.
¿Qué posibilidades hay que esto salga adelante? Sigo confiando que España es un Estado de Derecho en el que la Constitución dice: «art. 27-3. Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones», y la Declaración Universal de Derechos Humanos: «art. 26-3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos».
Confiemos que, como ha sucedido en Madrid con el Colegio Juan Pablo II de Alcorcón, la Justicia dé la razón a los padres y colegios que se niegan a que sus hijos o alumnos sean corrompidos.
Pedro Trevijano, sacerdote