Cuando Cristo mandó a sus Apóstoles que fueran “al mundo entero a proclamar al Evangelio”, lo dejó muy claro. Al mundo entero. La Iglesia Católica está llamada a ser presencia de Cristo en todos los rincones de la Tierra, de manera que no quede ninguno en el que no se haya predicado la Buena Noticia.
Ha habido momentos históricos en los que los católicos no hemos cumplido bien ese mandato. Por ejemplo, con la Revolución Industrial, se crearon grandes aglomeraciones urbanas de obreros que carecían de parroquias y sacerdotes que las atendieran. El resultado fue, desgraciadamente, la descristianización de una gran parte de las masas trabajadoras y la aparición de movimientos obreros ajenos a la Iglesia o enfrentados con ella. Las consecuencias de ese alejamiento seguimos sufriéndolas hoy.
No puede volver a suceder lo mismo. El encargo de Cristo de ir al mundo entero incluye, en nuestro tiempo, el mundo digital. Este Nuevo Mundo virtual está aún por evangelizar y necesita apóstoles y testigos de la fe, como cualquier país de misión. La Iglesia Católica está llamada a hacerse presente, a través de sus miembros, en Internet y en todo lo que la Red conlleva: las nuevas redes sociales, Twitter, Facebook, diarios digitales, blogs, radios online y lo que aún esté por inventar.
Como es lógico, la misión de hacer presente a la Iglesia en el mundo digital corresponde en buena parte a aquellos que más lo utilizan, los jóvenes. Por eso el Papa se ha referido de forma especial a ellos en su mensaje con ocasión de la Jornada Mundial de las Comunicaciones: "En particular a los jóvenes, os dirijo un llamamiento: ¡brindad el testimonio de vuestra fe a través del mundo digital!”
Resultan significativas las palabras “testimonio de vuestra fe” que ha elegido Benedicto XVI. Demuestran una comprensión muy aguda de las características de las Nuevas Tecnologías. Por un lado, la Red está abarrotada de información, de manera que los textos teóricos y abstractos no llaman la atención y son ignorados. En cambio, los testimonios personales se atesoran como asideros seguros a los que agarrarse en la vorágine de la información de un “mundo cada vez más tecnológico”. Por otro lado, quizá la mayor ventaja de Internet es que consigue acercar a quienes antes estaban lejos. La comunicación digital hace posible que, hoy en día, se pueda dar un verdadero testimonio personal de fe que llegue a miles de kilómetros de distancia. Al mundo entero.