Una gran mayoría de la Conferencia Episcopal Alemana votó a favor de directrices que implican que un protestante casado con un católico puede recibir la Eucaristía después de cumplir una serie de condiciones: debe haber realizado un examen de conciencia con un sacerdote o con otra persona con responsabilidades pastorales; debe haber profesado la fe de la Iglesia Católica, así como querer poner fin a una «angustia espiritual seria» y tener un «deseo de satisfacer el anhelo de la Eucaristía».
Siete miembros de la Conferencia Episcopal Alemana votaron en contra de estas directrices y pidieron la opinión de algunos dicasterios de la Curia romana. La consecuencia fue que una delegación de la Conferencia Episcopal Alemana habló en Roma con una delegación de la Curia Romana, incluido el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
La respuesta del Santo Padre, dada por el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe a la delegación de la Conferencia Alemana, de que dicha Conferencia episcopal debería discutir nuevamente la propuesta y tratar de lograr, si fuera posible, un resultado unánime, es completamente incomprensible . La doctrina y la práctica de la Iglesia con respecto a la administración del sacramento de la Eucaristía a los protestantes está perfectamente clara. El Código de Derecho Canónico dice al respecto:
«Si hay peligro de muerte o, a juicio del Obispo diocesano o de la Conferencia Episcopal, urge otra necesidad grave, los ministros católicos pueden administrar lícitamente esos mismos sacramentos también a los demás cristianos que no están en comunión plena con la Iglesia católica, cuando éstos no puedan acudir a un ministro de su propia comunidad y lo pidan espontáneamente, con tal de que profesen la fe católica respecto a esos sacramentos y estén bien dispuestos». Código Derecho Canónio / 1983, can. 844 § 4 (véase Catecismo de la Iglesia Católica, n. ° 1401).
Por lo tanto, esto solo se aplica a emergencias, especialmente cuando existe riesgo de muerte.
La intercomunón, en principio, solo es posible con los ortodoxos, porque estos cristianos orientales, aunque no en plena comunión con la Iglesia Católica, tienen verdaderos sacramentos y, sobre todo, en virtud de su sucesión apostólica, un sacerdocio válido y una Eucaristía válida (Catecismo Iglesia Católica n. 1401, Código Derecho Canónico / 1983 can. 844, § 3). Su fe en el sacerdocio, en la Eucaristía y también en el sacramento de la Penitencia es la misma que la de la Iglesia Católica.
Sin embargo, los protestantes no comparten la fe sobre el sacerdocio y la Eucaristía. La mayoría de los protestantes alemanes son luteranos. Los luteranos creen en la consubstanciación, lo que implica la convicción de que, además del Cuerpo o la Sangre de Cristo, el pan y el vino también están presentes cuando alguien los recibe. Si alguien recibe el pan y el vino sin creer esto, el Cuerpo y la Sangre de Cristo no están realmente presentes. Más allá del momento de recibirlos, solo queda el pan y el vino y el cuerpo y la sangre de Cristo no están presentes.
Obviamente, la doctrina luterana de la consubstanciación difiere esencialmente de la doctrina católica de la transubstanciación, lo que implica la fe de que lo que se recibe bajo las figuras de pan y vino, incluso si se administra a alguien que no cree en la transubstanciación e incluso fuera del momento de la administración, sigue siendo el Cuerpo o la Sangre de Cristo y ya no es la sustancia del pan y el vino.
Debido a estas diferencias esenciales, la comunión no debe administrarse a un protestante, aunque esté casado con un católico, porque el protestante no vive en plena comunión con la Iglesia católica y, por lo tanto, no comparte explícitamente la fe en su Eucaristía. Las diferencias entre la fe en la consubstanciación y la de la transubstanciación son tan grandes que uno debe exigir realmente que alguien que desea recibir la Comunión entre explícita y formalmente en plena comunión con la Iglesia Católica (excepto en caso de peligro de muerte) y de esta manera explícitamente confirme su aceptación de la fe de la Iglesia Católica, incluida la Eucaristía. Un examen de conciencia privado con un sacerdote o con otra persona con responsabilidades pastorales no da suficientes garantías de que la persona involucrada realmente acepte la fe de la Iglesia. Pero si la acepta sólo puede hacer una sola cosa: entrar en plena comunión con la Iglesia Católica.
Los borradores de las directrices de la Conferencia Episcopal Alemana sugieren que solo hay unos pocos casos de protestantes casados con católicos que desean recibir la Comunión haciendo uso de estas directrices. Sin embargo, la experiencia muestra que en la práctica esas cifras probablemente aumentarán. Los protestantes que están casados con católicos y vean a otros protestantes casados con católicos que reciben la Comunión pensarán que pueden hacer lo mismo. Y, al final, incluso los protestantes que no estén casados con católicos querrán recibirla. La experiencia general con este tipo de cambios es que los criterios para poder participar se extienden rápidamente.
El Santo Padre ha informado a la delegación de la conferencia episcopal alemana de que debe discutir nuevamente la propuesta para elaborar un documento pastoral dedicado, entre otras cosas, a la recepción de la Comunión, y tratar de encontrar la unanimidad. ¿Unanimidad sobre qué? Suponiendo que todos los miembros de la Conferencia Episcopal Alemana, después de haberlo discutido nuevamente, decidiesen unánimemente que los protestantes casados con un católico pueden recibir la Comunión (algo que no sucederá), ¿se convertiría eso entonces —a pesar de ser contrario a lo que establecen el Derecho Canónico y el Catecismo de la Iglesia Católica al respecto—, en la nueva práctica en la Iglesia Católica en Alemania? La práctica de la Iglesia Católica se basa en su fe y no está determinada por los votos de la mayoría de una conferencia episcopal, aunque sean unánimes, ni cambia de manera estadística con esos votos.
Recordar lo que dicen el Código de Derecho Canónico y el Catecismo de la Iglesia Católica debería haber sido la reacción del Santo Padre, que, como Sucesor de San Pedro, «es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad así de los Obispos como de la multitud de los fieles» (Lumen Gentium 23). El Santo Padre debería haber dado a la delegación de la Conferencia Episcopal Alemana directrices claras, basadas en la clarirdad de la doctrina y la práctica de la Iglesia. También debería haberse apoyado en estos fundamentos para responder a la mujer luterana que, el 15 de noviembre de 2015, le preguntó si podía recibir la Comunión con su esposo católico y debería haberle dicho que eso no era aceptable, en lugar de sugerirle que podía recibir la Comunión porque estaba bautizada y según lo que le dijera su conciencia.
Al no responder con claridad, se crea una gran confusión entre los fieles y se pone en peligro la unidad de la Iglesia. Este es también el caso de los cardenales que públicamente proponen bendecir las relaciones homosexuales, algo que es diametralmente opuesto a la doctrina de la Iglesia, fundada en la Sagrada Escritura, de que el matrimonio, según el orden de la creación, existe solo entre un hombre y una mujer.
Al observar que los obispos y, sobre todo, el Sucesor de Pedro no logran mantener y transmitir fielmente y en la unidad el depósito de la fe contenido en la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura, no puedo evitar pensar en el Artículo 675 del Catecismo de la Iglesia Católica:
«El último juicio de la Iglesia
675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el "misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad.»
+ Willem Jacobus Cardinal Eijk
Arzobispo de Utrecht, Países Bajos
Utrecht, 5 de mayo de 2018
Traducido por InfoCatólica del National Catholic.Register