¡Cuánta sabiduría posee muchas veces la Iglesia Católica! Cuando en el año 2004 se creó la provincia eclesiástica de Barcelona, con la creación de las diócesis sufragáneas de Terrassa y Sant Feliu de Llobregat se estaba constituyendo el primer precedente de la futura Tabarnia. Esa nueva región que ha surgido de la división catalana a partir de las últimas elecciones autonómicas. Esa idea, que ya estrending topic mundial y abarca aquellas comarcas catalanas inmunes al delirio independentista. La archidiócesis barcelonesa justamente engloba las comarcas del Barcelonés, Maresme, Baix Llobregat, Alt Penedès, Garraf, Vallés Occidental y Vallés Oriental donde el soberanismo sufrió un duro correctivo. ¡Para qué luego digan que la Iglesia no se adapta al signo de los tiempos! ¡No sólo se adapta, sino que en numerosas ocasiones se anticipa!
Cierto es que a la archidiócesis le falta la pata importante de Tarragona, aunque el Baix Penedés (también unionista) formó parte de la diócesis de Barcelona hasta bien entrada la segunda mitad del siglo pasado. Faltarían las comarcas del Tarragonés, Baix Camp y Alt Camp, si bien es preciso afirmar que a la diócesis primada le sobrarían las comarcas independentistas de la Conca de Barberà y parte de las comarcas del Priorat y Garrigues. Las primeras siempre podrían unirse a la archidiócesistabarnense, sin que tuviesen miedo de una posible apropiación de sus obras de arte. En Tabarnia no iba a ocurrir un nuevo Sijena.
No es que esa configuración eclesiástica naciese con la bula Ad Totius Dominici de San Juan Pablo II; muchos siglos antes se habían creado las diócesis de Vic y Solsona que también se corresponden milimétricamente con esa parte de la provincia de Barcelona que se ha declarado secesionista: las comarcas de Anoia, Bages y Osona básicamente en la diócesis vicense y el Berguedà en la demarcación de Solsona. Una distribución diocesana que se corresponde al dedillo con esas dos Cataluñas que han emergido con claridad en las elecciones del 21-D.
Aunque ciertamente no se trata de un nuevo alumbramiento. Tanta historia tienen esas diócesis como la división entre una Cataluña rural y una urbana; como la división entre una Cataluña mestiza y una Cataluña pura; entre una Cataluña atrasada y otra cosmopolita. Representa la misma y exacta división que tuvo lugar con las guerras carlistas del siglo XIX. Pero que nadie piense que la Cataluña rural, hoy en día, posee los rasgos de catolicidad de aquella tierra carlista. La nueva Tabarnia estaría igual de descristianizada que las zonas del agro. Incluso menos; la ausencia de religiosidad en la Cataluña interior es un fenómeno que se ha producido con una velocidad inusitada en los últimos 40 años. Si alguien volviese ahora a alguno de nuestros pequeños pueblos, se sorprendería de la falta de asistencia a misa, de la insignificancia de los bautismos y primeras comuniones, de la implosión de los matrimonios civiles o el simple aparejamiento, incluso de los nombres que se imponen a los niños: Zeus, Ona, Juno, Minerva, Axel, Adonai; cuando no Llibertat, emulando a aquellos anarquistas que se llamaban Germinal, Fraternal o Floreal.
Tabarnia además no va a esconder sus raíces cristianas y ya cuenta con una bandera formada por la cruz de San Jorge de Barcelona y las cuatro barras en forma de olas del escudo de Tarragona. Y por si eso no fuera suficiente, el tabarnismo ha designado un portavoz en la persona de Jaume Vives,uno di noi.. Ciertamente la vida da muchas vueltas y parece que el movimiento tabarnista ha venido para quedarse. Quieren que el independentismo pruebe su propia medicina. Justo es señalar que la Iglesia Católica ya había dividido Cataluña de acuerdo con esos parámetros.
Oriol Trillas
Publicado originalmente en Germinans germinabit