«Ignorad las teorías conspiranoicas de Fátima. Rusia ha sido consagrada»

«Ignorad las teorías conspiranoicas de Fátima. Rusia ha sido consagrada»

La hermana Lucía «testificó en varias ocasiones que la consagración de Rusia había sido completada» y «no puede haber dudas de que la declaración de Sor Lucía, cuya vida y testimonio son irreprochables, es completamente impecable».

Todo el que está interesado en las apariciones de Nuestra Señora de Fátima sabe que este año es su centenario. Para su conmemoración, Barry R. Pearlman, apologista católico, ha escrito Fátima: los primeros 100 años. Descrita en su subtítulo como La historia completa desde los videntes hasta los santos, la obra, aunque trata una historia con la que estoy muy familiarizado, me dio mucho que reflexionar.

Pensé en el mundo en que los tres pastores crecieron como niños, «un mundo que no había aprendido a separar la religión de la vida diaria», un mundo donde «Jesús, María y los santos, las misas, las festividades y las devociones» eran para ellos una segunda naturaleza. Sin duda, así era el Portugal rural de hace 100 años a pesar de que nos parezca un universo diferente del que hoy habitamos. Los pequeños videntes fueron elegidos por Dios y por Nuestra Señora por su sencillez y humildad: su aceptación natural de lo sobrenatural. Los smartphones y los selfies nos distraen hoy de este tipo de apertura a Dios.

Pearlman también escribe sobre la «intensa» atmósfera sobrenatural que mantuvieron los niños tras la primera aparición del Ángel de Portugal en 1916. Esto me hizo darme cuenta de lo duro que debió ser para Lucía, que continuó su vida como monja de clausura hasta su muerte a los 97 años, la pérdida tan temprana de las dos únicas personas en el mundo, Francisco y Jacinta Marto, que podrían haber compartido con ella el extraordinario privilegio de las apariciones. Su larga vida debe haber sido, en algunos aspectos, un martirio de soledad, aislada de sus más cercanos compañeros.

Aunque ni remotamente pueda entender la naturaleza de la oración de intercesión tan profunda y directamente como los tres videntes la comprendieron, todavía siento un escalofrío de aprehensión y temor ante las palabras de Nuestra Señora: «Muchas almas van al infierno porque nadie hace sacrificios por ellas». Ni la sofistería ni la reinterpretación pueden cambiar esta cruda afirmación o la pregunta que lleva consigo: ¿qué voy a hacer al respecto?

El así llamado «milagro del sol» del 13 de octubre ha sido rechazado como un fenómeno de histeria colectiva (del mismo modo como se podría describir –educadamente– la reacción pública ante la muerte de Diana, Princesa de Gales). Sin embargo, como se señaló en el momento del milagro por testigos objetivos, «el fenómeno fue observable en un área de más de 1500 kilómetros cuadrados por personas completamente ajenas a los acontecimientos de Fátima».

Por último, me alivió saber que Pearlman no suscribe la visión de algunos católicos según la cual el tercer secreto de Fátima no ha sido completamente revelado. Deja claro que dicha revelación fue hecha por el Cardenal Sodano, el Secretario de Estado del Vaticano, durante la beatificación de Francisco y Jacinta realizada por el Papa S. Juan Pablo II el 13 de mayo del año 2000 de la forma que la hermana Lucía transmitió oficialmente a Monseñor Correia da Silva el 3 de enero de 1944. Aquellos que rechazan estos hechos están abiertos a salvajes teorías conspiranoicas –y por internet rondan bastantes de ellas.

También soy consciente de que muchos fieles católicos creen que la consagración de Rusia, solicitada por Nuestra Señora de Fátima, nunca se ha llevado a cabo correctamente. Pearlman también refuta esta postura haciendo referencia al momento en que el Papa S. Juan Pablo II renovó la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María en Roma el 25 de marzo de 1984. La hermana Lucía, comenta Pearlman, «testificó en varias ocasiones que la consagración de Rusia había sido completada» y «no puede haber dudas de que la declaración de Sor Lucía, cuya vida y testimonio son irreprochables, es completamente impecable».

Se puede constatar el misterioso y rápido colapso del imperio soviético y del comunismo tras la consagración. Debido a las características particularmente rusas de la ortodoxia del país, resulta extraordinaria la resurrección del cristianismo, que había sido deliberada y salvajemente perseguido durante 70 años en la antigua Unión Soviética.

De hecho, hoy cabría preguntar, ¿es Rusia la que, en palabras de Nuestra Señora, «está propagando sus errores en todo el mundo» o es el Occidente descristianizado?

Francis Phillips

Traducido por José Antonio Vega, del equipo de traductores de InfoCatólica

Publicado originalmente en Catholic Herald

 

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