El pasado domingo celebramos la Solemnidad de la Santísima Trinidad, la verdad de fe más importante de nuestra Religión. Creemos en un solo Dios en tres Personas, Padre, H8ijom y Espíritu Santo, algo que nos ha sido revelado por Jesucristo.
Por supuesto la Trinidad es un Misterio y muchos recordamos la famosa anécdota, que se atribuye a San Agustín, de cuando en la playa vio a un niño que intentaba meter el mar en un agujero que había hecho y le dijo que eso era imposible, y el niño le respondió: “Más fácil que lo logre yo, que tú logres entender la Santísima Trinidad”. Pero como Dios no nos revela las cosas al buen tuntún, sino porque nos conviene saberlo, siempre he pensado que lo que Dios ha querido decirnos es que no es un Ser cerrado en sí mismo, sino que como lo propio de las Personas divinas es su entrega total a las otras, Dios es Generosidad Absoluta, porque como dijo Benedicto XVI: “Dios no es soledad, sino comunión perfecta”. Por nuestra parte, estamos llamados a ser habitados por la Santísima Trinidad (cf, Jn 14,23) y a entrar en su Unidad perfecta, participando de la vida divina.
Ahora bien, en el Génesis leemos: “Díjose entonces Dios: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza’” (1,26), y “creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los creó varón y mujer” (1,27), con lo cual está claro que si queremos realizarnos como personas, hemos de procurar que una de nuestras características principales sea la Generosidad.
Pero también queda claro otra cosa: Dios nos ha creado como varones y mujeres, como enseña nuestra fe y, hasta ahora, los libros de Ciencias y de Medicina. En los últimos tiempos la Iglesia ha tenido que enfrentarse con una serie de ideologías, como la relativista, según la cual no existen ni la Verdad ni el Bien objetivos, la marxista, con su odio y lucha de clases, o la llamada ideología de género, fundamentada en las dos anteriores y que intenta destruir el matrimonio, la familia, la maternidad y la Religión. Se trata por todas ellas, pero muy especialmente por la ideología de género de subvertir los valores cristianos.
Esta misma semana hemos tenido algunos ejemplos de las locuras, a las que intentan conducirnos en nombre de lo políticamente correcto. La Junta de Andalucía, en vez de padre y madre, palabras a las que la ideología de género tiene auténtica fobia, las ha sustituido por las más correctas políticamente guardador uno y guardador dos. Y a un político cristiano inglés al que se le ha preguntado si los actos homosexuales son pecado, contestó con una evasiva, (por cierto acabo de leer la noticia de su dimisión, por no poder compaginar su fe y su cargo político. Eso es ser honrado), cuando por supuesto objetivamente lo son, pues la Sagrada Escritura nos los presentan como depravaciones graves (Gén 19,1-29; Rom 1,24-27; 1 Cor 6,9-10; 1 Tim 1,10) ( cf. CEC nº 2357). Nosotros hemos de tener ideas claras y defender la Verdad. Según el Catecismo para jóvenes, la Iglesia no puede aprobar las prácticas homosexuales, por contrarios a la Ley Natural, aunque sí debemos respeto y amor a todos los hombres, con independencia de su orientación sexual.
Todo ello nos lleva a interrogarnos sobre lo que hemos de hacer para tener ideas claras y no emprender así caminos equivocados. Jesús nos dice claramente: “Sígueme” (Mt 9,9; Jn 21,22), lo que supone la fidelidad a Jesucristo y a su Iglesia. Para ello es bueno que conozcamos del mejor modo posible la Sagrada Escritura, especialmente el Nuevo Testamento, el Magisterio de la Iglesia, donde son tan importantes los documentos papales o los Catecismos como el de la Iglesia y el YouCat y llevemos una vida basada en la oración y en la recepción de los sacramentos, lo que nos facilitará la realización de las obras de misericordia (cf. Mt 25,31-45).
Pedro Trevijano