Si a una persona le preguntas tres veces lo mismo y te evade o te da respuestas imprecisas, es algo fastidioso. Si encima es alguien dedicado desde hace una década al asunto sobre el que le preguntas, ya es medianamente desagradable. Y si, por último, la pregunta es de carácter mediático y actual y a quien le entrevistas es a un Juez Supremo Titular de la Corte Suprema de Justicia de la República, la inexactitud mostrada se vuelve una Falta de Justicia Suprema y frustrante.
Así, fastidioso, desagradable y frustrante, es como tantas veces se podría definir el trabajo periodístico; y mucho más cuando no sigues las olas de moda y se te ocurre hacer preguntas incómodas.
El asunto es que ayer me enteré de un evento genial: El Doctor Jorge Luis Salas Arenas, Juez Supremo del Perú, iba a dar una Conferencia Magistral «Por Una Cultura de Paz». Esta conferencia se realizaba junto con un representante del Arzobispado de Arequipa, pues venía a servir como punto de inicio para retomar un trabajo que se comenzó a realizar en conjunto en el 2007. Y, para mi gran alegría, la conferencia mostraba un trabajo bastante integral, con una lógica de paz y de resolución de micro-conflictos muy interesante, pues trataba de eso y no de macro-conflictos nacionales como el terrorismo o el narcotráfico.
Sin embargo, me llamó la atención que no se tocara uno de los conflictos familiares más actuales y mediáticos de la actualidad peruana: las violaciones y el aborto por violación. De toda la conferencia se podía inferir que, si todo conflicto ha de buscar una solución pacífica, el del embarazo no deseado a raíz de una violación también. Se podía inferir que, si en ningún caso la violencia es el camino correcto, en este conflicto particular tampoco.
De todas maneras fui a buscar una respuesta explícita, que esperaba sinceramente que fuera positiva. Sin embargo, para mi sorpresa, en cuanto le mencioné «aborto por violación» su rostro se transformó y las respuestas pasaron de categóricas a evasivas o indefinidas. A la tercera vez que le pregunté directamente si se podía quitar una vida para solucionar un conflicto, sólo recibí un «No necesariamente». Para mí fue suficiente, sé cuándo un entrevistado no quiere dar una respuesta de verdad y, sinceramente, tampoco es agradable exprimir a nadie como si fuera una naranja. Al final esas respuestas son forzadas y no merecen la pena.
Pero lo que sin duda sí que da, de verdad, mucha pena, es encontrarse a alguien con la preparación, la trayectoria y el conocimiento necesarios para defender la vida a capa y espada, y al final toparse de nuevo con el mismo miedo a decir la verdad, con la misma incapacidad de ir contracorriente, con las mismas carencias de siempre. No debería ser difícil decirlo. De la regla general se deduce la regla particular: Si uno más uno es dos, una manzana más una manzana son dos manzanas. Si nunca, en ningún conflicto, la eliminación de una de las partes es una solución; en el aborto por violación tampoco.
Yo estoy convencido de que al Juez Salas Arenas le pillé de sorpresa y desprevenido. Entiendo que hablar del aborto por violación es difícil para una personalidad pública, y por eso mismo comprendo que en un contexto más frío y reflexionado, él, que es un especialista en resolución pacífica de conflictos, habría sabido reconocer que el aborto por violación no tiene nada de excepción y no soluciona nada. Así lo espero sinceramente, y es en esa lógica y no en virtud de una crítica destructiva que publico la entrevista y mis conclusiones.
Javier Gutiérrez