Seguramente todos hayamos oído alguna vez sobre la «Ventana de Overton», pues no es el primer artículo en este medio que toca el tema. En teoría, siguiendo los 5 pasos de este método, se puede legalizar cualquier comportamiento, por más absurdo que parezca en un principio. Pero, ¿si resultara que no es teoría? ¿Y si ya lo han hecho con nosotros o ya está en camino?
Normalmente, este método se explica ejemplificándolo con el canibalismo, sin embargo, como no es mi intención teorizar sino mostrar lo que ya se ha realizado en la realidad, sin perjuicio de la explicación común, me voy a limitar a mencionar sucintamente los 5 pasos aquí partiendo de otro ejemplo:
Lo primero es hacer que un tema tabú pase a ser algo propio de unos pocos radicales, que se da en ciertas sociedades o en algunos barrios marginales. El aborto, por ejemplo, hace unas décadas era un tema del que no se podía hablar. Pero se empieza a tocar el tema, mostrando los abortorios clandestinos a los que algunas mujeres van desesperadas por sus circunstancias particulares.
Después, se convierte en algo aceptable, porque claro, ¿por qué van a tener que soportar las mujeres un embarazo producto de una violación, con un niño anacefálico o, simplemente, indeseado?
Luego, se hace que sea algo sensato, propio del ser humano, porque los abortos han existido siempre, en toda la historia de la humanidad. Incluso en la civilizada Roma tenemos claros ejemplos. Fueron los judeocristianos los que impusieron su religión sobre una práctica normal, que realmente no es condenable.
Más tarde, se convierte en algo popular, porque ahora es un derecho de las mujeres, algo bueno que permite la igualdad. Ahora el aborto no es un escape, es un derecho, y eso significa que hay que estar de acuerdo con el aborto para ser parte de una sociedad civilizada, plural y abierta.
Por último, como ya es un derecho, se convierte en algo político. Primero se hace la ley por la que se permite la práctica, luego se subvenciona por el Estado y, finalmente, se prohíbe estar en contra. Al principio son restricciones pequeñas: no se permite la publicidad de alternativas al aborto frente a los centros abortivos, porque puede aumentar la ansiedad y el trauma de las mujeres. Finalmente, se prohíbe por completo toda publicación contraria a esta práctica en cualquier lugar, bajo pena de prisión.
No es algo exagerado, no es un invento. Los que vivimos en países como Perú creemos que esto está muy lejos de ocurrir en nuestras naciones, pero no es así. La Ministra francesa de la Familia, la Infancia y Derechos de la Mujer (título que de por sí ya muestra una sesgada visión de la familia), acaba de anunciar la presentación en su país de un proyecto de ley en el que se condena a multa y prisión a las páginas web que sean contrarias al aborto. ¡Entre barrotes por opinar! Es cierto que hoy nosotros nos encontramos unos cuantos pasos atrás, pero una vez que se inicia el proceso de esta Ventana, la inercia pesa mucho, y es muchísimo más difícil ir marcha atrás.
Este método es tan poderoso que la nación madre de la modernidad, aquella que tantísimo defendió el derecho a la libertad de expresión de los mártires de Charlie Hebdo, que los elevó a los altares de la sociedad democrática, hoy se plantea llevar a la cárcel a aquel que en su blog personal diga que cree que el aborto no es la mejor solución. Muy democrático, ¿no?
Nadie está obligado a hacer «click» en ninguna web Provida, pero igualmente se plantea como una violación a la libertad de las mujeres, ese colectivo ya casi imaginario que se usa hasta el cansancio, sin consultar previamente. Muy a lo «el proletariado pide esto, esto y esto otro». ¿Qué proletariado? ¿Qué mujeres desean que se limiten los derechos de libertad de expresión de toda la sociedad, incluidas ellas mismas?
Poco más y nos imponen un partido único, nos mandan a Siberia y nos ejecutan con rapidez, porque es un derecho no sufrir encarcelado. Me pregunto yo qué pensaría Lenin si se despertara ahora y descubriera que era más fácil hacer que la gente se tome su propio veneno con un poco de azúcar que hacérselo tomar a la fuerza. En fin, espero que este artículo no llegue a Francia, que yo estoy muy bien y muy tranquilo disfrutando el aire libre fuera de la cárcel.
Javier Gutiérrez. F-Cuervo