En sus palabras subrayó que «en el trascurso de este Sínodo, las diferentes opiniones habían sido expresadas libremente y algunas veces, desafortunadamente, no se siguieron los mejores caminos para ello, pero han contribuido, ciertamente, a un diálogo rico y vivo».
«Ofrecieron una imagen viva de una Iglesia que no aprueba simplemente sin más, sino que extrae aguas vivas de las fuentes de su fe para refrescar los corazones sedientos».
El Papa, después añadió que el Sínodo puso en claro que «los verdaderos defensores de la doctrina no son quienes se agarran a la letra, sino los que lo hacen a su espíritu; no a las ideas y sí a la gente; no a los dogmas sino a la gratuidad del amor y perdón de Dios».
Parece que el Papa quiso trazar una línea entre los que tratan de permanecer fieles a la doctrina y aquellos otros que quieren adaptarla. Sus palabras tenían mucho de «jesuítico»; así, por ejemplo, el tópico de la inculturación de la fe y el modo en que los Evangelios deban ser interpretados.
Al final, el papel de los jesuitas en el Sínodo ha sido muy importante: el Padre Antonio Spadaro, director de la revista «La Civiltá Cattolica» (LCC) y uno de los principales asesores del Papa, preparó el camino de los debates del Sínodo por medio de una serie de artículos en la LCC que promocionaron la agenda de la misericordia; la revista «América», publicó una entrevista en la que se machacaba a los que criticaban ciertos procedimientos del Sínodo y precavía contra acciones hacia esos procedimientos y las consecuencias que podrían traer; el P. Antonio Nicolás, General de la Compañía de Jesús, miembro del equipo de redacción del Informe final del Sínodo, también hizo su parte, influyendo con entrevistas en los medios.
Pros y contras del Informe final
El Informe final se abría con las palabras de clausura del Papa, y seguramente, dará lugar a controversia. Este Informe pide un documento papal que resalte la enseñanza magisterial sobre la familia.
Puede ser una Exhortación post-sinodal: el Informe final es claro sobre qué tipo de documento debería ser. Pero los Padres sinodales preferirían ver el testimonio de Pedro, porque Pedro, durante el Sínodo, se ha presentado continuamente como el garante verdadero.
Está todavía por ver cómo ese documento papal se adhiere a la agenda de la misericordia.
El Documento de Trabajo carecía de los mínimos fundamentos teológicos. El Informe Intermedio sobre lo discutido en 2014, tenía el mismo problema. Por ello, en este Informe final de 2015 se han incluido muchas citas de la Sagrada Escritura; cita textualmente y por completo la definición de familia de la «Gaudium et spes» (Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano II, nos 48-52), como se recomendó; también incluye un largo párrafo sobre la pedagogía divina e incluye temas litúrgicos.
Sin embargo, la primera parte del documento es más bien sociología. Presenta como una instantánea de las dificultades familiares, solicitando un compromiso a favor de la familia por parte de los políticos y gobernantes. Se incluye un elogio implícito de la labor de la Iglesia.
El tema de la conversión personal se encuentra al final de la segunda parte. Aquí el consenso disminuye. La obligación de acompañamiento a las familias heridas incluye información para la solicitud de nulidad matrimonial. Esta sección recibió un mínimo apoyo de los obispos, lejos de la unanimidad. Su apartado 54, dedicado a la atención pastoral a las «nuevas uniones», recibió aún menos apoyo: los obispos quieren definición y claridad, y todo bien explicado.
Es verdad que todos los apartados obtuvieron el necesario acuerdo y consenso de los dos tercios. Pero la mayoría estuvo en peligro en el apartado 85, cuando se trató el tema de los divorciados civilmente y vueltos a casar, también civilmente. El párrafo citaba la «Familiares consorcio» (Exhortación post-sinodal, 22NOV81) de san Juan Pablo II, y hablaba de la necesidad de discernimiento caso por caso, mientras ponía el énfasis en el papel de la conciencia. Sin embargo, nunca hablaba de la comunión.
El apartado 84 tampoco alcanzó la supermayoría. Pide la integración de los divorciados en la vida de la Iglesia, pero también insiste en que los divorciados y «recasados» deben evitar toda situación de escándalo.
Sínodo y comunicación
La comunicación una de las principales preocupaciones de este pontificado; así ha sido también durante el Sínodo. Muchos reconocen que este Sínodo ha sido, finalmente, transparente y que los Padres sinodales podían conceder entrevistas libremente.
Pero esta no es toda la verdad. En los sínodos anteriores, también los Padres sinodales podían conceder entrevistas sin pedir permiso previamente. Más aún, antes de que el cardenal Baldisseri tomara el puesto de Secretario General del Sínodo, hubo no solo una sesión informativa general, sino seis más al mismo tiempo, según las seis lenguas del Sínodo. Durante estas sesiones informativas, se conocía, de manera informal, lo que se discutía en el Sínodo y así, los periodistas podían hacerse una idea de lo que estaba pasando y por dónde donde iban los debates. Así que se hablaba mucho del Sínodo y había menos posibilidades de manipulación interna.
Guste o no, el nuevo camino informativo del Sínodo preparó uno nuevo para una serie de rumores y cotilleos, diseminados al mismo tiempo que se recibía la información oficial de la Sala de Prensa de la Santa Sede.
En el Sínodo, los medios estaban «contaminados» porque sus informaciones tenían que basarse en lo que los Padres sinodales contaban, más que en lo que se había dicho, efectivamente, en la Sala de Prensa.
Esto generó una opinión pública favorable a una serie de cambios doctrinales que, de hecho, ningún Sínodo puede decidir. Y esto es así porque un Sínodo no es sino una reunión meramente consultiva, no deliberante ni ejecutiva.
De un Sínodo a otro
Si la comunicación del Sínodo ha sido, paso a paso, cada vez menos transparente, al menos los Padres sinodales han sido más inteligentes.
Durante la primera parte del Sínodo, en 2014, lo tratado pareció que seguía el camino correcto, hasta que se entregó el Informe intermedio. En ese momento, quedó claro –como explicó el cardenal Wilfrid Fox Napier, Arzobispo de Durban (República Sudafricana) que había otra agenda escondida y de espaldas al Sínodo. Hablando de este Informe intermedio, el cardenal Napier dijo: «Recibimos el texto al mismo tiempo que se entregaba a los periodistas. Me di cuenta de inmediato que había algunos temas de los que solo habían hablado 2 o 3 Padres sinodales».
La entrega de este Informe abrió los ojos a los obispos sobre lo que estaba en juego. Los obispos de África, cuyas iglesias son jóvenes, y por ello aún tienen muy claro cuál es la enseñanza de la Iglesia, hicieron causa común. Y lo mismo hicieron los obispos de Europa oriental, muy preocupados por la traición realizada a las enseñanzas de san Juan Pablo II. Estas son las iglesias de las periferias en las que hay que mirarse.
La discusión
De hecho, la defensa más fuerte de la enseñanza de la Iglesia vino de las periferias. Ellas no niegan su amor ni su atención personal a las personas en situación irregular o en dificultad. Pero siempre proponen las enseñanzas de la Iglesia con fuerza y rigor. Ellas están convencidas de que el pueblo cristiano necesita un gran ideal hacia el que caminar. No creen que la fe deba diluirse por la debilidad y fragilidad de sus pueblos.
Algunas intervenciones en la sala sinodal nos permiten entender cómo fueron os debates.
El arzobispo Stanislaw Gadecki, Presidente de la Conferencia Episcopal de Polonia, tomó la decisión de publicar en la página electrónica (web) de la Conferencia sus notas personales sobre lo que los Padres sinodales decían. Esta decisión levantó la cortina de humo sobre la comunicación del Sínodo.
El arzobispo Zbignevs Stankevics, de Riga (Letonia) pidió a los Padres sinodales una pausa para reflexionar sobre el tema de la disciplina en el acceso a los sacramentos. Explicó que «el papa Francisco había abierto una brecha de misericordia en el muro de la justicia» con la reforma del procedimiento de declaración de nulidad de los matrimonios, y ahora estamos en el momento adecuado para parar y pensar cómo podemos llevar adelante nuestro ministerio episcopal. También dijo que «los argumentos que apoyan la recepción de la comunión por los divorciados y vueltos a casar, parecen más temas de sociología o de psicología emocional que teológicos».
Este es el punto clave, tal como fue reflejado en el Documento de trabajo del Sínodo: la sociología ha sustituido a la teología. La instantánea de los tiempos actuales tuvo preferencia sobre el anuncio del ideal evangélico.
Quizás los que redactaron el Documento de trabajo trataron de ser más fieles al razonamiento base del papa Francisco de que «la realidad es superior a la idea», tal como se explica en la Exhortación Apostólica «Evangelii gaudium», nos. 231-233 (24NOV2013).
De hecho, la falta de una sólida formación teológica puede percibirse con claridad en muchos debates del Sínodo.
Los obispos alemanes, en un momento, buscaron terreno firme en Tomás de Aquino. Tomando como base las palabras del Aquinate desarrollaron el tema del discernimiento «caso por caso» para facilitar acceder a la Sagrada Comunión a los divorciados y vueltos a casar.
Es el tema del llamado «fuero interno», esto es, de la confesión sacramental y una relación espiritual personal con el sacerdote. Pero en este punto, todo es un tema de conciencia. Desde el principio, este asunto fue identificado como el «Caballo de Troya» que los así llamados «adaptadores» utilizarían para abrir el acceso a la comunión sacramental para todas las personas en situaciones sexuales o matrimoniales irregulares, sin que sea necesaria la enmienda de sus conductas.
No por casualidad, el cardenal Reinhard Marx, Presidente la de la Conferencia Episcopal de Alemania, insistió en una rueda de prensa que «dentro del Sínodo, todos están de acuerdo en que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, y para siempre y abierto a la vida. Pero hay casos de fragilidad, de ruptura y por ello, es necesario que la Iglesia diga a estas personas que viven estas situaciones difíciles: Yo estoy contigo».
Descentralización
Era uno de los temas a tratar. El papa Francisco la había dado una gran importancia en su discurso de conmemoración del 50º aniversario de los Sínodos episcopales, y de inmediato, algunos obispos pensaron que era un asunto a explotar. Poco a poco, la idea base de más autonomía para las conferencias episcopales ganó poder. Esta idea estaba también en la «Evangelii gaudium», nº 32 (24NOV2013), Exhortación apostólica del papa Francisco que se ha considerado como el resumen de las líneas maestras o programáticas de su pontificado.
La «Evangelii gaudium» también proponía que se pudiera confiar a las Conferencias episcopales algunas de las atribuciones de la ‘Congregación para la doctrina de la fe’ y esto lleva a sospechar la intención de desmantelar esta ‘Congregación’.
El papa Francisco suele hablar, de hecho, de una Iglesia menos autorreferencial, aunque sigue siendo una Iglesia jerárquica. El debate en el Sínodo sobre este asunto ha llegado a ser importante.
Como todos al final han aceptado que ‘este es un Sínodo pastoral’, muchos Padres sinodales insistieron en que la «descentralización ya está en marcha, y ha sido favorecida por el «motu proprio» que cambia el procedimiento para las declaraciones de nulidad matrimonial. Pero una sana descentralización se refiere a temas pastorales, nunca doctrinales. La Iglesia es una y la doctrina es una. No es posible que una pareja divorciada y vuelta a casar civilmente, pueda recibir la comunión sacramental en un país, mientras en el país limítrofe, esa misma situación personal sea considerada pecaminosa».
El portavoz de estas inquietudes fue el cardenal George Pell, Prefecto del Secretariado de Economía. Ha sido uno de los obispos más activos en el Aula sinodal.
El camino hacia el Documento Final
Los razonamientos del cardenal Marx en la Sala de Prensa de la Santa Sede el 22 de Octubre, mostraron que había una especie de ‘marcha atrás’ en la agenda de la misericordia. Pero, en realidad, la agenda estaba en marcha.
Los discursos del 25 de Mayo en las reuniones periódicas de los Conferencias episcopales de Alemania, Francia y Suiza –el llamado ‘Sínodo en la sombra’- mostraron la voluntad de seguir adelante en el camino de la misericordia, insistiendo en las historias individuales y dejando de lado el principio de la unidad doctrinal. Esta misma idea fue adoptada en tres reuniones a puerta cerrada organizadas por el Consejo Pontificio para la familia, cuyos resultados se describen en un reciente libro.
La postura del cardenal Marx llevó a aquellos obispos que querían adaptar la doctrina a los signos de los tiempos, a tomar un respiro y buscar una manera de obtener, al menos, un buen resultado. Se trataba, en términos deportivos y como iban perdiendo terreno, alcanzar un empate al final del partido.
Así, el primer borrador del Documento final estaba afectado por esta fuerte disensión en el Sínodo. Los informes sobre la tercera parte del Documento de trabajo del Sínodo estaban claros: por ello, casi todos los grupos pidieron una revisión sustancial del texto; algunos grupos llegaron más lejos y pidieron la retirada de los apartados referentes a la atención pastoral a los homosexuales (punto el más controvertido y tratado desde el Sínodo 2014). Un grupo llegó a pedir que se convocara un Sínodo sobre sexualidad.
Todos los grupos estuvieron de acuerdo en condenar la ideología de género.
Aunque muchos aceptaron las propuestas para un camino de penitencia para los divorciados y vueltos a casar civilmente, sin embargo esta propuesta fue redefinida más bien como un ‘camino hacia la conversión’.
El primer borrador del Informe final –presentado y discutido en la tarde del 22 de Octubre y en la mañana del 23-, recogía este concepto «camino a la conversión». Un Padre sinodal, desde el estrado, preguntó con toda claridad: «¿De qué clase de conversión trata este documento?, pues, este documento nunca habla claramente de si estamos tratando de convertirse del pecado», y añadió: «La noción de pecado está secuestrada en este Sínodo». Y concluyó recalcando: «Nosotros siempre decimos: Ora pro nobis. Yo prefería decir: Ora pro nobis peccatoribus».
El texto presentado era en verdad mejor que el Documento de trabajo, el cual había parecido a la mayoría de la Padres sinodales muy pobre en contenido y muy poco perfilado. Estaba muy clasificado: 49 páginas para unos cien apartados. Los diez prelados de la Comisión encargada de la redacción del borrador del Documento, elegidos por el Papa, querían un documento ‘con todas las preguntas, pero sin todas las respuestas’, según explicó el cardenal Oswald Gracias, de Mumbai (India). De aquello diez solo dos participaron en el Sínodo al haber sido elegidos para el mismo por sus Conferencias episcopales respectivas.
Confiaban que el discurso final del Papa fuese suficientemente vago o impreciso para poder promover la agenda de la misericordia al mismo tiempo que guardara las formas en materia doctrinal. Esta elección desagradó a todos, aunque por eso mismo podría contentar a todos y así cada uno podría mantener su propia posición.
El Sínodo: los motivos detrás del mismo
Una gran mayoría de los obispos, sin embargo, ha pedido la intervención del Papa. Se espera su intervención, desarrollada en un documento mucho más minucioso, después del Sínodo, puesta toda su esperanza en una exhortación post-sinodal que aún no está ni siquiera planeada.
Este requerimiento muestra una cierta nostalgia de los anteriores procedimientos por parte de los Padres sinodales. En el pasado, la Comisión preparatoria, nombrada por el Papa, no tenía entre sus funciones la de realizar el borrador del Informe final, sino presentar una serie de propuestas, las que luego serían aprobadas o no por la asamblea. Se buscaba llegar a una comunión que condujese a un documento papal ampliamente compartido por todos.
Con la nueva metodología del actual Sínodo, se crean una mayoría y una minoría, rompiendo así la comunión episcopal. El cisma práctico del que habla el cardenal Kasper ha sido creado por esta metodología. Ciertamente, no ha sido culpa de los obispos y sacerdotes supuestamente ‘poco misericordiosos’, o por una Iglesia que antes juzgaba y ahora no quiere juzgar.
Esto son más bien marcos retóricos que encuadran al papa Francisco en un estilo que no ayuda a su ímpetu reformador. Los enemigos reales del papa Francisco parecen ser, más bien, aquellos que se autoproclaman los portavoces de su agenda.
Esta dinámica ha estado vigente desde la misma elección del Papa. Después de su elección, una escuela teológica que había sido dada de lado, trató de ganar renovada influencia en la vida de la Iglesia. Es promocionada por el llamado ‘Equipo (team) Bergoglio’, el grupo de cardenales que respaldaron la elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio.
Fue Austen Ivereigh, biógrafo del Papa, el primero en señalar la existencia de este ‘equipo’. Lo componían el cardenal Godfried Daneels, Walter Kasper, Cormac Murphy O’Connor y Karl Lehmann. Se reunían en St. Gallen, Suiza, como el mismo cardenal Danieels ha confirmado recientemente. No era la ‘mafia’ pero si un grupo de cardenales con las mismas ideas, que se reunían periódicamente desde los años 90. Hubo muy pocos cambios en los miembros de este grupo, a lo largo de los años. Los encuentros fueron organizados por el obispo Ivo Fuerer, ahora emérito de St. Gallen. El último encuentro conocido fue en 2013, poco después de la elección del papa Francisco.
Durante estos encuentros, los así llamados ‘cardenales progresistas’, fascinados por la mentalidad del mundo pensaron que la Iglesia debía ajustarse también al mundo, definiendo así su visión de la Iglesia.
Así, identificaron a algunos candidatos ideales para el papado. También generaron el ambiente que ahora rodea al papa Francisco.
Según algunos observadores internos, el mismo empuje hacia el camino sinodal tiene su origen en este mismo círculo interior que ha ido ganando mayor influencia desde la elección de para Francisco. Ellos están influyendo, más que nada, para conseguir cambios doctrinales, al mismo tiempo que para derribar a la Curia romana.
Pero desde el principio, el Papa eludió la abrupta ruptura del sistema, y estableció una ‘curia paralela’, al tiempo que pedía la ‘conversión de los corazones’.
Pero sus apoyos están en el límite de la edad. Sin la renuncia de S. S. Benedicto XVI, ellos no tendrían peso en los actuales debates teológicos. Por ello, su intento de cambiar la doctrina se detendrá, porque para cambiar la doctrina sería necesario un concilio y su preparación lleva tiempo, es muy larga, y el resultado, a pesar de todo, es incierto. Ellos, no tienen tiempo.
Por eso, exploraron la propuesta de un sínodo, cuya preparación es más corta. Si os debates del sínodo pudieran prolongarse, para influir en la opinión pública, se podría crear un cierto interés. Por ello, apoyaron la idea del sínodo.
Al Papa no le gustaban los sínodos cuando era arzobispo., como ha recordado su antiguo obispo auxiliar, Mons. Horacio García.
Pero lo miembros del ‘Equipo Bergoglio’ estaban seguros de que el Papa aceptaría el sínodo como forma de gobierno útil y colegiado. Al fin, este sistema de gobierno es parecido al que practica la Compañía de Jesús.
Sorpresas
La ‘operación Sínodo’ falló de varias maneras. La gran mayoría de obispos demostraron que habían entendido las enseñanzas de san Juan Pablo II y de S. S. Benedicto XVI. Su camino hacia el Sínodo, ciertamente largo, daría sólidos cimientos para el Sínodo de la Familia.
Conviene saber que san Juan Pablo II pidió un sínodo sobre penitencia y reconciliación justo al término del Sínodo de la Familia de 1980, mientras que en 1990 quiso un sínodo sobre la formación de los sacerdotes. ¡Fue profético! El tema de la formación de los sacerdotes era uno de los más desarrollados y tratado durante este Sínodo, junto con el tema de la formación de los seglares en la fe.
Muchos obispos no quieren cambiar la doctrina de la Iglesia. Están convencidos que el tema fundamental es preparar sacerdotes que están bien instruidos para enseñar la doctrina de la Iglesia; que, a la vez, son capaces de leer los signos de los tiempos, sin atenuar la doctrina. Al final, los obispos identifican una necesidad de sacerdotes dispuestos a nutrir a una nueva generación de católicos.
El tema de la conciencia –que dio mucho que hablar en la última parte del Sínodo- se ha redirigido estrictamente a la formación de las conciencias.
Otro punto básico es la educación para el amor humano y matrimonial. Todos los obispos lo pidieron. El cardenal Napier, en una de sus intervenciones libres, propuso la formación permanente para novios y matrimonios. El mejor resultado del Sínodo en este campo concreto ha sido promover un mayor compromiso con la catequesis. Esta es, de verdad, una de las sorpresas del Sínodo.
La educación es una especie de ‘línea roja’ en todos los informes de los círculos menores. Los informes presentan más 1300 enmiendas al texto del Documento de trabajo para su corrección.
El Documento de trabajo, basado en la sociología, estaba desarrollado en tres capítulos que reflejaban el esquema de: ‘ver’, ‘juzgar’ y ‘actuar’. Pero al final, los obispos comprobaron que la primera parte ‘ver’, incluía partes de ‘juzgar’ y de ‘actuar’. Y también, que el tercer capítulo era demasiado difuso, vago. Los obispos pidieron a la Comisión reducir temas y desarrollar un texto más suave. Este fue el deseo general de los obispos para el texto.
Algunas conclusiones provisionales
Como conclusión, el Sínodo de los obispos deja a la Iglesia en un estado de confusión. Para los fieles, nada cambia. Las iglesias locales decidirán si publican algún documento que explique cómo los fieles deben entender el informe del Sínodo, en un intento de restablecer la doctrina con claridad.
La esperanza general es que el Papa publique un documento magisterial que cierre los debates.
El papa Francisco tendrá que tomar la última decisión. Puede elegir dejar el debate abierto, llevando a la Iglesia a un estado de ‘Sínodo permanente’. Puede elegir dar una dirección concreta a la Iglesia. La decisión no es sencilla.
El Papa habló muchas veces durante la asamblea, y siempre reiteró que él es Pedro, como una garantía. Pero esto solo no ayudará a calmar las discusiones.
El Sínodo produjo una certeza: que los enemigos del Papa están probablemente detrás de sus amigos. La carta de los trece cardenales que expresaba los temores de los firmantes sobre los procedimientos del Sínodo fue, de hecho, una carta privada enviada al Papa. El que fuera filtrada a los medios demuestra que la gente que rodea al Papa estaba aprovechando un nuevo frente para su propia guerra. Como no podían ganar en el Sínodo trataron de hacerse con la opinión pública tomando cualquier comentario como un ataque al Papa.
De hecho, una gran mayoría de los obispos en el Sínodo compartían las mismas preocupaciones que los trece cardenales.
Muchas interrogantes siguen abiertas: ¿son realmente los partidarios de la agenda de la misericordia amigos del Papa? ¿Ha abierto este Sínodo un nuevo periodo en la vida de la Iglesia? Solo el tiempo lo dirá.
Mientras tanto, el papa Francisco está tomando el control del Vaticano como lo demuestra la creación de la Comisión relativa al recientemente anunciado dicasterio de familia: por primera vez bajo el papa Francisco el establecimiento de un nuevo dicasterio vaticano irá precedido de la redacción de sus estatutos. Esto si es noticia.
El Secretariado para la economía así como el Consejo Económico han esperado largo tiempo para ello y todavía no han sido incluidos en la «Pastor Bonus» (San Juan Pablo II, 28JUN1988), la Constitución Apostólica que regula las competencias y misiones de la Curia romana.
Lo mismo ocurrió con la Pontifica Comisión para la protección de los menores y con el Secretariado de Comunicaciones –aunque este es un elemento crucial en la nueva Curia- que desea comunicar mejor el Evangelio.
¿Entenderá el papa Francisco que el Vaticano y la Iglesia tienen que gobernarse por medio de directivas claras desde la cumbre, y no solo con reorganización?
Publicado originalmente en Monday Vatican
Traducido por «Laudetur IesusChristus», del equipo de traducción de InfoCatólica