Por segunda vez en menos de un mes, cuando ya estaba a punto de enviar el artículo de la semana, he leído el titular del periódico local y mi asombro ha sido tal, que escribo sobre él.
Que nuestros parlamentarios de todos los partidos, aunque sea en el Parlamento europeo, no se distinguen por su sentido común ni por sus criterios morales, como prueba su apoyo a ese conjunto de aberraciones que son el aborto y la ideología de género, es algo que desgraciadamente está demasiado claro. Pero algunos Partidos se dedican a rizar el rizo, en especial si se trata de cuestiones religiosas, es decir, compiten a ver quien logra decir tonterías cada vez más gordas. Hoy es el programa electoral del PSOE el que está metido hasta el fondo en esa competición.
La Rioja de hoy titula en primera plana a todas las columnas lo siguiente: «El programa del PSOE propone extender la educación obligatoria hasta los dieciocho años». Actualmente está en dieciséis y muchos profesores, seguramente la mayor parte, opina que tener un chico hasta los dieciocho años en clase a la fuerza es un disparate. Recuerdo que un Director General de Educación me comentó que un padre que tenía su hijo en la Enseñanza Secundaria Obligatoria le comentó si podía enviar a su hijo a una Formación Profesional, porque «mi hijo, hoy, tiene solución. Dentro de un año será demasiado tarde». El Director General le contestó: «Tiene Vd. razón, pero la Ley no me lo permite». Imaginemos lo que sucederá si hay que esperar hasta los dieciocho años. Nuestros Institutos dejarán de ser centros de saber, si es que lo son hoy, para convertirse en simples garajes de chicos. Se trata sencillamente de dar una vuelta de tuerca más para transformar lo que debiera ser un centro de instrucción y educativo en un aparcamiento o guardería de chicos y chicas. Y luego nos extrañamos que los informes Pisa consideren tan mal a la Educación española.
Pero no es lo único: hay un subtitular que dice: «Sánchez pretende denunciar el convenio con la Santa Sede y cobrar el IBI a edificios de la Iglesia». Me pregunto si ese individuo tiene idea que cargarse un acuerdo internacional nos convertiría en un país bananero y en cuanto a cobrar el IBI a los edificios de la Iglesia no dedicados al culto expresa el escaso aprecio del PSOE por los necesitados, en la línea del gigantesco y masivo robo a los parados. Sánchez quiere cargarse también la clase de Religión, digan lo que digan la Constitución y la Declaración de Derechos Humanos, que defienden el derecho de los padres a educar a sus hijos conforme a sus convicciones. Nos quejamos de la corrupción, pero luego hacemos la guerra a los principios morales.
Otra de las promesas de Sánchez, aunque de hace unos días, fue la eutanasia. Por supuesto soy adversario de ella, no sólo por mis convicciones religiosas, sino también y yo diría que, sobre todo, porque no tengo ninguna gana de entrar en un hospital y no saber si van a intentar curarme o matarme. Aprecio mi vida y procuraré no ser asesinado. Por supuesto, aquéllos que no harían ascos ante mi asesinato, no me merecen ningún respeto, sino que son claros acreedores a mi desprecio. No quiero ser uno de esos ancianos holandeses que lleva siempre un carnet que dice: «en caso de enfermedad, por favor no me lleven a un hospital». El Testamento Vital de la Iglesia, que pueden Ustedes buscar en Google, creo que es un magnífico documento, lleno de sentido común, sobre cómo comportarse en los momentos finales de nuestra existencia. El sentido común es eso que muchos, y creo que con razón, a juzgar como está nuestra Sociedad, opinan que es el menos común de todos los sentidos.
Para terminar una reflexión: ¿no habría manera que nuestros políticos hablen con la gente y aprendan qué es lo que los demás entendemos por sentido común?
Pedro Trevijano, sacerdote