Diversas investigaciones llevadas a cabo han concluido en que el aborto voluntario produce secuelas en el cerebro. Los especialistas atinan cada vez más con las secuelas psicopatológicas originadas por el aborto. Así se refleja en las monografías exhibidas en la mesa redonda; «Embarazo, su interrupción y salud mental», durante el último Congreso de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica.
Por otra parte, resultan alarmantes, las noticias de la tasa de defunciones por suicidio que se alzan, en el caso de adolescentes que resolvieron abortar, a cerca de 35 por cada 100.000, proporción tres veces mayor a la de las mujeres en edad reproductiva que no abortaron, según una investigación divulgada en Finlandia y que analiza un periódico de gran difusión. El mismo testimonio alegó el Catedrático de Psicopatología de la Universidad CEU-San Pablo, Aquilino Polaino, que juzgó de «alarmantes» los corolarios del estudio del Royal College of Psychyatrists que declara que «el aborto multiplica por tres la incidencia del suicidio en las mujeres».
La institución abortista más significativa del universo, la Federación Internacional de Planificación Familiar de Estados Unidos, ha aseverado que: «la incidencia del trauma post-aborto entre jóvenes de abortos quirúrgicos, puede alcanzar hasta el 91% de los casos».
Las mujeres que abortan, miran con indiferencia la muerte de sus propios hijos. Vivimos en una cultura de la muerte, que nos rodea con un egoísmo feroz y ningún respeto por la vida humana de un ser nonato, inocente e indefenso.
«Toda vida es la vida de Dios que se hace presente entre nosotros en un niño que todavía no ha nacido. Nadie tiene derecho a segarle la vida. Imaginemos el grito de esos pobrecitos que son asesinados antes de nacer. Toda vida pertenece a Dios. El aborto va en contra del mandamiento del amor», afirma la madre Teresa de Calcuta.
Publicado originalmente en Eurasia Hoy