Algunos de nuestros hermanos consideran que blasfemar, insultar, injuriar, denigrar, calumniar a los católicos, al Papa, a toda la Iglesia, al propio Dios Santísima Trinidad; es un «servicio a la sociedad». Lo declaran sin tapujos, abiertamente.
Algunos medios de comunicación -y comunicadores/periodistas estrella- ligados o participados por la Iglesia, siguen la misma estela marcada y hacen proselitismo de la blasfemia, del insulto, de la injuria, de la calumnia hacia la Iglesia católica, hacia los católicos, hacia el Papa, hacia Dios Santísima Trinidad.
Muchos católicos nos quedamos anonadados ante esta actitud ¿Cómo es posible? Nos preguntamos:
«¿Qué piensan acerca del Mesías? ¿De quién es hijo?» (Mt. 22, 42).
Y no puedo por más que preguntarme si realmente creen que Jesucristo es el Mesías hijo de Dios, segunda persona de Dios.
Y también, si realmente creen en Dios Padre y en el Espíritu Santo.
Y también, si ¿creen realmente en las palabras de Jesucristo: «quien blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón nunca, será reo de pecado eterno»? (Mc. 3, 29; Mt. 12, 32; Lc12,10). El Aquinate hablaba de pecado irremisible por su misma naturaleza.
Si realmente creen en todo ello ¿cómo es posible que consideren como un «servicio necesario para la sociedad» el blasfemar, insultar, injuriar, denigrar, calumniar a los católicos, al Papa, a toda la Iglesia, al propio Dios Santísima.
La defensa de tal «servicio a la sociedad» ¿Acaso no es una pública forma de negar al Señor? ¿Acaso no recuerdan que «al que me niegue delante de los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en el cielo»? (Mt. 10, 32).
Dice Jesucristo: Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; vosotros haced y cumplid todo lo que ellos os digan» (Mt.23, 2-3). Y añado, pero mejor no guiarnos por lo que han dicho. Más bien tengamos valor para:
Dar «gracias al Señor!», proclamar «su nombre» y contar «a los pueblos sus acciones» (Cr.16,8) aunque esto lleve a que nos hagan «comparecer ante gobernadores y reyes por causa mía», dice el Señor. Pues tanto mejor, así podremos dar testimonio de Jesucristo delante de ellos (Mc 13,9). Digamos al mundo: «¡Volveos a Dios, porque el reino de los cielos está cerca!» (Mt. 4, 17).
Antonio R. Peña