En breve se celebrará la fiesta nacional española, el día 12 de Octubre, y también para fecha próxima, 9 de Noviembre, hay planteado un referéndum (legal o no, eso ahora no importa) para votar la independencia de una región de España. Y hace unos años, en 2006, la Conferencia Episcopal Española expresaba la defensa de la unidad de la patria como un «bien moral». Desde estos puntos previos me atrevo a manifestar mi opinión respondiendo a la pregunta que hace título de este artículo. Mi respuesta es: la unidad de España SI fue un bien moral en el pasado pero NO lo es en el presente, por la sencilla razón de que «España» ha dejado de ser España, y proclamar ahora la unidad como bien moral es hacer un ejercicio de retroactividad sacado de contexto real. Y me explico:
En términos generales, la unidad de la Patria SI es un bien moral. El amor a la patria es una virtud cristiana llamada «patriotismo» que se incluye en el cuarto mandamiento de la ley de Dios. Es un amor limpio y generoso que San Agustín coloca sólo por detrás del amor a Dios. Pero para un cristiano el ámbito de la virtud ha de orientarse al Bien (ya sea completo o mejorable). Amar a la Patria, si ésta está enferma, es por supuesto acto de virtud. Pero si no sólo está muerta sino que se ha transformado en lo inverso de su mismo ser, no se podrá amar a «esa patria» sino, como mucho, desear su resurrección y regreso a su verdadera identidad.
Apliquemos esto a la patria española. Desde un análisis meramente político y cultural: ¿En qué se ha convertido España desde que comenzara la transición a la democracia liberal?; de modo vulgar podríamos asumir la frase de Alfonso Guerra antes de llegar al poder su partido: «A España en el futuro no la va a reconocer ni la madre que la parió».....terrible afirmación y más terrible aún su pleno acierto a día de hoy; ¿Qué se ha hecho con la España fundada y fundamentada en la identidad cristiana? ¿En qué se ha convertido la España generosa que ha sido faro y luz del Evangelio para tantas naciones del mundo, y fuente inmensa de vocaciones, santos y mártires para la fe Católica?; ¿Que queda de España si acaso aparte de algunas minorías honrosas y ejemplares que mantienen lo que podría compararse al «resto de Israel»?; reconozcamos la realidad en:
- Un vaciamiento absoluto en la educación y formación patriótica del pueblo. Los separatismos emergentes (vasco y catalán sobre todo) enarbolan con orgullo sus signos y su bagaje ideológico, y, frente a ellos, el Estado Español enarbola sólo los conceptos asépticos de «ordenamiento jurídico». «democracia», «constitución», «tolerancia liberal».....y JAMÁS se enarbola la idea de PATRIA, NACIÓN, HISTORIA, BANDERA....
- Un complejo repulsivo de inferioridad sobre el pasado de España, como si la única historia comenzara en 1978 con la Constitución. Se deja atrás y se borra del sentir nacional toda una epopeya patria que contiene la evangelización de medio mundo, por ejemplo, presentado de forma falsificada como leyenda negra.
- Una desaparición vergonzante de la verdadera y ÚNICA identidad de España que radica en el cristianismo. Si a un ser vivo se le despoja de su identidad esencial, lo que queda de él es una máscara, y eso es justo lo que ha quedado de España.
Una España de hoy, calificada por muchos de «moderna y avanzada», cuyo ordenamiento legal permite el genocidio de 300 seres humanos cada día, el reconocimiento matrimonial del nefando pecado de la sodomía, y que proclama otras muchas leyes contrarias a la ley natural y la ley Divina; una España que se avergüenza de su historia y de su identidad, una España que aísla a los que le son fieles.....¿merece que se le considere la UNIDAD como BIEN MORAL?; ¿No sería mejor proclamar que el único BIEN MORAL sería la deseable restitución de España a su Raíz Cristiana?
P. Santiago González, sacerdote diocesano