Siempre te suscita curiosidad ver a los acompañantes, y cómplices por tanto; de las madres que vienen a abortar.
¿Qué les va en esto? ¿Son sus padres? ¿Son sus maridos? ¿Qué están pensando?
Algunos acompañan a la mujer con todo un repertorio de tiernos gestos muy bien estudiados... desde que se bajan del coche hasta que ella cruza el umbral de la puerta.
Después sus rostros, los de ellos; se relajan y con un pitillo entre los labios se van a tomar una cerveza al bar de enfrente.
Para algunos de los padres el aborto es una verdadera liberación. Para otros no, también los he visto llorar a ellos.
¿Qué pasará por la cabeza de la mujer que viene a matar a un ser humano con tanta premeditación?
Hoy me ha llamado la atención una señora que traía a una jovencita y no la ha dejado que nos escuchara. Ella quería oir lo que teníamos que decirle pero su madre, después he sabido que lo era; no la ha dejado escuchar y la ha introducido rápidamente en el abortorio.
A lo largo de la mañana ha salido con rostro preocupado en varias ocasiones, deambulaba por la acera fumando con gesto nervioso y la he visto llorar.
Se ha alejado hasta la esquina donde daba un poquito el sol. En la puerta del abortorio hace un frio que hiela los huesos. Y cuando, después de un rato, se dirigia de nuevo dentro del matadero la he abordado y le he preguntado: ¿No crees que con el frío que hace en la puerta, yo no estaria aqui si no creyera de verdad que lo que le estás haciendo a tu hija va a tener consecuencias terribles para ella y para ti? Estoy aqui para ayudaros.
Sí, ya lo sé, me ha dicho; pero yo fui madre soltera y lo he pasado muy mal. No quiero que ella sufra lo mismo.
Tienes que ir con una «A» de adultera en la frente, delante de todos.
¿Acaso te arrepientes de haberla tenido a ella? Le he dicho yo. Lo que le va a pasar ahora será mucho peor. Los síntomas de un síndrome post-aborto son comparables a los que sufre un soldado cuando vuelve de luchar en una guerra. Pesadillas, inadaptación, traumas psicologicos, agresividad...intentos de suicidio.
No quiero que sufra como he sufrido yo, me ha respondido. Es una niña y lo que tienen que hacer los niños es...
No encontraba las palabras y yo se las he puesto en la boca: Vivir le he dicho; lo que tiene que hacer un niño es vivir. Pero vivir es sufrir y aprender de los errores, le he añadido.
Ella ha bajado la cabeza y se ha metido dentro.
La letra «A» escarlata que tenian que llevar en el pecho las madres solteras significaba adultera. Y según nos quería mostrar la famosa novela; era más loable la actitud de la madre que salia adelante con su hijo que la de la sociedad que hipócritamente la señalaba con el dedo.
No entiendo esta sociedad que pide respeto para quienes practican sexo con niños, con animales etc como una opcion más; pero no se escandaliza de que se mate a una persona para evitarle la vergüenza a otra.
No entiendo a esta sociedad que se perturba porque una madre o un padre rechacen la homosexualidad de su hijo y no ve contradicción en que esos mismos padres rechacen el embarazo de su hija.
No quiero formar parte de una sociedad que no quiere que a sus jóvenes se les estigmatice con una «A» de adultera en la ropa pero no tienen problema en que lleven una «A» de asesina en el alma.
Margarita Cabrer Esteban
Rescatadora en la puerta del abortorio Los Arcos Guadiana de Badajoz.