El aborto, objeto hoy de controversia con descalificaciones impropias en un diálogo civilizado, se planteó en el debate constituyente en relación con el artículo 15 de la Constitución que proclama que «todos tienen derecho a la vida». Así figuraba en el anteproyecto. La ponencia aceptó una enmienda del Grupo Mixto por la que se sustituyó «todos» por «personas». Otra de Alianza Popular, defendida con brillantez, reconocida por el representante socialista, propuso volver a la redacción original, que resultó aprobada por 158 votos frente a 147 en contra y 3 abstenciones. No se trataba de un mero cambio de palabras, como quedó evidenciado en el debate. El artículo no se centra en el aborto, pero a él aludió el enmendante para despejar las dudas que podrían surgir en cuanto al derecho a la vida del nasciturus, que se defendía, si se deja al legislador definir cuándo se es persona a ese efecto.
No era ilógico que el tema, por su importancia, se abordarse en el nivel constitucional. Lo expresado serviría de elemento de interpretación para el Tribunal Constitucional. Los grupos socialista, vasco y comunista optaron por sostener la improcedencia del debate. Intervine por UCD, con expresa indicación del presidente Suárez para exponer con claridad la posición ante el asunto planteado. Encargo hecho al final de la mañana para el comienzo de la sesión de la tarde. Está en las actas del Congreso, de las que extraigo algunas frases. «El derecho a la vida tiene un carácter fundante. Es el primero de los derechos. Y ese derecho original, podríamos decir auroral y sustentador de libertades, tiene que ser reconocido con la más absoluta de las claridades. Este es uno de los puntos claves en donde no caben ambigüedades. Hay que decir claramente cuál es la postura de cada cual, porque el consenso no es solo transacción».
«Aquí nos encontramos, por tanto, con uno de esos puntos en los que no caben los equívocos, en los que no debe haber oscuridades, ni ambigüedades. Y en ese sentido quiero decir, en nombre del grupo que represento, que nosotros no somos abortistas. No somos partidarios del aborto». Aunque el artículo no se centra en él, en concordancia con el orador socialista, «queríamos dejar manifestada con absoluta nitidez nuestra postura, en relación con este tema aquí introducido expresamente: no somos partidarios del aborto. Otra cosa es que el Estado pueda desentenderse del hecho social del aborto, pero que quede como principio establecido lo que antes he dicho con toda claridad y llaneza».
«La persona, concepto jurídico, no puede ahogar esa realidad que existe. Ese instrumento jurídico debe valer para hacerse oír mejor -con referencia a su etimología- pero no para ahogar lo que ya existe, para ahogar lo que se quiere dejar de oír y que no puede hacerse oír por sí mismo. No queremos que el Derecho sirva para privar o para impedir la existencia de quien ya es». Para la mayoría el nasciturus tenía derecho a la vida.
José Luis Meilán Gil
Publicado originalmente en La Voz de Galicia