«Señorías, con la mayor de las convicciones defenderé un proyecto largamente reflexionado y deliberado por el conjunto del Gobierno. Un proyecto que tiene como objetivo poner fin a una situación de desorden y de injusticia, así como aportar una solución equilibrada y humana a uno de los problemas más difíciles de nuestro tiempo. ¿Por qué seguir cerrando los ojos cuando la situación actual es mala?»
Con estas palabras iniciaba la exministra socialista, Bibiana Aído, la defensa de la reforma que ampliaba la anterior ley despenalizadora del aborto; Citaba a la ministra de Sanidad francesa Simone Veil, allá por 1974. Para los defensores del aborto libre estas palabras siempre estarán de actualidad, porque nunca están satisfechos. Hasta que no tengan una ley que les permita eliminar a estos seres humanos indefensos sin necesidad de justificar ningún tipo de argumento, seguirán enarbolando esta bandera en nombre de la seguridad jurídica tanto de la mujer que tiene «derecho a decidir» – mas bién, a delinquir -, como la de los profesionales de la muerte «que atienden y garantizan la equidad en el acceso» a esa intervención criminal.
El pasado viernes, 5 de julio, se cumplía el tercer año de vigencia de la reforma Aído - con curiosa coincidencia de fechas sobre la anterior ley-. Esta ley, a día de hoy, se encuentra pendiente del fallo del Tribunal Constitucional sobre el recurso de inconstitucionalidad que interpuso el PP. Tres años sin sentencia para una ley que ampara en España la tragedia del aborto legalizado, con el agravante de que ese mismo partido político que interpuso el recurso, a día de hoy, gobernando con mayoría absoluta, no ha movido un dedo para cambiar la situación actual, a pesar de haber presentado en su programa electoral el compromiso de modificar la actual legislación, y de que, el propio Ministro de Justicia, en comparecencia ante la Cámara de Diputados ha hecho suyo para responder ante el electorado que les ha otorgado esa mayoría absoluta.
¿Por qué este retraso cuándo están en juego tantas vidas humanas? ¿No conoce el Gobierno el promedio de abortos diarios que se practican en España? ¿Entiende el Gobierno y su Ministro de Justicia que esta pasividad legislativa es la que refuerza mejor la protección del derecho a la vida contemplado en su programa electoral? ¿Para cuándo van a poner fecha a esa protección de la vida? ¿Cuántos más deben quedarse en el camino mientras deciden el momento oportuno?
Los socialistas, en su primer mandato con Felipe González, introdujeron la despenalización del aborto, y al primer año de la anterior legislatura, la ampliaron teniendo presente que ni siquiera era un compromiso electoral,
Debe ser cuestión de prioridades. A unos les falta tiempo para imponer su rodillo ideológico; a los otros, parece convencerles más el momento mediático oportuno que rentabilice electoralmente su política sobre la defensa del concebido y no nacido.
Sr. Ministro de Justicia, déjeme que le diga una cosa. Hay muchas miradas puestas sobre usted, y usted lo sabe. No tenga miedo de liberarse de muchos prejuicios del pasado. Sea auténticamente progresista y defienda de verdad a los más débiles, y piense usted que en este caso el más débil, el que necesita protección, es el concebido.
Si, Sr Ministro, esas palabras son suyas. Ese consejo que le daba al diputado socialista Sr. Madina, aplíqueselas usted mismo. Haga suyas también esas palabras de la Sra. Veil y presente un proyecto que tenga por objetivo poner fin a esta situación de desorden y de injusticia. ¿O piensa en seguir cerrando los ojos?
Fernando García Pallán