Pienso que es indiscutible que la Biblia el primer libro impreso, del que más ediciones se han hecho, el más estudiado y por su influencia en la vida de tantísimas personas, el más importante de nuestra cultura.
Hay gente, sin embargo, que piensa que los dos mil años transcurridos desde que se escribió la Biblia no han pasado en balde y que es un libro pasado de moda, con graves errores, a los que incluso se puede calificar de disparates, como la creación y el pecado original, por lo que no se la puede tomar en serio. ¿Qué pensar de ello?
Que la Biblia es un libro serio, incluso humanamente, es indudable. Hay Facultades de Teología en muchos países y universidades del mundo, incluso a veces, como sucede en Alemania, dentro de la propia Universidad Civil. Pero más aún, hay Facultades como el Pontificio Instituto Bíblico de Roma o La Escuela Bíblica de Jerusalén donde como su propio nombre indica se estudia la Biblia a un alto nivel de estudios, y lo mismo hacen las demás confesiones cristianas y los judíos con el Antiguo Testamento. De hecho el mérito de iniciar estos estudios científicamente ha sido más bien de los protestantes y una de sus consecuencias el Ecumenismo, o diálogo entre las diversas confesiones cristianas. El nivel de estos estudios es muy alto y exige auténticas especializaciones.
En la Iglesia no hay estudios secretos o sólo para iniciados. Pero es evidente que un estudioso de San Pablo o del Génesis, sabe, como pasa en cualquier profesión civil, muchísimo más que un no especialista sobre el tema.
A mí hay una frase que me gusta mucho cuando hablo sobre la Biblia: La Biblia es palabra humana y mensaje de Dios. Sirviéndose de unos autores humanos, con sus limitaciones e incluso errores, Dios nos da a conocer su Revelación, es decir su mensaje dirigido a nosotros y que tanta importancia tiene en nuestras vidas.
La Biblia se escribió a lo largo de unos once siglos. Tras la toma de Jerusalén por David, hacia el mil antes de Cristo, los hebreos dejan de ser un pueblo nómada, se hacen sedentarios y necesitan escribientes. A poco empezó la Biblia. Sus libros, setenta y tres en total, pertenecen 46 al Antiguo Testamento y 27 al Nuevo, con muy diversos autores y géneros literarios. Por supuesto que no puede ser el mismo tipo de verdad el de una poesía que el de una narración histórica. Por tanto es importante comprender en qué género literario está escrito el libro y utilizar unas cuantas ciencias humanas como auxiliares, por ejemplo la crítica textual, con objeto de determinar el texto original o acercarnos en lo posible a él, porque no hay que olvidar que en aquella época no existía la imprenta. Desde siempre se sabía que los libros del Nuevo Testamento han llegado a nosotros en muy buenas condiciones y hoy, gracias a los Manuscritos del Mar Muerto o de Qumram, podemos afirmar lo mismo de los del Antiguo. Está claro que la Historia, la Arqueología y otras muchas ciencias son también muy importantes para estudiar y conocer mejor la Biblia.
¿Qué tipo de verdad Dios nos quiere enseñar por medio de la Biblia, de la que decimos es Palabra de Dios?: Pues lo que Dios quiere transmitirnos, lo que es su Palabra, es la verdad religiosa, su designio de salvación, no las enseñanzas puramente científicas. Más que tratar de defender la Biblia de un conflicto con las ciencias, el cristiano lo que debe buscar en ella es el mensaje divino que contiene para nosotros. Como dijo Juan XXIII: “hay que saber distinguir la Revelación del ropaje que la envuelve”. Si yo describo una alumna por el traje que lleva, si se cambia de traje, mi descripción no sirve para nada, pero en cambio si lo hago por sus cualidades físicas o morales, digo algo más permanente de ella.
¿Cuáles son los libros más importantes de la Biblia? Con mucha diferencia los que nos hablan de Jesús, y en concreto los cuatro evangelios. Me parece una magnífica y recomendable costumbre el leer un trozo de ellos o del Nuevo Testamento todos los días. Aparte que es importante conocer los libros que más han influido en nuestra civilización y cultura, es posible que haya párrafos que no nos digan nada, pero otros nos harán reflexionar y pueden marcar positivamente nuestras vidas.
Pedro Trevijano, sacerdote.