El 20 de noviembre de 2011 los españoles apostaron mayoritariamente por un Gobierno que, tras muchos esfuerzos y no pocas presiones, llegó a afirmar que si gobernaba protegería la vida del nasciturus, acatando la sentencia del Tribunal Constitucional de 1985. Cuando el Partido Popular estaba en la oposición, algunos de sus miembros más destacados apoyaron las masivas movilizaciones que la sociedad española llevó a cabo en contra de una ley que convertía el aborto en un derecho de la mujer, y que, salvo por la introducción de este nuevo concepto, no se diferenciaba mucho de la que hasta ese momento regía, y que había convertido a España en un país de turismo abortista.
El señor Gallardón comenzó la legislatura con algunas declaraciones muy mediáticas, y, justo es reconocerlo, esperanzadoras. Anunció que eliminaría el supuesto eugenésico y que llevaría a cabo la acción más progresista de su vida política: proteger el derecho a la vida.
Hace pocos días hemos conocido la escalofriante cifra de 118.359 abortos provocados durante el año 2011. El Ministerio de Sanidad decidió publicarla la víspera del sorteo de Navidad, tal vez con la intención de que el número del Gordo sustituyera a este otro número extraído esta vez un macabro bombo y los españoles no nos diéramos cuenta de que, un año después, todo sigue igual.
La Ley del Aborto no se ha modificado tras 12 meses de legislatura de un Gobierno que ganó las elecciones por mayoría absoluta pero que se encuentra perdido no sólo en lo social sino sobre todo en lo moral.
La sociedad lleva un año esperando una reforma de la Ley del Aborto que no llega. Los intereses económicos y la ideología de género radical que impregnan los organismos internacionales como Naciones Unidas o la Unión Europea son instrumentos de presión que pretenden implantar la cultura de la muerte en países que siempre se han caracterizado por defender la vida y la dignidad del ser humano, y España ha sido uno de ellos.
Sin embargo, aún existe una posibilidad de que se lleve a cabo un cambio legislativo que proteja el derecho a la vida sin fisuras. En Derecho a Vivir luchamos por llegar al objetivo del “aborto cero” y desearíamos que España se convirtiera en un ejemplo fuera de nuestras fronteras por no contemplar en su legislación el aborto como una solución ante un embarazo inesperado. Sin embargo, y ante la evidencia de que no existe ninguna voluntad política para ello, esperamos al menos que se lleve a cabo una reforma urgente y profunda de la actual Ley del Aborto.
Esta reforma debería incluir la abolición total del aborto eugenésico y acabar con el supuesto del riesgo para la salud psicológica de la mujer. No es el embarazo lo que aumenta el riesgo de enfermedad mental en la madre, sino las circunstancias adversas que la rodean ante un embarazo problemático. Son contra ellas contra las que debemos luchar. Jamás se puede equiparar el derecho a la vida del concebido con el riesgo de padecer un cuadro depresivo o de ansiedad, máxime cuando estos pueden ser evitados o mitigados si existe voluntad de hacerlo.
Las estadísticas demuestran, además, que la mayoría de las mujeres que ahora aborta al amparo del sistema de plazos antes lo hacía acogiéndose a este supuesto. Una ley que siga contemplándolo no hará más que permitir que estas mujeres lo utilicen para seguir abortando sin control.
En estos duros momentos que estamos viviendo, inmersos en el invierno demográfico más frío de nuestra historia, España necesita recuperar aquello que verdaderamente nos salvará de cualquier crisis: el valor de la vida humana desde el momento de su concepción, y el inalienable derecho a la misma por encima de cualquier circunstancia.
Hoy, día de los Santos Inocentes, otros 300 niños morirán entre las frías paredes de una sala a manos de unos desalmados que sólo buscan el dinero que el Gobierno les paga religiosamente. Porque entre tantos recortes, el aborto pisa sobre alfombra roja y sigue siendo financiado al 100% con nuestro dinero por el Ministerio de Sanidad, contemplándolo como una prestación sanitaria más.
Hoy, como hace 2.000 años, miles de niños son eliminados por hombres movidos por el ansia de poder, el dinero y la mentalidad promuerte que pretende abrirse paso entre nosotros. En medio de aquella masacre, y a pesar del intento por hacerlas callar, los gritos desgarradores de aquellas madres se alzaron por encima del ruido de las espadas.
Afortunadamente en España quedan aún voces que claman por el derecho a la vida de tantos miles de inocentes que siguen siendo aniquilados en silencio. Algún día la voz de esos inocentes se elevará hasta el Cielo, y podremos escucharla con la esperanza de que nunca más se vuelva a apagar.
Gádor Joya, portavoz de Derecho a Vivir.
Publicado en La Gaceta, 28 de diciembre de 2012