Después del aborto, la legalización de la eutanasia. Es otro asesinato legal: eliminar viejos inútiles y enfermos terminales. Aunque se enmascare el crimen con palabras bonitas: “muerte digna”, “muerte dulce”. El remedio de una enfermedad no es matar al enfermo. Ni siquiera porque él lo pida.
El enfermo no desea la muerte, lo que desea es dejar de sufrir. Por eso se le pueden administrar toda clase de paliativos del dolor. Incluso los que pueden acelerarle la muerte. Pero sin intención de matarle. La eliminación voluntaria del enfermo es lo que se llama EUTANASIA ACTIVA.
Lo que sí es lícito es la EUTANASIA PASIVA, es decir, retirar al enfermo los medios extraordinarios (distanasia) que le están prolongando artificialmente la vida. Pero no negarle los medios ordinarios, según el nivel sanitario del país en ese momento.
Aunque no se puede negar a la familia el derecho a emplear todos los medios esperando una curación milagrosa.
La legalización de la eutanasia en Holanda ha motivado que los ancianos no quieren ir al hospital ante el temor de que se les administre una inyección letal
Por eso se ha fundado una organización, la NPV, que tiene cerca de cien mil afiliados que llevan una tarjeta donde dice que el portador no quiere ser ingresados en un hospital. Y muchas barbaridades se cometen amparados en la eutanasia: Uno presume de haber podido comprarse un coche con el dinero del seguro del enfermo al que ha dejado morir. Otro lleva al hospital al abuelo para que lo liquiden porque quiere irse de vacaciones y el viejo les estorba. Otros que quieren liquidar a la abuela porque necesitan su cama, etc., etc. Detrás del “para que no sufra” puede estar el “porque para mí es molesto; me lo quiero quitar de encima”. Y otros enfermos desesperados, porque aunque se ha hecho por ellos todo lo que es razonable hacer, piensan que se les aplica la eutanasia. La muerte digna no es matar al enfermo sino ayudarle en ese momento. Los enfermos necesitan verse bien tratados, estimados, acompañados, y sobre todo con motivación en su dolor. Los sacrificios motivados se hacen con gusto. Pensemos en los sacrificios que hacen los deportistas para estar bien preparados, o los que hacen las jóvenes modelos para mantener su figura. Los católicos tenemos una motivación maravillosa: mi sufrimiento colabora con el de Cristo para la redención del mundo. El dolor unido a la Pasión de Cristo lo sublima y ennoblece. No hay muerte más digna y más dichosa que la aceptada en estado de gracia y en paz con Dios. Por eso conocemos tantos católicos, que en medio de sus sufrimientos, son felices. Y en caso de muerte son importantísimos los auxilios espirituales.
Por eso en septiembre de 1989, la Conferencia Episcopal Española redactó un TESTAMENTO VITAL que, entre otras cosas, dice: “El que suscribe pide que no se le practique la eutanasia activa, ni se le prolongue irracionalmente el momento de morir, sino que en caso de muerte desea la compañía de sus seres queridos y el consuelo de su fe cristiana”.
Jorge Loring, S.I.