Mientras la Iglesia celebra, con motivo de la fiesta de la Anunciación de la Virgen y de la Encarnación del Hijo de Dios las Jornadas a favor de la Vida desde la concepción hasta su fin natural, hay otros, como don Juan José Tamayo , director de la cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III, así como Secretario General de la Asociación de Teólogos Juan XXIII que se unen a esta fiesta a su manera, publicando el mismo 25 de Marzo en “El Periódico” un artículo titulado ”La eutanasia, ¿ opción cristiana?” en el que la respuesta es por supuesto un sí.
Nuestro teólogo defiende la eutanasia y califica a los obispos españoles y a quienes estamos en sintonía con ellos de “moralistas de vía estrecha” y nos dice: “Lejos de constituir un progreso, (la eutanasia) es para ellos un retroceso que, citando a Juan Pablo II, responde a ‘la cultura de la muerte’”, dándonos a favor de su tesis estas razones “que me parecen difícilmente refutables: 1. En la profundidad de la persona se encuentra el lugar de decisión de la persona sobre uno mismo; 2. La eutanasia es una opción cristiana, y lo es desde la defensa de la vida en plenitud en el más genuino sentido evangélico; 3. El cristianismo no reconoce sentido redentor al sufrimiento, sino que lucha contra él y contra las causas que lo provocan”.
No es difícil ver en el punto uno un relativismo que hace que considere que la conciencia es el último criterio de moralidad, en lo que podemos estar conformes, pero se olvida por completo que nuestra conciencia y nuestra acción moral no debe hacer lo que le venga en gana, sino buscar qué es lo que Dios quiere de mí en este momento y para ello la enseñanza de Jesús y el Magisterio de la Iglesia son unas referencias que debemos tratar de seguir. En cuanto al número dos hay un mandamiento que dice, ya desde el Antiguo Testamento: “No matarás”. Y sobre el número tres, yo pensaba que los sufrimientos de Cristo en la Cruz y nuestros propios sufrimientos tienen un valor redentor, aunque nos es legítimo hacer la misma petición que hizo en el huerto de los Olivos Jesús: “Padre, si es posible, pase de mí este cáliz” (Mt 26,39) y por ello podemos luchar contra el sufrimiento.
La postura de la Iglesia es muy clara; El Catecismo de la Iglesia Católica dice: “La eutanasia voluntaria, cualesquiera que sean sus formas y motivos, constituye un homicidio. Es gravemente contraria a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador” (nº 2323). Y en qué consiste realmente la eutanasia y nuestra actitud ante la enfermedad nos lo expresan los obispos españoles en su Testamento vital que dice literalmente: “Pido que si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplique la eutanasia activa, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos. Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte. Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana. Suscribo esta Declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad”.
Creo que el pueblo cristiano tiene derecho a que no se le engañe. La postura de don Juan José Tamayo va claramente contra lo que enseña la Iglesia católica y no es compatible con ella. Es un auténtico caballo de Troya que lo único que hace es generar confusión, acogiéndose además para ello a nombres tan respetables y católicos como Juan XXIII. Esto hay que decirlo con toda claridad, porque si no la gente piensa: “unos teólogos dicen una cosa y otros otra. Que se aclaren”. Tenemos que enseñar a la gente que si quieren seguir a Cristo y su evangelio, donde está Cristo está su Iglesia y su Iglesia está donde está el Papa y el Magisterio de la Iglesia. Un teólogo católico no puede permitirse discrepancias tan graves.
P. Pedro Trevijano, sacerdote.