Pasó la conmoción del derrumbe de la Mina San José y la incertidumbre respecto de la vida de 33 mineros, de la cual nada se supo por más de dos semanas. Comienza a pasar la euforia que se produjo cuando nos enteramos de que los 33 vivían. Ahora comienza el trabajo para sacarlos de su oscuro encierro a setecientos metros bajo tierra, lo antes posible. Mientras se trabaja, y para pensar sobre el a veces sombrío panorama de nuestro Chile de cada día, podemos reflexionar sobre algunas luminosas lecciones que esos mineros han estado enviando a la superficie. Las han enviado a través de cartas a sus familias, a través de imágenes, de conversaciones.
Esas lecciones provienen de la organización que han hecho de la que es y será su vida por un par de meses más, desde el derrumbe hasta el esperado rescate.
Primera Lección
La vida es un don recibido de Dios. A Él hay que agradecérsela aun cuando ella se posea precariamente. A Él hay que ofrecerla. A Él hay que ordenarla. Los mineros a setecientos metros bajo tierra prepararon un lugar especial para rezar. Han rezado y han pedido oraciones. Es que saben que a fin de cuentas las esperanzas tienen sólo a Dios como depositario. Los hombres podrán cooperar con la obra de Dios, pero si Dios no sustenta su actividad, ella no produce el fruto deseado. Es cierto, el éxito del rescate depende de cuán bien trabajen todos los hombres que están comprometidos en él. También de cuán bien funcionen las máquinas que se están usando. Pero eso no disminuye un ápice el hecho de que al final todo depende de Dios. Lección de religiosidad, de piedad, de humildad, a fin de cuentas, de cómo ser un buen hijo de Dios.
Segunda Lección
Ante una patria que los miraba admirados cuando recién se establecía contacto con ellos, los mineros sin dudar mucho reaccionaron cantando el himno patrio. En ese canto, es fácil imaginar, se encerraba el amor de esos mineros por sus familias, las ganas de vivir, las ganas de salir de su encierro y las renovadas esperanzas de que podrían hacerlo, el desahogo apasionado luego de 17 días de angustiosa incertidumbre, la decisión firme de enfrentar su dura situación de manera de volver a su vida normal y, finalmente, todo eso, como miembros de una comunidad mayor en la que sus vidas, sus amores, sus angustias y esperanzas, sus pasiones y elecciones tienen sentido: Chile, esa patria que con sus grandezas y pequeñeces, bien vale la pena ser vivida, gozada y sufrida. Lección de patriotismo.
Tercera Lección
Han organizado su vida en comunidad de tal manera de que todos cooperen con el bien del grupo. Se trata de que todos juntos y cada uno esté lo mejor posible hasta que sean rescatados. Todos están haciendo algún trabajo por su forzada comunidad, aunque no sea mucho lo que puedan hacer. Todos supieron asumir el sacrificio personal del hambre para aumentar la probabilidad de supervivencia de todo el grupo. Organizan sus tiempos, sus comidas, sus horas de sueño, sus juegos. Se preocupan de los más débiles. Aun han sabido separarse en grupos para sortear los roces que son inevitables en cualquier grupo humano, pero que en este caso es especialmente importante hacerlo dada la extraordinaria situación en la que se encuentran. Lección de convivencia: cuando se vive para otros y no sólo para sí mismo, se vive mejor.
Cuarta lección
Entre ellos ha habido ejercicio de autoridad. Uno de estos mineros ha tomado la dirección del grupo, ha guiado, ha coordinado, ha ordenado, ha apoyado, ha animado, ha consolado. Pero también ha sabido compartir esa autoridad. Hay decisiones conversadas y comunes, pero al mismo tiempo guiadas por quienes tienen mejor cabeza, mayor liderazgo, mejor presencia de ánimo. Hay grupos cada uno con su cabeza. Y las cabezas no ahogan los cuerpos ni los cuerpos pretenden moverse independientemente de sus cabezas. Lección de verdadera autoridad, por unos, y de leal seguimiento de lo ordenado, por otros.
Quinta Lección
Se les ofrecieron revistas, pero pidieron libros. Lección de inquietud intelectual que tanta falta hace no sólo a nivel general, sino incluso en muchos ambientes “intelectuales”. Lección de cultura y educación de unos mineros que han probado que lo suyo no es sólo el trabajo físico y, con ello, han enseñado que no sólo de pan vive el hombre. Aun en las circunstancias más adversas, más físicamente adversas.
Sexta Lección
Los mineros en su encierro cantan. El canto es la típica manifestación de un alma alegre. Esa alma que, aun sufriendo los peores problemas, y sin que desaparezca la angustia por ellos, desborda, sin embargo, deseos de vivir y esperanza. Lección de alegría.
Séptima Lección
Un alma ordenada a Dios, amable, generosa, trabajadora, educada, alegre, requiere de un ambiente físico compatible: los mineros aun viviendo en el polvo y hasta en el barro, se han preocupado de tener un ambiente físico lo más limpio y ordenado posible. Lección de higiene humana: cuerpo y entorno limpio porque es necesario para un alma limpia y grande.
José Luis Widow Lira
Publicado en Viva Chile
