El cambio de guardia que se está produciendo en el vértice de la Congregación vaticana para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica pone todavía más nerviosos a los jefes de los Legionarios de Cristo y herederos de su indigno fundador Marcial Maciel. El prefecto de la Congregación, el cardenal Franc Rodé, que era el último gran protector de los Legionarios, está, en efecto, a punto de ser sustituido por haber superado el límite de edad. No se conoce todavía el nombre de su sucesor, pero entretanto ya ha sido nombrado el nuevo secretario de la Congregación.
Es el arzobispo Joseph Tobin, nacido en Estados Unidos e hijo de una familia irlandesa, con experiencia pastoral entre los católicos de lengua española, ex Superior general de los Redentoristas, congregación fundada en el siglo XVIII por san Alfonso María de Ligorio. En una entrevista concedida a John Allen, del "National Catholic Reporter" poco después de su nombramiento, Tobin dijo, a propósito de los Legionarios y de las decisiones tomadas sobre ellos por Benedicto XVI:
"En los medios de comunicación y en otros ámbitos se ha construido un castillo de naipes para presentar a Benedicto XVI como alguien que no toma medidas o es débil con los abusos sexuales de los sacerdotes. Pero entonces deben explicar por qué una de las primeras cosas que hizo como Papa fue poner fuera de juego a Maciel. Esta acción vale más que mil palabras, porque yo estuve en Roma y vi la increíble cobertura de la que gozaba Maciel. El simple hecho que Benedicto XVI haya actuado así y lo haya hecho con rapidez, es una clara señal que este Papa se toma las cosas en serio al corregir este tipo de asuntos. Teológica y espiritualmente, pienso que los Legionarios se encuentran frente a enormes dificultades, dado el fortísimo relieve que la vida religiosa tiende a dar a la persona y a la inspiración del fundador. [...] También desde el punto de vista afectivo es tremendo el desconcierto".
En efecto, a pesar que las autoridades vaticanas han hecho de todo para cortar el vínculo entre los Legionarios de Cristo y su fundador –hasta definirlo en el comunicado del 1 de mayo de 2010 como hombre "privado de auténtico sentimiento religioso"– en la vida cotidiana de sus comunidades de todo el mundo la figura de Maciel sigue teniendo visibilidad y peso.
Además, si bien es verdad que los plenos poderes en el gobierno de la Legión pertenecen hoy sólo al Delegado papal, el arzobispo Velasio De Paolis, no es menos cierto que los anteriores jefes siguen hasta ahora en sus puestos y mantienen un ascendiente fortísimo sobre gran parte de los religiosos, derivado de la total comunión de vida que ellos tuvieron con el fundador.
Sobre los comportamientos indignos de Maciel ellos siguen afirmando que desconocieron todo hasta después de su muerte en el año 2008. Pero las autoridades vaticanas no piensan así en absoluto. Han estado convencidas siempre –y lo hicieron saber en el comunicado del 1 de mayo– que en torno a Maciel se había constituido en el curso de los años un "sistema de poder" y "un mecanismo de defensa" que era consciente de sus felonías.
Se sabe que, protegido por estas complicidades, Maciel tenía el descaro de pasar los fines de semana con sus amantes y sus hijos en España y en México, con los gastos a cargo de la Legión; de tener cerca de sí a sus amantes –que se hacían pasar como benefactoras– en la casa de descanso de los Legionarios en la costa amalfitana; de llevar a sus hijos a las audiencias de Juan Pablo II, que desconocía estos hechos; de proclamarse inocente de los innumerables abusos sexuales perpetrados contra jóvenes y niños de los que fue acusado.
La carta que se reproduce a continuación es prueba de cuánto influye todavía la figura del fundador sobre la vida de sus seguidores. El autor de la carta, el padre Peter F. Byrne, es un sacerdote de la Legión, irlandés, que trabaja en una parroquia de Cancún, en México, junto a otros dos sacerdotes de su misma Congregación.
En la carta, dirigida al Director general de la Legión, Álvaro Corcuera, el padre Byrne no sólo lamenta que sigan apareciendo las imágenes de Maciel por todas partes y que su aldea natal, Cotija de la Paz, siga siendo una destino ligado a su memoria. Denuncia también que entre los Legionarios perdura una práctica "nefasta" que era habitual con Maciel: la de acercarse a personas y familias, clasificadas según su riqueza, con la única finalidad de recaudar dinero. A partir de todo esto, el padre Byrne llega a la desconsoladora conclusión que "las estructuras de poder que impuso Maciel siguen vigentes hasta el día de hoy".
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Todo sigue igual...
México, 27 de julio de 2010
Estimado en Cristo P. Álvaro,
Acudo a usted de nuevo con dolor y vergüenza. El dolor aumenta con el convencimiento de que enviarle esta carta es un ejercicio inútil, como lo han sido otras cartas y sugerencias a usted y a varios superiores. Pero el silencio no es una opción, pues me hace cómplice de aquél que abusó y robó la vida a hermanos nuestros.
En estos días en que he tenido el honor de visitar algunas casas legionarias (y de ser recibido con mucha caridad) he constatado con mis propios ojos que en varias de ellas hay fotografías del pueblo de Cotija, de la casa de Cotija, e increíblemente en 3 lugares (San Salvador, Cancún y Cañada) hay fotos del P. Maciel rodeado de apostólicos o de los primeros grupos de legionarios.
¿Cómo es posible, Padre Álvaro? ¿Qué mensaje estamos mandando a las víctimas del P. Maciel? ¿Es ésta la manera de acoger el comunicado del 1 de mayo de 2010? P. Álvaro, por Dios y en honor de aquellos que sufrieron el horror del abuso, la agonía del desprecio y del olvido le suplico que ordene que se quiten las fotos del abusador, de la casa donde nació, del pueblo que le acogió y de la fundación que propició aquellos actos que hirieron a la inocencia y han traído tanto descrédito a la Santa Iglesia.
Igualmente le suplico que dé indicaciones para que todos los retiros en Cotija se hagan en un tono de reparación, que el cuerpo del P. Maciel sea trasladado desde el altar central a una de las gavetas laterales donde están los demás legionarios (para que en el centro esté presente solamente Cristo).
Sugiero que la casa del difunto sea convertida en una casa de reparación y de adoración perpetua y que el museo sea convertido en un museo para recordar a sus víctimas y garantizar que jamás sean olvidados.
Finalmente sugiero que se regale a la diócesis la casa de arriba (CCI) que podría utilizarse como seminario/ casa de retiros o un lugar para la recuperación de sacerdotes alcohólicos o viciosos. Así haríamos un gesto de reparación a la Iglesia de México tan desacreditada por culpa nuestra.
Igualmente he constatado que en México se siguen teniendo las reuniones de líderes con las infames listas que dividen las personas y las familias en triple A, doble A, etc., en las que se ponen los nombres de los sacerdotes que tienen que “cultivar” estas familias y luego sacarles dinero.
Padre Álvaro, es una práctica inmoral que va contra el principio que las personas jamás pueden ser utilizadas como medios para un fin. ¿Cómo puede un sacerdote acercarse a una familia con una intención tan mundana? ¿Cómo puede un sacerdote utilizar los sacramentos, la amistad o la dirección espiritual con una segunda intencionalidad?
Esta es la metodología que institucionalizó el difunto fundador que vivió sin escrúpulos. ¿Cómo vamos a reformar las Constituciones cuando ni siquiera podemos quitar prácticas tan obviamente inmorales? ¿Cómo vamos a tener el valor de identificar un carisma cuando no podemos identificar verdaderas injusticias?
¿Cómo vamos a tener una cultura de transparencia y honestidad cuando tenemos listas de personas divididas en categorías y tratamos con ellas por motivos pecuniarios? ¿Cómo vamos a convencer a las personas de nuestra rectitud de intención en el trato con ellos? ¿Qué van a sentir las personas cuando sepan que están en estas listas nefastas?
En realidad, Padre, no espero ninguna acción. No ha cambiado nada desde dentro en todo el tiempo de la crisis, todos los cambios vienen desde fuera (Visitadores, Vaticano, presiones de la prensa o de las conferencias episcopales).
Todo sigue igual –hasta las malditas fotos del abusador en las paredes de las casas– para recordarnos las estructuras de poder que impuso el P. Maciel y que siguen vigentes hasta el día de hoy. Seguimos siendo víctimas del P. Maciel porque no tenemos ni Padre ni Pastor que nos saque de este pantano en el cual estamos metidos.
Me despido de usted,
Afmo. en Cristo,
P. Peter F. Byrne L.C.