El amigo fiel

Estamos ante una vocación netamente cristiana: sacerdotes, religiosos y laicos, todos estamos llamados a mirar al Señor en la Eucaristía, a nutrirnos del don de su Pan consagrado, a repartir con amor el Amor que en esta Presencia se significa.

Queridos hermanos y amigos: Paz y Bien. Era el mismo Jesús. Eran también los mismos discípulos. Así durante aquellos tres años inolvidables de convivencia inmerecida. Ellos observaban al Maestro sin igual, y tan pronto le veían madrugar los días o trasnochar las tardes para ponerse a la escucha de cuanto el Padre le decía, como tan pronto le veían acompañar las soledades de los desdichados, saciar el hambre de multitudes mendigas, enjugar lágrimas de gente sin esperanza o bendecir niños que tenían por delante toda la vida.

Era el mismo Jesús, sí. Y eran también los mismos discípulos quienes estaban convocados para ver y escuchar a todo ese inmenso Jesús. No había discípulos especializados en el Jesús de las parábolas, u otros que se contentaban con el de los milagros, o con el Jesús de las plegarias… Todos los discípulos ante todo aquel Jesús.

Nos sucede a los cristianos lo mismo: si comulgamos al Señor, hacemos nuestro todo lo que es Dios Amor y lo que Dios ama. La comunidad cristiana lo vive recordándonos a través del año litúrgico los diferentes aspectos del Señor en su infinita in-abarcabilidad. Pero hay fechas en las que los cristianos nos fijamos en un aspecto del Señor, en un aspecto tan especialmente importante que incluye de golpe todos los demás: su presencia bienamada, la santa Eucaristía en donde Cristo resucitado prometió acompañarnos todos los días hasta su regreso al final de los tiempos.

La presencia amable y querida de Jesús en la santa Eucaristía, ha generado en la vida de la Iglesia tantas comunidades cristianas  que tienen una particular vinculación con el Señor en su blanca presencia eucarística. Es en torno a la Eucaristía en donde los cristianos se reúnen cada mañana para ofrecer un nuevo día y cantar las alabanzas primeras; es allí en donde celebran la fortaleza del Pan santo que nutre y sostiene; es también ahí en donde al caer de cada tarde se vuelve a convocar a los hermanos para dar gracias y para seguir pidiendo gracia. Estamos ante una vocación netamente cristiana: sacerdotes, religiosos y laicos, todos estamos llamados a mirar al Señor en la Eucaristía, a nutrirnos del don de su Pan consagrado, a repartir con amor el Amor que en esta Presencia se significa.

No en vano, los dos días del año más eucarísticos (el Jueves Santo, cuando recordamos la institución de la Eucaristía y el Corpus Christi cuando le adoramos y le sacamos en procesión por nuestras calles), son también dos días hondamente solidarios. El día del amor fraterno y el día de cáritas, tienen su nexo y su razón de ser en lo que significa Jesús en el santo sacramento del Altar. Postrados ante Jesús amemos su Presencia amando al mismo tiempo todo y todos los que Él ama, como los amó el Amigo fiel.

Recibid mi afecto y mi bendición.

 

+ Jesús Sanz Montes, ofm, Arzobispo de Oviedo, Adm. Apost. de Huesca y de Jaca

 

1 comentario

blanca
que grande y que misericordioso es nuestro rey y pastor , que humildad de dejar que lo comamos para participar de su vida mi comentario es que viva por siempre cristo nuestro rey
1/06/10 3:04 AM

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