“Cirugía fina del Banco de España para salvaguardar la solvencia y los depósitos de Cajasur”. Son palabras de A3 TV, del Grupo Planeta, que algunos aún consideran el único canal de TV de alcance nacional y de derechas. Bueno, de derechas no sé si es y tampoco importa mucho, pero el caso es que todos los medios han aceptado como borreguitos la tesis oficial sobre Cajasur: los curas no han sabido gestionar una caja de ahorros y encima se han puesto tercos al no aceptar ser absorbidos por Unicaja, como quería la Junta de Andalucía, tan imparcial ella. Así que el Banco de España, tan imparcial él, se ha visto obligado a intervenir.
Ya se sabe que las mayores mentiras corren paralelas a la verdad, peligrosamente próximas, aunque nunca lleguen a tocarse. Sí, la tesis oficial, todo lo anterior, constituye la verdad, nada más que la verdad… pero no toda la verdad.
El caso Cajasur, salvando la distancia del tamaño, se parece algo al del Banesto de Mario Conde. Veamos: ¿Banesto estaba mal como banco? Sí, estaba fatal, mucho peor que Cajasur. ¿Fue ésa, la económica, la única razón de la intervención? No, fue una de las razones, pero no la única razón: También se trataba de cargarse a Mario Conde, al que Felipe González consideraba un enemigo político.
Pues lo mismo pasa con Cajasur, porque el Banco de España y el PSOE le tenían mucha manía a la caja de los curas, sostén accionarial de empresas que no le gustan nada al PSOE como, por ejemplo, la cadena COPE.
¿A mí me gustó la caída de Mario Conde? Sí, porque no me gustaba nada el personaje. Ahora bien, ¿mienten los felipistas cuando dicen que no se intervino por razones políticas? Sí, mienten. Y para ocultar su mentira se inventaron los 600.000 millones de pesetas de agujero. Agujero había sí, pero no de esa magnitud. Al final, la intervención de Banesto fue una merienda de negros donde Felipe González –y, de rondón, José María Aznar– logró laminar a su principal enemigo en las encuestas y, de paso, colocar al Rey de España de rodillas. Y, de paso, Emilio Botín se encontró con el mejor regalo de su vida y convirtió al Santander en el primer banco del país.
Ahora vamos con Cajasur. ¿Cajasur era solvente? No lo suficiente, porque su coeficiente de recursos propios era inferior al requerido y su mora muy elevada. Pero una de las razones de esa solvencia frágil era el acoso –dos lustros de acoso– al que ha venido siendo sometida por la socialista Junta de Andalucía, a la que recientemente se ha unido el gobernador socialista del Banco de España y por la Unicaja del socialista Braulio Medel, el cajero que aplaza siempre su jubilación porque siempre tiene una caja que absorber (para reflotarla, por supuesto). Era la caja de los curas y había que cargársela a cualquier precio. Porque, un ejemplo entre muchos, mientras la socialista Caja Granada financiaba la primera masacre de embriones humanos, Cajasur colaboraba accionarialmente con la COPE y contribuía al lanzamiento de una televisión católica, Popular TV. Do you understand?
Ya desde los tiempos de Magdalena Álvarez como consejera de Economía de la Junta, la entidad cordobesa fue sometida a un acoso constante y manifiestamente ilegal. Pero la ilegalidad nunca ha preocupado mucho a la Junta de Andalucía, ni con Manuel Chaves ni con Griñán que ahora exige, pura casualidad, que Unicaja se coma a Cajasur… una vez saneada con dinero de todos.
Hay que tener cara dura para asegurar ahora que el Obispado de Córdoba se negó a la políticamente correcta solución de ser absorbida por Unicaja, presidida por el mayor jeta de la Andalucía oriental, el socialista Braulio Medel.
Ingenuos como palomas, los curas cayeron en la trampa de ir a una fusión sin armarse del correspondiente banco de inversión. Como se sabe, para toda negociación se contrata a un banco de inversión, o a varios, y se les paga a precio de oro con la única condición de que concluyan lo que tú quieres que concluyan. Medel contrató a los superjetas de Boston Consulting Group, con quien mantiene estupendas relaciones e incluso ha realizado fichajes de Boston que han acabado, mejor pagados, ‘of course’, en Unicaja.
Naturalmente, Boston ni puso ni quitó rey pero ayuda a su señor. Su dictamen fue que, en la pretendida fusión Unicaja-Cajasur, ésta última debería despedir a 1.000 de sus 3.000 trabajadores. Unicaja a ninguno. Y, lo más vergonzoso de todo, para demostrar que se trataba de un proceso limpio, CCOO y UGT aprobaron el plan de cargarse a un tercio de la plantilla de la entidad. ¡Cosas veredes, Sancho!
¿Garantizar los depósitos de Cajasur con dinero público? ¡A otro perro con ese hueso! El dinero del FROB son créditos al 7,75%. No, lo que se pretende con la intervención es cargarse Cajasur, sanearla con dinero público y que Unicaja, uno de los nuestros, una caja socialista, se quede con la parte buena sin pagar por ella.
¿Imparcialidad del Banco de España? Por favor, dejemos a un lado el sectarismo de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que merecería varios capítulos aparte. ¿Así que Cajasur estaba quebrada, término siempre criticado por el supervisor pero que en este caso filtran a la prensa con entusiasmo? ¡Anda ya! Cajasur estaba acosada pero su situación, al menos cuando comenzó la crisis financiera, cuando no era perseguida por la autoridad encargada de velar por su buen estado de salud, era más risueña y firme que la de, por ejemplo, Caixa Catalunya, la CAM, Bancaja, Caixa Galicia y, no digamos nada, Caja CaStilla-La Mancha.
De caja quebrada nada. Es verdad que la gestión última de los curas ha resultado lamentable por lo de siempre, por no confiar en laicos profesionalmente capaces y sinceramente cristianos -que los hay-. Ahora bien, de quebrada nada. Aquí se está exagerando para arrebatarle a la Iglesia uno de los escasos activos financieros que le quedaban. Y a lo mejor es bueno que la Iglesia, una de cuyas glorias históricas es la de haber creado los montes de piedad y cajas de ahorros para luchar contra la usura y facilitar el crédito a los pobres, así como para dedicar el dividendo a obra social, se dedique a lo suyo: a predicar y evangelizar. Hasta el final, el Obispado de Córdoba ha luchado por salvar los puestos de trabajo de Cajasur lo que no habría hecho ningún gestor progre y moderno.
Pero encima que no tengan las desvergüenza de decir que lo hacen por su bien. El PSOE –y el PP calladito– ya tiene un culpable, los curas, y con eso les basta: son capaces de exagerar la mala situación de la banca española, desprestigiando aún más a la marca España SA, que bastante desprestigiada está. Todo vale con tal de darle una toba al cura.
Por lo demás, si estaba quebrada, que la dejaran quebrar. Esto no ha sido una intervención, ha sido una confiscación de un bien eclesial por odio a la Iglesia. Dios escribe derecho con líneas torcidas y a lo mejor la intervención, un hachazo para la Iglesia, resulta, a la postre, buena para la Iglesia. De acuerdo, pero que estos caraduras no me hagan comulgar con ruedas de molino.
Eulogio López, Director de Hispanidad.com