El 11 de febrero de 2010 la revista Newsweek publicó en su portal digital un artículo de Lisa Miller, editora de religión de ese semanario, titulado Crisis de fe en la universidad de Harvard. El subtítulo era todavía más sugerente: “¿Puede una universidad secular abrazar la religión sin sacrificar su alma?”.
Miller da espacio a detractores y a quienes argumentan a favor de la religión como asignatura en la universidad, concretamente en la de Harvard (nacida en contexto cristiano y hoy secularizada), si bien la pregunta del subtítulo se puede extender a las universidades de todo el mundo.
Más allá de las posturas reflejadas en el artículo, es interesante destacar uno de los puntos ahí recogidos: los universitarios y profesionistas cada vez saben menos de religión.
Podría pensarse que es algo sin trascendencia, pero el hecho es que en una época donde se predica tanto la tolerancia, en buena medida ésta viene alimentada de la ignorancia que hay sobre temas religiosos.
Considerando, además, que la religión es fuente de cultura, que la ha permeado y le ha dado forma (a decir verdad con matices diversos en oriente y en occidente), es significativo que muchos ya no conozcan el origen de expresiones, festividades, palabras, valoración del arte sacro, la aportación de la religión a la ciencia, etc.
El artículo de Miller da un paso más al señalar sutilmente que sin conocimiento de la religión no es posible un diálogo con la gente religiosa: ¿cómo se les puede comprender si no se les conoce, si no sabe qué piensan y por qué lo piensan así? Desde luego –y esta es reflexión mía– que más allá de la marca de conservadores, radicales o totalitarios, las personas religiosas poseen motivos racionales de fondo pero muchas veces se desconocen porque se diluyen en el estigma gratuito de los eslóganes construidos que evitan pensar.
Jorge Enrique Mújica, LC