«Es entre los jóvenes de entre 18 y 25 años donde el incremento es más fuerte: el 36% de los bautizados tiene entre 18 y 25 años, un buen motivo para mantener la esperanza contra toda esperanza. Y prueba de que no existe una edad para solicitar el bautismo, ¡algunos catecúmenos tienen más de 80 años!», informa Boulevard Voltaire. Una tendencia confirmada y en aumento: en la Pascua de 2024, los bautizados fueron 7.135 adultos, con un incremento de más del 30 % respecto a 2023. «Una noticia alentadora, en un momento en el que nuestra sociedad parece ser devorada por el islamismo rampante, nuestras antiguas raíces cristianas no están aún muertas y enterradas; mejor dicho: están viviendo un resurgir y una vitalidad que sigue sorprendiéndonos». Los bautismos entre los adolescentes han registrado incluso un aumento del 50 %.
La representante del catecumenado de adultos y jóvenes de Grenoble, ciudad al pie de los Alpes famosa por su dinamismo cultural, sus universidades y la práctica de deportes de invierno, no da crédito a lo que ve: «¡Una de nuestras capellanías estudiantiles ha registrado 25 solicitudes en septiembre, frente a las tres o cuatro habituales!». Quienes han pedido ser acogidos en la Iglesia católica, según informa el sitio, a menudo han sido conmovidos por la belleza de la liturgia, el silencio de una iglesia o el testimonio de vida de un amigo. Hay sed de verdad, de sentido y de pertenencia; sobre todo, aunque no se sepa, como recordaba San Juan Pablo II a los jóvenes, es Cristo a quien el corazón del hombre está buscando. Todas estas son noticias alentadoras.
Pero no para Libération(*), periódico fundado, entre otros, por Sartre, quien quizá ahora confirmaría: el infierno son los otros (que se convierten a la fe católica). Una constatación ante la que, sin embargo, en la redacción no consiguen rendirse, perdidos en los habituales bucles intelectualoides según los cuales no es posible ser racional y moderno y al mismo tiempo creer en Dios, especialmente si es el Dios de la revelación y de la tradición católica. A esto se suma que, para los de *Libé*, la montaña de escándalos y abusos sexuales en la Iglesia debería haber disuadido incluso a los más audaces y obtusos entre los jóvenes; sin embargo, piden el bautismo y quieren conocer las enseñanzas de una fe que cada vez más demuestra ser capaz de responder a su sed.
En primer lugar, porque la reconoce y la toma en serio, no la menosprecia reduciéndola a un «malestar juvenil», esa especie de acné más o menos molesto según la genética, destinado tarde o temprano a desaparecer. La fe no desaparece, la Iglesia no muere, el corazón del hombre sigue estando hecho como Dios lo quiso: inquieto hasta que descanse en Él. A los editorialistas de Libération, por tanto, les convendría tomar aire y ponerse a la tarea de laicizar aún más radicalmente una sociedad que les había dado muchas satisfacciones: educación religiosa reducida al mínimo histórico, ignorancia de sus propias raíces, asimilación de los principales dogmas laicistas inculcados desde la escuela infantil, vastos campos abiertos para la difusión del islamismo.
Y sin embargo, el hambre de trascendencia no se calma y no será la sociedad laicista la que llene este vacío, porque insiste en responder solo con materialismo e individualismo a una necesidad que los sobrepasa, provocando, en los jóvenes, incluso asco. Están hartos de lo políticamente correcto, no lo soportan más: «Cada vez más jóvenes no quieren este mundo wokista y deconstructivo que los periodistas de Libération están creando, confían en el futuro, pero no en el que propone la izquierda de Libé», añade el abad Matthieu Raffray, profesor de filosofía y teología. En el fondo, cabe desear y rezar para que los mismos defensores del laicismo más extremo, tan celosos en su rencor anticatólico, lleguen a experimentar a su vez una náusea finalmente saludable y beneficiosa. Porque incluso el corazón de los de Libé, lo sepan o no, está hecho del mismo modo que el de los jóvenes que están pidiendo el bautismo.
Paola Belletti
Publicado originalmente en Il Timone
(*) Libération es un diario francés de izquierda, fundado en 1973 por Jean-Paul Sartre y Serge July, entre otros, tras el movimiento social de mayo de 1968. Surgió como un medio de contracultura, con una fuerte orientación política revolucionaria y anti-establishment.
Con el tiempo, Libération ha evolucionado hacia un periódico más convencional, pero manteniendo una línea editorial progresista. Aborda una amplia gama de temas, como política, cultura, economía y sociedad.