Los enemigos del cristianismo llevan dos mil años intentado deshacerse de él por todos los medios posibles, y una y otra vez se ha repetido la misma historia: los propios esfuerzos por derrocarlo sólo han servido para darle un nuevo vigor, y los enemigos han caído uno tras otro en el camino mientras la Iglesia católica seguía su marcha milenaria. Del mal que se emplea contra el cristianismo Dios siempre sabe derivar un bien que ninguna mente humana podía prever. Estos días hemos asistido a un nuevo capítulo de esta antigua historia.
Planteemos de inicio un problema: ¿Cómo podría Dios conseguir que en España, y en esta época tan contaminada por el laicismo, aumentara súbitamente el interés por el Rosario y creciera asimismo el número de personas que lo rezan? La cuestión parece en un primer momento fácil de resolver, pero tiene más aristas de lo que parece. Alguien poco versado en cuestiones teológicas podría responder con aire satisfecho: «facil: si Dios quiere que más gente rece el Rosario, no tiene más que aparecerse al mundo entero y decirlo». A primera vista parece logico; sin embargo, esto provocaría una contradicción, ya que entonces casi todo el mundo rezaría aparentemente el Rosario, es cierto, pero nadie lo haría con fe, por lo que su efecto quedaría anulado. Y es que entonces nadie creería en Dios, sino que todos sabrían con certeza que existe, por lo que, sin mencionar las consecuencias catastróficas en el plano moral, nadie rezaría auténticamente el Rosario.
¿Y si nos hiciera llegar el mensaje a través del ministerio de sus ángeles? Es evidente que el resultado sería el mismo, puesto que el hecho de que Dios nos hable directamente o lo haga por mediación de sus ángeles nos devuelve siempre al mismo problema, el de la certeza de su existencia y por tanto la aniquilación de la fe.
Todavía podría pensarse que la mejor solución, dados estos inconvenientes que acabo de exponer, es que sean los sacerdotes o personas santas entre el laicado quienes se encarguen de hacer esta apología del Rosario y de explicarnos todos los beneficios que nos podría reportar. Pero esto es precisamente lo que llevan haciendo desde hace siglos, y aunque su contribución no ha sido en vano, de lo que tratamos ahora es del modo de inspirar un súbito y general interés por el Rosario, lo que no parece poder producirse utilizando los mismos medios que, aunque efectivos, han demostrado no tener la capacidad drástica que estamos buscando.
Así expuestas las cosas, vemos que la solución no se presenta tan fácilmente y que los problemas se multiplican con cada hipotética vía de actuación. Las opciones se reducen con cada nueva consideración, y la cuestión acaba por parecer insoluble.
Pero veamos ahora cómo ha actuado Dios recientemente. En primer lugar, ha inspirado a un grupo de católicos para rezar el Rosario en las manifestaciones que han tenido lugar en varias ciudades de España, y particularmente en Madrid, contra la amnistía a los prófugos separatistas. La policía, siguiendo las órdenes de un Gobierno abiertamente anticristiano, procedió a detener, multar e intimidar a algunos de esos católicos, algo que, por supuesto, Dios había previsto. A su vez, esa actuación policial despótica ha generado un vivo interés por el Rosario, despertando la curiosidad de muchas personas que sólo estaban interesadas en la cuestión política. La solución, como se ve, es admirable. Si el hombre más santo del mundo les hubiera hablado a esas personas de los beneficios de rezar el Rosario, pocas le hubieran escuchado, y mucho menos obedecido; pero que el Gobierno más mentiroso y corrupto que ha existido jamás en España persiga el Rosario y lo odie con tanta fuerza, ha hecho sospechar a muchos que algo bueno debe encontrarse en esa oración. Esos políticos corruptos le han dado, sin saberlo, el mejor elogio posible: su desprecio.
Así es como muchos que ya conocían el Rosario pero habían descuidado su práctica, han empezado a rezarlo ahora con más frecuencia, y otros que apenas lo conocían y nunca lo habían rezado, han comenzado a hacerlo ahora en un gesto de resistencia contra la tiranía y el abuso de poder. Por supuesto, no es lo ideal rezar el Rosario simplemente como gesto político, pero Dios puede servirse en un principio y momentáneamente de ese sentimiento de indignación para que la propia oración vaya haciendo luego su efecto y abriendo los corazones a la dimensión puramente religiosa.
Dios nos ha mostrado así, una vez más, cómo es capaz de sacar el bien del mismo mal y de conquistar una nueva victoria a costa de sus enemigos. A partir de la tiranía de unos políticos infames que persiguen la cruz con una rabia demoníaca, y que no respetan el derecho de los españoles a manifestar la fe católica públicamente, ha logrado aumentar el interés por el Rosario y que por ese medio algunos encuentren el camino de su salvación. Quién sabe, puede que incluso muchos de esos enemigos que hoy persiguen nuestra fe se beneficien algún día de este plan de Dios, y por una serie de conexiones que ya no podremos rastrear entonces, acaben convirtiéndose por la influencia del mismo Rosario que hoy intentan impedir. Que nuestra santa venganza sea pues rezar por su conversión, pues de ese modo, si se condenan, no nos arrastrarán con ellos por haber faltado a la caridad debida a los enemigos, y si se convierten, podrán algún día decir con nosotros: Dios te salve, Reina y Madre de midericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.