En el refranero español hay unos cuantos refranes sobre la mentira. Cito algunos: Antes se coge al mentiroso que al cojo; la mentira tiene patas cortas; la mentira gana bazas, pero la verdad gana el juego; la mentira no se puede limpiar con más mentiras, las mentiras más infames, se dicen a espaldas de los interesados,; a veces, el silencio es la peor mentira.
La Ideología de Género se basa en una serie de errores y mentiras. Es una burda mentira, ya que niega la realidad del ser humano como hombre o mujer. Como dijo Benedicto XVI: Según esta filosofía, el sexo ya no es un acto originario de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar personalmente de sentido, sino un papel social sobre el que se decide autónomamente… Niega la propia naturaleza y decide que ésta no se le ha dado como hecho preestablecido, sino que es él mismo quien se la debe crear» (Discurso a la Curia Romana del 21 de Diciembre del 2012). Según esta ideología soy yo quien decide libremente si deseo ser varón o mujer, como si yo, varón, no tuviese el cromosoma Y y un aparato genital masculino, bien distinto del femenino. Ahora bien, si yo decido ser mujer, según esta ideología, pues lo soy y se acabó.
El problema de esta ideología y sus afines es que, cuando lo que ellos defienden choca con la realidad, es la ideología la que tiene razón, no la realidad, mientras recuerdo que a mí me enseñaban en el Seminario: «contra el hecho no valen argumentos», que desde luego me parece mucho más serio.
Pero el arma más eficaz para combatir la Ideología de Género es el ridículo. Es lo que hizo un padre norteamericano, en un video que se ha hecho viral, cuando se presentó en una reunión de padres del colegio de sus hijos vestido de romano y diciendo: «Soy Julio César y soy una mujer. ¿Alguien me cree? No, por supuesto, es ridículo». Ese padre continuó diciendo: «amo a mis hijos y debo protegerles, así como el deber de la escuela es actuar en favor de los niños, enseñando verdades y no mentiras, hechos y no cuentos, biología y no una agenda social ideologizada, pues para eso pagamos impuestos y no para que enseñen a nuestros hijos ideologías que les ocasionan confusión y disforia y con las que además no estamos de acuerdo».
Sobre este tema me contaron un chiste que, desgraciadamente, puede suceder en la vida real. Un transexual va al médico, pero exige que el médico le trate de señora. Tras el examen, el médico le dice: «Señora, lamento darle una mala noticia: tiene Vd. un cáncer de próstata».
No hace muchos días cenábamos unos cuantos que en este punto tenemos las ideas claras y nos preguntábamos cuánto podría durar la nefasta ideología de género. Lo veíamos con bastante esperanza, porque un efecto de esta ideología es cargarse el deporte femenino, porque la admisión de atletas trans en competiciones femeninas recompensa a los tramposos y castiga a los inocentes, pero dado que las mujeres no son idiotas, está claro que cada vez más deportistas se negarán a competir con transexuales, pues no puede hacerles gracia que les roben las medallas y las becas. De hecho, ya hay Federaciones que prohíben a los Trans competir con mujeres. Igualmente, cada vez más padres ponen el grito en el cielo ante el hecho que sus hijas adolescentes compartan baños y vestuarios con transexuales. Es también cierto que cada vez hay más gente que se da cuenta de los errores y mentiras de este modo de pensar, pero éramos conscientes en aquella cena que antes que esta Ideología desaparezca va a pasar un cierto tiempo en el que se van a destrozar muchas vidas y causar un daño terrible.
Pedro Trevijano, sacerdote