Si hace diez años hubieras argumentado que las escuelas invitarían a drag queens para enseñar a los niños que hay 73 géneros, te habrían llamado loco. Este argumento se consideraría tan extremo e increíble que no te tomarían en serio: te descartarían de plano. Sin embargo, eso es exactamente lo que ocurrió en la Isla de Man.
Según el Times, a estos niños de 11 y 12 años «también se les mostró cómo se podía tomar un injerto de piel del brazo de una niña para crear un pene artificial». Otros dijeron que sus hijos, en su primer año de secundaria, «quedaron traumatizados al ser instruidos sobre el sexo anal y oral, y la masturbación». Se trata de un ataque absolutamente grotesco contra la dignidad, la humanidad y la inocencia de los niños.
Por una vez, los padres se hartaron y se opusieron. Como resultado, «la educación sexual ha sido suspendida en las escuelas de la Isla de Man tras la protesta de los padres por las lecciones inapropiadas».
Eliza Cox, comisionada (equivalente a consejera parroquial) de Marown, declaró al Times que los problemas empezaron cuando la isla adoptó el pasado septiembre un nuevo modelo basado en el programa escocés de educación sexual.
Se pusieron en contacto con Cox familias que conocía desde hacía años cuyos hijos acababan de empezar en el instituto Queen Elizabeth II de Peel. Una de ellas dijo que su hija estaba disgustada por tener que poner un condón en un pene artificial con un grupo de chicos; otra dijo que su hijo se había negado a hablar de lo que había pasado en el colegio porque estaba muy disgustado.
A un tercer niño, «que le dijo a la drag queen que había dos géneros, no 73, le dijeron que había herido los sentimientos de la oradora y que abandonara la sala».
Se trata de otro ataque a la dignidad de los niños. No hace falta ser católico, ni siquiera cristiano, para oponerse a este tipo de cosas. De hecho, me arriesgo a decir que la mayoría de los padres implicados no lo eran. Basta con ser un ser humano decente para saber que esto está mal.
Jesús reservó su mayor advertencia para aquellos que trataban de hacer daño a los niños. En Mateo 18:6, dijo: «Pero si alguien hace tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo ahogaran en las profundidades del mar». Si haces daño a un niño, lo que incluye atacar su inocencia natural, entonces es mejor que te ahogues en el mar.
Estos pobres niños también fueron inducidos a una actividad sexual precoz, ya que también se informó de que «un profesor .... tuvo que enseñar a un grupo de niños y niñas de 7º y 8º curso a masturbarse».
Este profesor debería haberse negado en redondo a hacerlo, ya que se trata de una evidente infracción de las normas de protección, entre otras cosas. Por si fuera poco, el uso de una drag queen para promover la mentira de que hay 73 géneros sirve para confundir a los niños. Los niños buscan orientación y claridad en los adultos, no confusión. Se les debe enseñar siempre que hay dos sexos, «varón y hembra los creó», uno para el otro.
Es responsabilidad de todo padre católico, tanto si su hijo asiste a una escuela católica como a una laica, comprobar qué se incluye en el plan de estudios de PSHE y oponerse si hay algo que vaya en contra de su fe. Queremos estar seguros de que cuando estemos ante Dios podremos decir que hicimos todo lo posible para proteger a nuestros hijos de este material que no sólo es contrario a la enseñanza católica, sino que va en contra de la propia decencia común. No nos vale decir: «No quería molestar, ni armar jaleo, ni estaba demasiado ocupado para hacerlo».
Por suerte, como católicos tememos más el juicio de Dios que la mala opinión de los demás. Sabemos que nuestro trabajo como padres es proteger y educar a nuestros hijos, darles el tiempo y el espacio que necesitan para convertirse en mujeres y hombres jóvenes. Nadie dijo que la paternidad fuera fácil. Y desde luego no lo es hoy en día.
Laura Perrins
Publicado originalmente en el Catholic Herald