Introducción
Su nombre era Israel Zoller. Él era de familia hebrea nacido en los confines del Imperio Austro-Húngaro, en la Galizia polaca; su familia pasa por diversos avatares, con mucho esfuerzo avanza en lo que él quería. Sus principales estudios fueron realizados con avidez en Florencia. Con el paso de los años sería sucesivamente gran rabino en Trieste y luego en Roma. Se hizo ciudadano italiano voluntariamente y por la fuerza luego italianizó su nombre, Ítalo Zolli, y también por la fuerza perdería dicha ciudadanía. En Roma, en plena segunda guerra mundial, se hizo cristiano y adopta como nombre de bautismo Eugenio en homenaje a Pío XII que se llamaba así.
Este hombre vive dos guerras mundiales como también el final y la extinción de un gran Imperio. Él conocería en muchas ocasiones la pobreza y las contrariedades y éstas lo acompañaron hasta el final de su vida.
En el enorme paso que él dio influyó la lectura y meditación durante muchos años de toda la Biblia: Antiguo y Nuevo Testamento, como también algunas experiencias muy concretas en torno a Cristo. Sucintamente, claro, acabo de exponer el «caso» Eugenio Zolli y en estas páginas intentaré explicitar un poco más los principales aspectos de su vida.
Y lo haré siguiendo su autobiografía titulada «Antes del Alba,» muy valiosa por cierto, donde al final de ella narra en un apéndice su experiencia decisiva para su bautismo vinculada a Cristo que tuvo lugar en la sinagoga de Roma en el otoño del 1944.[1]Por otra parte, seguiré el libro de Judith Cabaud «El rabino que se rindió a Cristo» que posee un valioso prólogo de Vittorio Messori.[2] Este libro escrito por una hebrea conversa ayudó a retomar el «caso» Zolli en una época más reciente.
Su familia y sus estudios.
Zolli nace en Brody en el seno del gran Imperio Austro-Húngaro que abarcaba por entonces muchas nacionalidades y religiones; su nacimiento se registra en 1881 en Brody; dentro de ese Imperio vivirá, además, en dos ciudades más, Stanislav y Leópolis. Esta última luego de Budapest y Viena era la que albergaba mayor cantidad de hebreos en dicho Imperio. Estas tres ciudades, a su vez, pertenecían a la región de Galizia, o bien de la Galizia polaca. Hoy, las tres son ciudades «ucranianas».[3] Dezza tuvo un trato particular con él y afirma que Zolli era «de familia judía, de origen polaco». [4]
Zolli es el último de cinco hermanos. Su padre posee un taller ligado a la industria de la seda. Su madre es «nacida de una estirpe bicentenaria de rabinos eruditos» y tuvo enorme influencia en su formación y educación.[5] Cuando asiste a la escuela tiene un compañero cristiano en cuya casa estudia en algunas ocasiones y concita su atención el crucifijo que allí poseen y se interroga si acaso dicho crucificado no sería el siervo sufriente del profeta Isaías.[6] En cuanto al trato con los cristianos la indicación recibida era: «de Cristo sabía entonces una cosa clara y sencilla: de Cristo no se habla ni se pregunta. Interesa a los cristianos pero no a nosotros.» Además, le inculcaron «la máxima estima para los sacerdotes católicos y para su religión, es decir, la religión de los cristianos.»[7]
Por entonces, el taller que poseía su padre estaba fuera de las fronteras del Imperio Austro-Húngaro, en Lodtz, en zona rusa, del Imperio Ruso, y éste en 1888 prohibió a los extranjeros poseer tales emprendimientos, y no sólo eso, sino que incluso se lo expropiaron.[8] Ante esta nueva circunstancia familiar, dos hermanos emigran hacia Alemania en busca de mejores horizontes, y Zolli comenzaría a trabajar como maestro de religión para ayudar en su casa y también para ir pagándose sus estudios. Estudia y trabaja y «en las poquísimas ocasiones en las que disponía de dos o tres horas libres, me llevaba el pequeño Evangelio y corría fuera de la ciudad. En medio del verde, solo, solito, leía el Evangelio y experimentaba un placer infinito.»[9]
1904 es un año muy especial. Él tiene 23 años sufre la enfermedad final de madre y su muerte. «se apagó como una llama pura en el altar puro de un amor puro». Le aplica a ella la frase de la Escritura «preciosa es a los ojos del Señor la muerte de sus santos» (Sal 116,15) y se consuela, en tal circunstancia dolorosa con la bienaventuranza de los limpios de corazón.[10] En el mismo año deja Leópolis (Lvov) y a «su familia no la verá nunca más» afirma un tanto enigmáticamente Cabaud. Vive un semestre en Viena, la capital del Imperio Austro-Húngaro concentrado en sus estudios y en Florencia permanecería nueve fructíferos años abocado a los mismos.[11]
Aquí enel «Instituto de Altos Estudios» «se apasiona con la literatura griega, por la filosofía, la psicología, el árabe y la civilización egipcia». En 1910 obtiene un doctorado en filosofía, sobre psicología experimental.[12] A la vez que estudia en el colegio rabínico terminando allí su preparación y recibiéndose como rabino, siendo nombrado vice rabino en Trieste.[13]
Trieste (1913-1938)
Trieste es una ciudad muy importante, durante mucho tiempo disputada entre Austria y Venecia, o entre Austria e Italia; se trata, por entonces, de la salida al mar de Imperio Austro-Húngaro, allí reside incluso la base de la Marina Imperial, y es un importantísimo centro cultural donde la lengua alemana está muy presente.
En primer lugar llega en 1913 con el cargo de vice rabino y él tenía su mirada puesta en Roma, mientras que el gran rabino Hirch Peretz Chajez (nacido también en Brody) a quien él secunda se orientaba más bien hacia Viena. Mientras él vivía en esta ciudad estalla la primera guerra mundial y él se sabe observado de cerca por las autoridades de Viena. De aquí es su primer matrimonio con Adela, nace su hija Dora. Por otra parte en esta ciudad ve a los primeros sionistas que pasan por Trieste rumbo a Tierra Santa siguiendo los postulados de Teodoro Herzl. El gran rabino ambicionaba desempeñar ese cargo en Viena y lo logra en 1918, quedando Zolli en su lugar y desempeñará esa función nada menos que durante veinte años. Al término de la guerra, se acaba el Imperio Austro-Húngaro, deja de existir; Trieste pasa a ser italiana, siendo él ya gran rabino de la ciudad, se nacionaliza italiano voluntariamente al tener dicha posibilidad (1922).
Realiza (1924) un interesantísimo viaje por Egipto y Tierra Santa dando conferencias en Alejandría y El Cairo y luego visitando los Lugares Santos. De regreso, escribiría mucho sobre lo vivido y compartiría la honda impresión que todo le ocasionó.
A la vez que atiende las ocupaciones propias en la comunidad que tiene asignada, obtendría en Padua un par de cátedras; por un lado «lengua y literatura hebrea» (1926) y por otra «hebreo y lenguas semíticas comparadas» (1930) biog129. Allí posee alumnos católicos, incluso sacerdotes que le tienen una gran estima y que rezan por él.[14]
Es una persona laboriosa, tiene muchas cosas para hacer, atiende su comunidad, da cátedra y escribe artículos en alemán para revistas vienesas.
Antes las cosas que ocurrían en Alemania con los judíos tenemos el testimonio de Emilio Priester: «Recuerdo perfectamente que usted en 1933 pronunció en el templo mayor de Trieste unos discursos que condenaban las persecuciones de los hebreos realizadas por los nazis en Alemania.»[15] Por otra parte, al llegarle más información precisa de lo que ocurría redacta una carta (1935) y la envía a Roma para notificar a las autoridades de allí. En este caso para la composición de tal informe afirma: «empleé tres días, tres días que pasé casi en ayuno.»[16]
Escribe (1935) Israel, estudio histórico y religioso; se trata de una interesante profundización del monoteísmo en Israel. Allí escribe en relación a Moisés y la zarza: «una conciencia que se transforma en fuego ardiente, fuego que irradia, que quema, que consume, que arrastra…»[17]
Recordemos su impresión al ver el crucifijo en casa de Estanislao, ahora nos encontramos ya con una experiencia muy intensa, espiritual, religiosa….mística. Él la cuenta de esta manera: «Como arrebatado empecé a invocar el nombre de Jesús; no encontré paz hasta que apareció como en un gran cuadro, sin marco, en el ángulo oscuro de la habitación. Lo contemplé largo rato, sin ninguna sobreexcitación. En perfecta serenidad de espíritu. Ni entonces, ni hoy, tras otros treinta años, sabría decir qué es lo que ocurrió en mi alma para que se cumpliera un fenómeno así. ¿De qué se trataba? A mí me bastaba entonces lo que me basta hoy: la cercanía de Jesús. ¿Real o subjetiva? No lo sé…»[18]
Es importante destacar que Zolli durante muchos años especialmente en el período vivido en Trieste frecuentaría todas las Sagradas Escrituras, en su totalidad.
Es así que afirma: «mis horas de tranquilidad y serenidad las pasaba ante las Escrituras: Antiguo y Nuevo Testamento. Las figuras que más me atraían eran las de Isaías, Job, Jesús y Pablo y también los salmos…»[19]
En el mismo sentido de abarcar todo lo revelado por Dios leemos que: «La Biblia en su conjunto, Antiguo y Nuevo Testamento, se había convertido en una piedra preciosa…el Antiguo y el Nuevo Testamento se fundían en un todo armonioso. Las líneas de comunicación entre las dos obras, convertidos en lo sucesivo en una sola, y el fluir de la vida en torno a ella, estaban abiertas: sin barreras, sin confines…»[20]
Es decir que frecuentaba los Textos Sacros constantemente, sin cesar: «Cada noche elegía abriendo al azar la Biblia, un texto antiguo o neotestamentario como tema de meditación. El que cayera. Y así es como la figura de Jesús y sus enseñanzas se hicieron cada vez más querida por mí…»[21]
Estando en Trieste enviuda y se casa con Ema, pronto nacería su hija con quien visita los museos vaticanos y allí dentro «le muestra la capilla sixtina…: Mira los profetas, los apóstoles y los santos expresan perfectamente la idea de unión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento».[22]
Como vemos, Antiguo Testamento y Nuevo Testamento juntos, mutuamente imbricados, leídos y meditados en unidad.
Toda esta frecuentación de años de la Revelación de Dios serenamente meditaba y contemplada en su conjunto desembocó en su libro (1938) El Nazareno donde encontramos las siguientes afirmaciones, que de una manera muy precisa nos muestran las conclusiones a las que él llegó abordando esta temática:
«Jesús de Nazareth es Jesús el Nazareno anunciado por Isaías y él es la flor de los profetas.» También afirma que Jesús «es el Siervo de Dios profetizado por Isaías; en Él, las profecías del Antiguo Testamento encuentran su cumplimiento.»[23]
En el mismo sentido: «Él no es el Hijo de Dios porque es el Mesías, es Mesías porque es el Hijo de Dios.»[24]
Cabaud, por su parte, añade en relación a esto mismo: «las diversas declaraciones de Cristo sobre su filiación divina llevan al rabino a escribir: Cristo es el Mesías, el Mesías es Dios por tanto, Cristo es Dios.»[25]
El mismo advertiría un nexo entre Cristo y el cristianismo al afirmar que «el libro El Nazareno era una glorificación inconsciente del cristianismo.»[26]
En él influiría Bergson quien en su testamento en 1937 afirma: «mis reflexiones me han acercado cada vez más al catolicismo, en el que percibo el perfecto cumplimiento del judaísmo». Por otra parte allí este filósofo afirma que «me habría convertido si no hubiese sido asistido a la espantosa oleada de antisemitismo que desde hace unos años se está desarrollando en el mundo».[27] Incluso al testar pide que en sus exequias un sacerdote católico rezara un responso.[28]
A partir del interesantísimo viaje que Zolli realiza por Egipto y Tierra Santa (1924) hasta su nombramiento como «jefe de los rabinos y director del colegio rabínico en roma en 1938» afirma que su «inquietud religiosa interior iba agudizándose cada vez más.»[29]
Pero bueno, las cosas cada vez se ponen peores en su entorno inmediato. Es así que las leyes raciales (1938) en Italia son proclamadas por Mussolini y fueron anunciadas precisamente en Trieste. Es en ese momento donde Zoller tuvo que italianizar su nombre y apellido, es así que pasó de Israel Zoller a Ítalo Zolli, y además pierde la ciudadanía italiana que había obtenido con anterioridad, lo cual le dolió muchísimo ya que pasaría a sentirse un apátrida. Cuando le quitan la ciudadanía llevaba más de treinta años viviendo en Italia y allí estaba como en su casa. Este es su último año como rabino en Trieste y en el transcurso del mismo, le salió su nombramiento a Roma. Que él sin ser italiano llegue allí tiene su explicación.[30]
Roma
Hacia 1940 lo encontramos a Zolli en Roma como gran rabino y también como rector del seminario rabínico que desde el año anterior estaba cerrado. Es claro que las cosas empeoraban y él solicitó que se borraran todas las listas donde figuraran los nombres y direcciones de los hebreos, a la vez que solicitó que se sacara plata del banco y se pagaran los sueldos por adelantado ya que podían venir tiempos complicados. En realidad, la incumbencia de Zolli era más limitada a los cultos de la sinagoga, mientras que los aspectos vinculados al gobierno de los hebreos estaban en otras comunidades donde él no era el responsable. Él desde Trieste ya sabía lo que pasaba en Alemania y se daba cuenta que pasaría si los germanos llegaban a Roma.
En 1943 todo se precipitó. Se registra la caída de Mussolini, se forma un nuevo gobierno que firma el armisticio con los aliados en Sicilia; entonces, los alemanes se abalanzan sobre Roma y la ocupan. Exigen cincuenta kilos de oro en 24 horas de lo contrario deportarían muchos hebreos a los campos de concentración. Consiguen reunir 35 kilos y Zolli va al Vaticano a solicitar el faltante. A pesar de haber entregado la suma de oro que pedían, se hizo una razzia en el guetto. Como el gran rabino sabía que con los alemanes su vida también corría peligro, al llegar los tedescos pasó a la clandestinidad, se ocultó durante el tiempo que Roma estuvo ocupada y por eso (más otros factores) la comunidad hebrea que regía los asuntos de los hebreos lo declaró «dimisionario», lo cual implicaba perder sus cargos de gran rabino y de rector. Su casa fue allanada varias veces por los alemanes y allí se perdieron sus escritos, correspondencia y archivos.[31]
Ahora bien, en junio del 1944, los alemanes dejan Roma yéndose hacia el norte, e ingresan a Roma los norteamericanos y los ingleses quienes van a reponer en ambos cargos a Zolli quien aceptó volver a su función de gran rabino pero no quiso retomar el rectorado del colegio rabínico.
La conversión
Él mismo cuenta su experiencia en la autobiografía, lo realiza al final de la misma a modo de apéndice, como comentando algo más, cuando en realidad hay muchísimo más que eso. Él titula su autobiografía Antes del alba pero el capítulo donde cuenta el episodio del 1944 lo titula el triunfo del sol naciente.
«Era el Día de la Expiación del otoño de 1944 y estaba presidiendo las liturgias religiosas en el templo...el día estaba acercándose a su fin, y estaba completamente solo en medio de un gran número de personas. Empecé a sentir como si una niebla estuviese insinuándose en medio de mi alma; se hizo más densa…por la tarde se celebraba la última función litúrgica…no sentía ninguna alegría ni dolor, estaba vacío de pensamientos y sensaciones. Mi corazón yacía como muerto en mi pecho. Y rápidamente vi a Jesucristo vestido con un manto blanco…experimenté la mayor de las paces interiores…dentro mi corazón encontró las palabras: estás aquí por última vez. Las tomé en consideración con la mayor serenidad de espíritu y sin ninguna emoción en particular. La contestación de mi corazón fue: así sea, así será, así debe ser». [32]
Se destaca como él lo cuenta con naturalidad, como quitándole la particular relevancia de lo narrado; incluso luego de haber oído «estás aquí por última vez» nos dice que «una hora después aproximadamente, mi mujer, mi hija y yo nos encontrábamos en casa para la cena posterior al ayuno», también con toda serenidad añade que estando luego solo con su mujer ésta le dijo «hoy mientras estabas delante del arca me pareció como si la figura blanca de Jesús impusiese sus manos sobre tu cabeza como si te estuviese bendiciendo.»[33]
El rabino está contando su conversión, lo que él experimentó allí en el interior de la sinagoga e insiste en enmarcar el apéndice con una «nota del autor», donde afirma que «cualquier acontecimiento aparentemente extraordinario narrado en este libro es de secundaria importancia en la historia de mi conversión» y que «esta conversión fue motivada por el amor de Jesucristo, un amor que derivó de mis meditaciones sobre las Escrituras.»[34]
Zolli tiene presente la conversión repentina del hebreo Alfonso de Ratisbona.[35] Éste tiene una aparición de la Medalla Milagrosa en San Andrea de la Fratte quien cambió repentinamente de vida, y se bautizó, pero en su caso él ya venía meditando y rezando en este tema y a diferencia de Ratisbona lo suyo «fue el punto de llegada de una búsqueda guiada por las Escrituras, de una reflexión y una profundización del empeño de un erudito universitario» afirma Messori.[36]
En Zolli influyó también Edith Stein, la hebrea que se bautizó, y luego sería carmelita adoptando el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz quien es asesinada en Auschwitz. Da cuenta del hallazgo en su celda de carmelita de una estampa que en el dorso contenía una oración suya de ofrenda propia por la conversión de los hebreos. Luego de contar los trazos principales de su vida dice: «así vivió, escribió, obró, amó, y murió Edith Stein, hebrea convertida.»[37]
Por otra parte manifiesta una gran estima por Kolbe, el franciscano fundador de la milicia de la Inmaculada, quien celebraría su primera misa en el altar donde Ratisbona se convirtió luego de la aparición. Es sabido que él se ofrece a morir en Auschwitz para que se salvara un hombre que tenía diez hijos. Dice Zolli: «si tuviese que escribir un libro sobre Kolbe lo titularía; padre Maximiliano Kolbe, muerto por amor».[38]
Datos de su bautismo
Su bautismo fue el 13 de febrero de 1945 en Santa María de los Ángeles en una capilla cercana a la sacristía con la participación de pocas personas y con mucha reserva. La ceremonia fue realizada por monseñor Traglia quien era vicario de Roma, el padrino fue el padre Agustín Bea. A los pocos días el padre Dezza, rector de la Gregoriana le dio la primera comunión. Días después recibió la confirmación de monseñor Folgar quien era obispo de Trieste y conocía a Zolli. También su esposa se bautizó y su hija Myriam lo haría al año siguiente. Adopta aquí el nombre de Eugenio en recuerdo de Pío XII. Si bien el bautismo se hizo con suma discreción, la noticia se filtró y corrió como reguero de pólvora.[39] Dezza cuenta como la misma noche del bautismo, a pesar de las cautelas tomadas, recibió la llamada de un periodista norteamericano para saber si era cierto que él se acababa de bautizar.[40]
Zolli elogia, sin ambages, a Pio XII: «el judaísmo tiene una gran deuda de reconocimiento con su santidad Pio XII por sus llamamientos, presiones e insistencias formuladas en su favor. Y aunque a menudo se revelaron poco efectivas, podemos decir que el papa merecerá siempre nuestra profunda gratitud por sus protestas contra las leyes raciales y aquellos procesos infames. Y esta deuda implica sobre todo a los judíos de Roma, porque siendo los más cercanos al Vaticano, fueron objeto de solicitudes particulares»[41]
Zolli ya cristiano.
Zolli dio su paso al cristianismo como fruto natural de una larga maduración y consideración como vimos; paso que dio no movido por ninguna presión ni oportunismo. Es claro que no le resultó fácil el cambio, ya que tuvo incomprensiones por ambas partes. Cambió en más de una ocasión de domicilio. Conseguiría que le asignen un par de cátedras: una en el Bíblico y otra en la Sapienza. Oscar Culmann, el teólogo protestante le hizo una generosa oferta académica en Suiza pero él no la aceptó.[42]
Dezza afirma: «Lo recuerdo como si fuera hoy, orando en la capilla de la Gregoriana, donde todas las mañanas asistía a Misa. Era la época posterior al bautismo: separado de su familia, insultado por tantos ex amigos, sin embargo radiante. El gozo del converso».[43]
En 1953 viaja a Estados Unidos invitado por la universidad de Notre Dame de Indiana para dar unas conferencias; por entonces había conversiones al catolicismo en los países anglosajones de hebreos y protestantes y allí dos sacerdotes norteamericanos lo animan a escribir los hechos de su vida que lo llevaron a bautizarse.[44] Es así que nace el proyecto de escribir su autobiografía la cual fue redactada a mano en italiano sin el apéndice donde cuenta su conversión. Éste aparecería recién en la traducción inglesa.
Cuando se le complicó la salud dijo «moriré el primer viernes de mes a las tres de la tarde como Nuestro Señor», y así sucedió el 2 marzo 1956. Las exequias fueron presididas por el padre Dezza al día siguiente. Sería enterrado en el cementerio de Campo Verano y en su tumba se colocó la inscripción «domino morimur, domini sumus» (morimos en el Señor, somos del Señor).
En esta ocasión última su fiel asistente Sofia Cavaletti afirmó que «el objetivo principal de su vida era enseñar que desde el Antiguo al Nuevo Testamento…hay un lento camino del espíritu hacia las metas más elevadas».[45]
Messori y el «caso» Eugenio Zolli. Vigencia del «caso».
Messori es quien prologa el libro de Cabaud El rabino que se rindió a Cristo y habla de «la dramática aventura humana y espiritual de Zolli».[46] Él se asombra que algo similar no se hubiese escrito nunca en Italia y que haya sido una hebrea conversa al catolicismo quien escribió sobre el tema en Francia quien lo hiciera; y que Italia lo recibiera de allí traducido.
Reconoce, claro, el mérito de esta obra a la vez que afirma que este libro «no tiene pretensión alguna de ponerse a la altura de las obras profesionales de la historiografía. Hay muchas cosas aquí simplemente esbozadas, y muchas otras requieren una profundización partiendo de una documentación más amplia.»[47] Con lo cual el «caso» sigue abierto.
Por tanto quedan abiertos surcos «para posteriores investigaciones que aclaren cada aspecto del complejo asunto y la personalidad, la rica espiritualidad y el valor intelectual de este hombre». Repetimos que el «caso» puede ser retomado y profundizado.
De hecho luego del libro de Cabaud, mencionamos la investigación de Gabriele Rigano.[48]
Por otra parte, hay un par de videos recientes accesibles por YouTube que muestra como su caso sigue siendo recordado sea para admirarse del paso que dio luego de oír: «hoy es el último día que estás aquí»: Ver. O bien, para disentir con él y lo que contó en el mencionado apéndice. Es llamativa esta postura en el encuentro realizado en Milán donde casi ochenta años después se juntaron a hablar del tema: Ver aquí . También resulta muy interesante como el cardenal Comastri cuenta el caso y la conversión de Zolli en un video que vale la pena ver y escuchar por el énfasis que pone en la narración Ver aquí.
Consideraciones finales.
Bien sabemos que en todo corazón humano está inscripta la búsqueda y deseo de la verdad, la búsqueda y el deseo de Dios. Se advierte que el hombre es «capax Dei», capaz de Dios. Tal búsqueda se precisa mejor al decir: «mi alma tiene sed de Dios, cuándo llegaré a ver su rostro» (Sal 42,2) y por supuesto si damos con «Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque muera vivirá» (Jn 11,25) entroncamos con la plenitud misma de la Revelación.
Zolli fue esa alma sedienta de la verdad que la buscó durante buena parte de su vida situándose ante toda la Revelación y así iba y venía del Antiguo al Nuevo Testamento, viviendo con intensidad la conocida afirmación de San Agustín: «El Antiguo Testamento está patente en el Nuevo y el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo».[49]
Lo suyo no fue un desenlace abrupto ni precipitado sino que se trató de una larga evolución y maduración donde la figura de Cristo ocupó un lugar central. Por eso, él mismo advierte la serenidad con la que vivió los dos encuentros con Jesús aquí mencionados.
Zolli adoptó una decisión tan trascendente no forzado por nadie, no se registró ninguna coyuntura ni presión sobre su conducta, tampoco se trató de una postura oportunista, más bien al contrario, ya que temporalmente hablando se le complicó la vida tanto en lo laboral, como también en cuanto se refiere a su círculo de amistades y vinculaciones.[50]
A quienes conocían el «caso» Zolli quizá les sirva para recordarlo, y a quienes pudieran enterarse por estas páginas, lo que le ocurrió a este hombre les hará pensar, quizás, unas cuantas cosas.
El Evangelio ha sido predicado a todo el orbe. Los cristianos estamos llamados a confesar diariamente a Cristo, llevamos su nombre; a los hebreos se les plantea de una manera u otra la figura de Jesús, la figura del Mesías, su persona, su obra, sus milagros. El «olivo» (Rom 11,17) y el «olivo silvestre» (Rom 11,27) allí están y sólo Dios sabe todo lo que ha de ocurrir hasta que «todo Israel será salvo» (Rom 11,26).[51]
Pablo Sylvester
[1] Zolli, Eugenio, Antes del Alba, la conversión del rabino de Roma: autobiografía, Palabra, Madrid, 2006. La primera edición fue en Estados Unidos con el nombre Before the Dawn, en 1956, aunque el original estuvo escrito en italiano. En adelante, Antes del Alba.
[2] Cabaud, Judith, El rabino que se rindió a Cristo, la voz de papel, España, 2004. El original fue Eugenio Zolli ou le prophéte d`un monde nouveau. En adelante, El rabino.
[3] Los nombres de las ciudades fueron cambiando de acuerdo a los sucesivos cambios políticos, tales alternancias podían ser polaca, austrohúngara, alemana, soviética, rusa y finalmente ucraniana. Así Zolli vive en Stanislav, y hoy se llama Ivano-Frankivsk y es Ucrania; además vivió en Leópolis, que es la capital histórica de la Galizia, ciudad importantísima que fue cambiando de nombre: Lvov (en tiempo polaco y austrohúngaro), Lemberg (ocupación alemana de la segunda guerra). Leópolis o Lvov está hoy en Ucrania y muy cerca de la frontera polaca. Muchos nos enteramos de la existencia de esta ciudad por los acontecimientos recientes entre Rusia y Ucrania.
[4] Revista Esquiú, 7-julio-1991. Reportaje al padre Paolo Dezza. Es el jesuita a quien Zolli fue a pedir el bautismo en agosto de 1944 y muchísimos años después recién habló sobre este tema. Dezza dio este reportaje recién a sus 89 años. Él fue rector de la Gregoriana y confesor de Pablo VI y de Juan Pablo I. En adelante, Dezza.
[5] El rabino, 22.
[6] El rabino, 26.
[7] Antes del Alba, 69.
[8] El rabino, 22.
[9] Antes del Alba,100.
[10] Antes del Alba, 103.
[11] El rabino, 31.
[12] El rabino, 32.
[13] El rabino, 32.
[14] Antes del Alba,129. De esta época conoce ya al padre Dezza cuando éste era provincial de los jesuitas en Padua, cf. Dezza, 26
[15] Antes del Alba,245.
[16] El rabino, 68.
[17] Antes del Alba,129.
[18] Antes del Alba,126.
[19] Antes del Alba,120.
[20] Antes del Alba,123.
[21] Antes del Alba,124.
[22] El rabino, 38.
[23] El rabino, 51.
[24] El rabino, 52. Por supuesto que el contenido de este libro es valiosísimo y merecería muchísimo más que tres escuetas afirmaciones sin ahondamiento ni profundización. Pero optamos por esta parquedad para poder seguir con su historia y contar su caso hasta el final.
[25] El rabino, 62.
[26] Antes del Alba,191.
[27] Antes del Alba,125.
[28] Cf. Antes del Alba,125.
[29] Antes del Alba,142.
[30] Rigano explica como el rabino anterior David Prato había cesado de mala manera en 1938 incluso antes de las leyes raciales. A su vez narra las dificultades de la comunidad hebrea entonces entre quienes apoyaban al gobierno y quienes se oponían. Afirma que no resultaba nada fácil encontrar el sucesor en el difícil momento político que se vivía. Revista 30 Giorni, entrevista a Gabriele Rigano,n.6, 2006. Consultado en línea aquí Rigano
[31] Rigano afirma que el 10-09-43 Zolli vio a los responsables de la comunidad con la sugerencia de pasar a la clandestinidad, y sostiene que su pedido no tuvo eco. Los aliados estaban a 250 km de Roma y creían inminente su llegada sin acceder así a lo solicitado. Consultado en línea aquí Rigano
[32] Antes del Alba,313.
[33] Antes del Alba,313.
[34] Antes del Alba,305.
[35] Cf. Antes del Alba,285.
[36] El rabino, 16.
[37] Antes del Alba,172.
[38] Antes del Alba,184.
[39] Cuando se acercó a Dezza a pedir el bautismo, le dijo: “Yo vengo a pedir el agua del bautismo. Mi pedido no es un do ut des. Pido el agua del bautismo y nada más. Soy pobre, los nazis me quitaron todo, he quedado pobre, seguiré siendo pobre, moriré pobre, pero tengo confianza en la providencia” Dezza afirma que “mientras los judíos fueron perseguidos permaneció a la par de su pueblo. Pidió el bautismo recién cuando los aliados entraron a Roma”; que “durante la persecución nazi sí que hacía falta valor para ser y declararse judío”. Dezza, 26.
[40] Dezza, 26. La noticia de su bautismo corrió el 15 de febrero de 1945 afirmando que Zolli se había bautizado en secreto en alguna basílica de la capital.
[41] El rabino, 83. En el aprecio a Pío XII según Dezza influye “el hecho de que el papa abriera las puertas incluso de los monasterios de clausura para refugiar a los judíos, sin duda provocó una gran impresión”. Dezza, 28. Por otra parte Dezza afirma que Zolli “había sido recibido por Pio XII en el 44 junto con el presidente de la comunidad judía. Habían ido a manifestarle al pontífice el agradecimiento de los judíos por la ayuda ofrecida. En febrero del 45 volvía como cristiano”. En esta segunda ocasión Dezza lo acompañó y testifica que Zolli “le pidió al papa si era posible quitar de la liturgia del viernes santo el adjetivo pérfido atribuido a los judíos. En su deseo de dedicarse a la conversión de los de los judíos aquella frase no favorecía por cierto el encuentro y el acercamiento”. Dezza, 29.
[42] Zolli vivió cuatro meses en la Gregoriana luego de su bautismo ya que tuvo que abandonar precipitadamente el lugar donde vivía, necesitó de ayudas materiales hasta que al abolirse las leyes fascistas pudo recuperar su cátedra. Dezza , 29.
[43] Dezza, 29.
[44] El rabino, 110.
[45] El rabino, 113.
[46] El rabino, 13.
[47] El rabino, 13.
[48] Rigano, Gabriele, Il Caso Zolli, L’itinerario de un intellettuale in bilico, tra fedi, culture e nazione, Edit Guerini, 2006. El autor intenta, entre otras cosas, reconstruir con material nuevo las diversas posturas y el debate interno que se registró en la comunidad hebrea de Roma entre el 8 de septiembre al 16 de octubre, el día de la redada en el ghetto. Su parecer en torno a la conversión de Zolli es distinta de Cabaud a quien sigo en estas páginas.
[49] San Agustín, Questiones in Heptateucum 2,73.
[50] “Los judíos que se convierten hoy al cristianismo, como en los días de San Pablo tienen mucho que perder en cuanto a la vida terrena. Pero tienen mucho que ganar, sino todo, en la vida de la gracia.” El rabino, 112.
[51] Cristianos y hebreos compartimos esta atribulada época cada cual desde su perspectiva, con sus puntos en común y sus diferencias. Con los hebreos que conozco de una manera u otra en algún momento sale el tema del Mesías. Hace poco falleció un amigo hebreo con quien hablé diez años, pocas veces salió el tema religioso, estando ya enfermo él meditaba en “El Señor es mi pastor” al que yo le añadí “Yo soy el buen pastor”. Dos días antes de morir me pidió que lo acompañara a la clínica estando muy dolorido. Me salió decirle: “repetí Jesús, Jesús, Jesús” no sé si lo hizo ni tampoco sé si me escuchó porque ya estaba mal. A las pocas horas murió. Otro amigo hebreo bautizado él católico, con quien hablé muchísimas veces durante muchos años vino a verme él hace dos años y me pidió los sacramentos porque se iba a morir; ante mi extrañeza ya que él llegó caminando pero ante su insistencia, se los di. Al mes se enfermó y murió. Pastoral barrial, de la cual quizás estas páginas sean una expansión.