Creo que se entiende poco el ecologismo que hoy nos presentan los mass media. Me recuerda a ese ecologismo de la India, donde las vacas son veneradas, mientras los niños viven en la acera; donde la miseria recorre las calles, vestida de misericordia divina, con la esperanza de que el Karma de la siguiente reencarnación será más llevadero. En fin, un ecologismo absurdo del infrahumano donde la vaca es sagrada. Si aquello es posible, ¿por qué aquí no? Ese ecologismo religioso es el mejor ejemplo del Nuevo orden mundial (NOM), donde no tendrás recursos para vivir y serás feliz. No comerás carne vacuna, pues ésta tendrá más derechos que tú, y cuando suceda la hambruna siempre quedará la eutanasia.
Este nuevo orden no es nuevo, es viejo. Es lo mismo de siempre, ordenar el poder y la riqueza. Unos vivirán a todo tren y otros no podrán salir de su aldea. Si es verdad que hay menos recursos, la idea es vieja, y es que los poderosos no pueden quedarse sin disfrutarlos. Con la diferencia de que antes se podría salir de unas circunstancias de pobreza, ayudado por la Iglesia, por gente cristiana o altruista. Este «Nuevo orden» no podrá, no querrá, no dejará que nadie te ayude. Esto es así, habrá leyes y ya las hay, en las que nadie te podrá ayudar, seas quien seas, si no aceptas su nuevo orden dogmático y tiránico.
Nadie ha cuidado mejor el medio ambiente que los católicos. Nadie más que los santos, pues la contemplación para alcanzar amor, según san Ignacio de Loyola, es contemplar la naturaleza, lo creado. Cuando el hombre codicioso ha dejado de amar, ha asesinado a sus hijos en sus vientres y mutado la naturaleza de los sentimientos por el «amor» a los animales, aunque eso es un espejismo. No los aman ni les importan, aunque necesitan descargar esos sentimientos sobre un animal u objeto, haciendo del amor una caricatura enfermiza. Es frustración, aunque hay que reconocer que, al menos, volver esos sentimientos hacia los animales les ha dado una salida a sus angustias sociales, que son muchas. Y eso no es malo, pero hay que poner remedio al origen y comprenderlo.
Podría alguno acusarme de no querer a los animales por lo que digo, pero la realidad es que los animales no van a llevar la Palabra de Dios al mundo, ni van a hacer escuelas, ni universidades en África. Tampoco van a construir presas, para que se pueda almacenar la bonanza de las lluvias al cabo del año. No van a estudiar medicina para curar enfermedades, tampoco perdonan pecados, pues no son Dios, ni aconsejan a las personas. Esto lo hará el hombre, pero reducir a éste a un animal, es cosa de bestias, seres mitológicos muy «reales» hoy día. Y la pretensión de estos seres amorales es tirar la obra humana, para el mal de la gente. Para ellos no, ellos tienen su sustento asegurado, critican a la Iglesia, pero salen en las mejores revistas… vanidad de vanidades.
Las cosas no cuadran, por una cosa muy sencilla, la palabra ecología fue acuñada como una idea de origen racista. Por eso, cuando Mons. Luis Argüello, habló en el congreso del COP25, avisó de que ese cuidado natural no tiene que ser maltusiano. El problema es que ése es su origen, y el hecho de que no se hable de otra cosa por todos los medios comprados, no puede dejar de ver que ése es el fin:
«El secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE), obispo auxiliar de Valladolid, Luis Argüello, ha advertido del «riesgo» de que «algunas corrientes ecológicas» puedan llevar a «propuestas de reducción del número de humanos» porque consideran que la especie humana es el problema para el medio ambiente. (..) Otro riesgo que vemos aparecer en algunas de las corrientes llamadas ecológicas es pensar que es la especie humana la que verdaderamente supone el problema y que, ante la dificultad de resolver nuestros asuntos, y tampoco estando dispuestos a cambiar nuestras pautas de consumo, lo mejor sea reducir el número de humanos, hacer propuestas de reducción de lo que significamos las personas, ha indicado Luis Argüello.»
No se trata de que todos los humanos son un problema para el medio ambiente, solamente los cristianos son el problema, precisamente porque el Catolicismo es, y ha sido, la herramienta contra el racismo desde sus orígenes. Veamos, porque Mons. Luis Argüello tiene razón. La palabra ecología fue creada para el maltusianismo:
«(…) La palabra «ecología» es un neologismo acuñado por el alemán Ernest Haeckel (1834-1919) usando las palabras griegas οἶκος (oikos = casa, como en economía) y λογία (logia = estudio de). (…) Suele utilizarse el término 'protoecología' (del griego πρῶτος = prōtos, 'previo, lo más antiguo, lo primero en el tiempo', como en protohistoria (…) Debe decirse además, que las ideas de Charles Darwin (1809-1882), como figura prominente de la protoecología, influyeron mucho sobre el pensamiento de Haeckel, como podemos apreciarlo en otro pasaje de sus escritos: ‘La ecología es el estudio de todas las complejas interacciones señaladas por Darwin como las condiciones que se dan en la lucha por la existencia’»: Ecología
Ernest Haeckel es el ecologista que inspiró a los Nazis. Inventó esta nueva palabra y fue por un claro motivo, rebautizar la ideología de Darwin: Esto es bien sabido, sin recurrir a grandes fuentes. Haeckel se apoyaba en Darwin, como vemos por su frase de la «lucha por la existencia». Una vez unidos y reconocidos los inseparables pensamientos ecológicos de Darwin, Haeckel y Hitler, debemos admitir que continúan reverdeciendo cada vez que hoy se oye la palabra ecología. La ecología del holocausto fue «la solución final». Tal vez cayó el edificio, pero aún quedan sus cimientos (las ideologías). El nacionalsocialismo, desde su ideología política, está profundamente arraigado en el racismo.
Hemos visto brevemente que la palabra «ecologismo» es un neologismo; es decir, un nombre nuevo para una realidad que necesita ser descrita por la sociedad. Es una nueva lógica o razón. Su concepción, aunque estaba en el siglo XIX, estaba mucho antes con otros nombres. Es más vieja que la tos. Esta ideología pretende dar un «progreso», su nazi-miento viene del paganismo antiguo.
Ya sabemos que Darwin establece un racismo patológico en sus escritos. Él expuso una intención clara, la de rebajar al hombre a un simple animal. Para ello afirmó que hay humanos más evolucionados que otros y que están en lucha por la existencia. En esta lucha ganaban los ingleses, seres más perfectos que los escoceses o indígenas etc. Darwin habló de la pureza de la raza, lo que más tarde Hitler llamó la raza aria. Hitler en sus discursos racistas elogiaba continuamente a su maestro Darwin. Veamos en relación a Haeckel, un párrafo de un tal Richard Weikart, profesor de historia en la Universidad Estatal de California:
«Haeckel, como Darwin, creía que la lucha por la existencia es lo más intenso entre miembros de la misma especie, por lo que el principal competidor de un ser humano es otro ser humano. Haeckel explicó que esta lucha conduce inevitablemente a la muerte de los menos aptos, incluso cuando se libra de manera no violenta, como por ejemplo mediante una competencia económica pacífica». Richard Weikart, Darwinian Racism, How Darwinism influenced Hitler Nazism, and white nationalism, ed. Discovery institute Press (Seattle, 2022) pág. 32
Una vez comprendida la clave de bóveda que sostiene el ecologismo, vemos que es una palabra que define el racismo del siglo XIX. Debemos ver si el ecologismo de hoy atiende a esos estandartes. Por tanto, atentos a la frase de Haeckel del anterior párrafo: «mediante una competencia económica pacífica». Y de si su ideología responde realmente aun hoy a: «esta lucha conduce inevitablemente a la muerte de los menos aptos». Esta ideología que menciona Haeckel era un hedor luterano de aquella época[i]. Veamos su paralelo en Darwin:
«En las sociedades civilizadas existe un importante obstáculo que impide el aumento de los hombres de una clase superior, ‘El irlandés, sucio, inepto, poco ambicioso, se multiplica como el conejo…’ (…) ‘En la eterna lucha por la existencia, la raza inferior y la menos favorecida sería la que hubiera prevalecido y no a causa de sus buenas cualidades, sino de sus defectos’.» C. R. Darwin, El Origen del Hombre. La selección natural y la sexual, trad. A. López White (F. Sempere y Cª. Editores, Valencia 1909) 133-134
Los menos aptos «se multiplican como conejos» en palabras de Darwin. Según el, la clase inferior depende de la inteligencia para ganarse el pan, esta idea que Darwin recoge y hace suya, lo decía su primo Robert Malthus. Para él la población era una plaga, y solo sobrevivirá quien tenga «títulos», dinero para pagar el precio de lo básico, si se gestionase mal la economía, o «mediante una competencia económica pacífica» anteriormente citada como reducción de población. Al respecto dice Malthus:
«Los alimentos deben ser repartidos de acuerdo con el valor del título de cada individuo, o sea, según la cantidad de dinero que puede permitirse gastar para la adquisición de esta mercancía tan universalmente anhelada. Por tanto, es una verdad demostrada que los títulos de un grupo de personas no pueden aumentar de valor sin que disminuya el valor de los títulos de algún otro grupo de personas». Robert Malthus, Primer ensayo sobre la población, Alianza editorial (1966-2016, Madrid) pág. 110
Y así es los títulos de la clase media han bajado, gracias a políticas que han llevado a la pobreza y denigración social a otros países latinoamericanos. No hay más que ver la portada de Vanity Fair, como sus «títulos» han subido. Para que luego digan que no tienen títulos: tienen los mejores según ellos.
Se está debatiendo en el congreso la ley sobre animales, su defensa como seres sintientes, cuando al ser humano solo se le reconoce como materia. Esto no aplica a los que ponen las leyes, pues ellos se consideran de una raza superior. Solo porque con su «inteligencia» (al igual que diría Darwin) han sido capaces de salir de entre la humanidad como los capaces de renunciar a la moral y las normas. Perpetuándose por encima de los seres «menos inteligentes» («las clases inferiores») éstas según ellos se deben reproducir lo menos posible.
Concluyendo: La guerra pacifica, es que te rebajan tus derechos y esto lo hacen subiendo el derecho de los animales. Esto no afecta a los políticos nacional socialistas, ellos no están sometidos, pues el valor de sus títulos ha subido, se han forrado. Y no pasaran sed. Hablan de ecologismo, pero su humanismo es un racismo. Ellos son amorales ¿De verdad alguien cree que se han derribado 108 presas por ecologismo? ¿Por la Pachamama? Así es, ellos son ecologistas y ¡tiran presas y cruces por puro ecologismo! Ya lo creo que son ecologistas. Los nazis eran ecologistas y ecologistas serán los nazis del siglo XXI
Ésta es la realidad, así se ha manifestado en la historia y así se manifiesta, que nadie se escandalice. Existe el arrepentimiento y la conversión, sólo se les pide que apostaten de su fe en Lucifer, y que destrocen su ídolo ecologista (Baphomet), en vez de tantas cruces y presas.
Triste fue creer que no salir en defensa de la Cruz y de la auténtica religión traería paz y prosperidad.
[i] Lutero dijo que el hombre es incapaz de la gracia, que éste está corrompido, incapaz de hacer el bien. Obviamente no era una idea suya, sino del hermetismo de la antigua Grecia, que luego paso a llamarse gnosticismo. Los delirios racistas de Platón, quedaron recogidos en La República y sus leyes. En ella sólo podía gobernar el tirano. Un hombre capaz de hacer lo que fuese necesario para dominar al hombre, que según el mito Hesíodo según el tipo de razas de seres, el humano era es peor de todos, y se había sumido en la absoluta maldad. Éste representaba la raza de hierro. El hombre incapaz de hacer el bien (Lutero).
