«El robo es la apropiación de una pertenencia o propiedad» en sentido jurídico, si no me equivoco, la palabra robo no es para las personas, está reservada para lo material, intelectual o animal, como ganado, etc. En este caso me fijaré en lo intelectual, ya que Jesucristo tiene la patente de la Verdad. Como garante de ella nos ha dado el concepto jurídico de «Dignidad inherente» a la persona. Este como todos los mandamientos es obvio y universal de ley natural. Pero quería enfocarlo desde el punto de vista de perder el alma, porque no nos pertenecemos, nuestra propiedad es de Dios, pero Él no quiere, no puede ejercer esta propiedad sin nuestro permiso, debido a nuestra naturaleza libre (esto habría que matizarlo como todo). Jesús mismo usa la expresión del «ladrón» desde una metáfora muy real.
Luchar contra el robo y el aborto es bueno, aunque es sólo la punta del iceberg, porque lo que hunde la barca es la masa que hay debajo, en este caso la educación, que está siendo lacerada hace ya mucho tiempo. Para robar, a veces es necesario mentir. Si al hombre se le dio el gobierno y cuidado de todo lo creado, esto le fue robado por una mentira dentro de un diálogo. Más allá de la moral de un robo, démonos cuenta de que hoy el robo es del concepto de lo real, de la materia y la forma.
Ya consiguieron «extraer» el alma del cuerpo (social y conceptualmente hablando), que es la que le da forma, ahora sólo hay que moldear la mente, para dar forma al cuerpo. Nadie crea bajo esta ideología, que tiene dignidad como persona, porque para eso fue necesaria no sólo la Sangre de Cristo, sino la de todos los mártires, hasta el día de hoy. Y se sabía por qué se moría, hay que saber por qué se da la vida, porque 100 millones de muertos por el comunismo, no han traído más dignidad a la persona.
El robo del lenguaje es lo necesario para esclavizar al hombre. Tenemos una forma de pensar divina, de la mente del que nos ha creado o, mejor dicho, la capacidad de ello si queremos. Nuestro lenguaje castellano es de origen filosófico aristotélico. Sabemos que tenemos sujeto y predicado, esto remite a la sustancia (sujeto[i]) y accidentes (predicado). Los predicables[ii] son los accidentes que se pueden decir de la sustancia, que son su materia y forma.
Mediante el diálogo se pretende robar la mismísima razón humana. Hoy en día hay un grave problema de comunicación. No se hace más que hablar de diálogo. El diálogo no es nada sin un lenguaje claro, pero esto se ha previsto que se eliminara en esas tenidas de las Logias Masónicas. Curiosamente usan la palabra Logia, cuando logos significa ‘palabra’, más aún, ‘Verbo’, ‘conocimiento’ o ‘discurso’ y las palabras tienen que ser unívocas en su significado o en el contexto de una frase. No puede haber diálogo con mentes cerradas a lo real. Bajo la capa del diálogo habría una intención velada, aun estando a la vista de todos. Por una parte, quieren destruir la persona y con ello la familia y la sociedad.
Se podría decir que hay dos Logias, la de los hijos de la Luz y la de los hijos de las tinieblas, una siembra bondad y la otra cizaña, una es la ciudad de Dios y la otra la de Lucifer y así todo en contraposición: Blanco-negro; locura-cordura; santidad-depravación; Cristo-anticristo; porque lucifer se transfigura en ángel de luz, siendo capaz de engañar incluso a los mismísimos elegidos. Él dirige toda secta destructiva, porque es padre de la mentira y homicida por naturaleza. Al final no veremos nunca a un verdadero cristiano dialogando con un masón, lo que veremos es siempre a dos masones dialogando entre sí, uno de ellos presentándose como cristiano. Además:
«¿Qué armonía entre Cristo y Beliar? ¿Qué comunicación entre el fiel y el infiel? ¿Qué conformidad entre el templo de Dios y el de los ídolos?» (2Cor 6,15-16)
Paradójicamente, muchas veces he oído que la Iglesia es una secta, pero hoy la gente puede nacer en una secta destructiva, y utilizando las escuelas y el lenguaje, se pretende deconstruir la mente de la naturaleza humana. Dejando de manifiesto que la Doctrina y Magisterio de la Iglesia es Luz de las naciones.
En lo referente a la Eucaristía, he oído que algunos sacerdotes no son capaces de purificar las partículas de la patena y el cáliz, y con esto dicen que van a lo esencial, pero qué saben ellos lo que es esencial ¿Consagrar es lo esencial? Lo esencial es que parezca una Eucaristía y parece que lo esencial para ellos es reducir. Culpa también del lenguaje. Si reducimos los sacramentos a lo esencial, ¿qué diríamos que es lo esencial del matrimonio? ¿Podemos reducir a lo «esencial» el matrimonio místico de Jesucristo en la Eucaristía? ¿Qué es lo esencial de una fiesta? ¿No son los aguafiestas precisamente los que reducen, «aguan» la fiesta? ¿Bajó Moisés a aguar la fiesta y las danzas al lado del becerro de oro?
Nosotros nos expresamos con un lenguaje filosófico que se ha esforzado durante miles de años por desentrañar la realidad y esta es la esencia y sus accidentes, lo que se puede conocer y decir de lo que se conoce, lo que se puede predicar de ello. Sustancia es el sujeto y los accidentes son los predicables, sujeto y predicado y esto es aristotélico. Sin embargo, los fieles no reconocen el culto por lo esencial, que es la consagración, sino que la esencia se identifica por lo que percibimos de ella, que es su forma ¿Cómo la gente dice que ama, si no guarda la forma que son los mandamientos? Son las formas lo que hay que guardar para identificar la esencia, que es el Amor mismo.
La esencia podría ser un saco de serrín o, por ejemplo, madera, y siendo esencia es solo madera. No obstante, cuando se le da forma aglutinándola o tallándola, se sabe qué es, y puede ser una mesa, una silla, un piano, un sofá, un mueble o una estantería, sin necesidad de haber cambiado nada su esencia, pero si su forma. Es verdad que lo propiamente dicho es materia y forma de las cosas que se separan por abstracción en la mente.
El problema viene cuando creo que yo me impongo a la realidad, y eso es el principio del relativismo donde ya no se puede dialogar. Nosotros podemos hablar de la realidad, porque para el diálogo hace falta un objeto formal que tratar. Este objeto formal podría ser la antropología humana, pero tenemos «científicos» y modernistas que dicen que «la Iglesia era oscurantista cuando no hacía caso a la ciencia, al decir que el sol giraba alrededor de la tierra ¿Y ahora resulta, que los científicos de hoy son los oscurantistas que no saben cuándo comienza la vida intrauterina?» No hay ciencia si no se puede hablar de la realidad y no hay que ser científico para esto.
La forma de la esencia está en cada molécula, por lo tanto, un hombre y una mujer no cambia por «modificar» sus genitales. El ser humano es en cada célula, hombre o mujer. Los «médicos» se pueden mutilar a sí mismos y a los demás, pero a esta sustancia no se la puede hacer callar.
El artificiero si va a desactivar una bomba, da igual que piense que es un pastel de chocolate o un juguete, si se equivoca de cable, eso que salta por los aires no es confeti. Por eso, las sectas destructivas disocian la mente, nunca hubiéramos pensado que podrían hacerlo con los niños, si no fuera porque ya lo están haciendo.
Con los mandamientos podremos hacer como si no existieran, pero el drama del ser humano es que, de hecho, existen. Por lo cual, el drama es que el hombre puede hacerse infeliz, autodestruirse y autocondenarse, a sí mismo y a los demás. No en vano una persona que no guarda los mandamientos (de la ley de YHWH) es una alarma social, con penas de cárcel. Porque los mandamientos no son más que la esencia del ser, y por ello podemos dialogar con Dios, pero no dialoguemos con Dios por rutina o sin un deseo de entregar la vida radicalmente, porque no alcanzaríamos lo que nos conviene, que es la finalidad del ser:
«Con el piadoso tú te muestras piadoso, con el íntegro te muestras íntegro;
con el puro te muestras puro, y con el ladino te muestras tortuoso» (Sal 18,26-27).
Mala es la traducción, que no se entiende de «con el astuto tú te muestras sagaz», porque: «Los pensamientos retorcidos apartan de Dios, y su poder, puesto a prueba, confunde a los insensatos. En efecto, la sabiduría no entra en alma artera, ni habita en cuerpo esclavo del pecado; pues el santo espíritu educador rehúye el engaño» (Sab 1,3-9); «Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que hay en el hombre» (Jn 2,24-25).
De ahí que un corazón que de verdad busca la Verdad, por su deseo de practicarla, es imposible que Dios no se manifieste. «Quien dice: «Yo le conozco», pero no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y en ése no está la verdad». (1Jn 2,3-5) No se trata de conocer solamente, sino de desear conocer, de pedir que aumente nuestra fe, «no importa» que no se le conozca, sino de sí se le quiere conocer.
Finalmente hay dos lógicas: la del árbol de la «vida» de la cábala, representación Luciferina (eugenésico y racista) que nos habla del superhombre y del aparente fracaso de Dios, pero que fue así porque solo cuando nos humillamos ante los demás (o se les da poder), dejamos que se manifieste lo que hay en sus corazones: «… a fin de que se descubran los pensamientos de muchos corazones.» (Lc 2,36)
Hoy sabemos que en el corazón hay neuronas, para que estas piensen bien hay que pensar bien, porque la mente está unida al corazón. No hay heridas solo de la mente, cualquier acción afecta al corazón, «de lo que rebosa el corazón habla su boca» no es una metáfora.
Y el auténtico Árbol de la Vida, la Cruz de la que cuelga el Fruto bueno, el maestro bueno: «Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca.» (Lc 6,43-45). He aquí el fruto de regreso al paraíso de los elegidos: «comed todos de el…» Algunos han pensado que los frutos hay que verlos, cuando sólo con oírlos es suficiente, aunque al principio pueden engañar: «Hijos míos, no amemos de palabra ni con la boca, sino con obras y según la verdad.» (1Jn 3,18)
Hay quien no ve vida en la Eucaristía, pero podemos obedecer a Jesucristo y ser razonables para poder acceder al árbol de la Vida. Él la protege con su espada de fuego (Espíritu Santo) vibrante (voz) de doble filo (palabra):
«Tras expulsar al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida» (Gn 3,24).
[i] A cualquier sujeto o universal lógico son atribuibles tres conexiones esenciales (Género, Especie y Diferencia específica o especificidad) y dos accidentales (Propiedad y Accidente).
[ii] «Los predicables en Aristóteles son diversos modos de acercamiento de la mente a la realidad; en efecto, la mente distingue la sustancia singular —aquello que no es en otra cosa ni se predica de otra cosa— de todo lo que se predica de ella, a la vez que reconoce y es capaz de regular tal predicación según modalidades diversas de pertenencia del predicado a la cosa, a la sustancia». Fuente: https://www.philosophica.info/archivo/2015/voces/aristoteles/Aristoteles.html#toc10