No creo pueda ser objeto de mucha discusión que cuando a alguien le pegan un tiro en la nuca o pone su coche en marcha y le estalla una bomba se trata de crímenes cometidos por unos desalmados terroristas.
La Iglesia española ha condenado repetidamente el terrorismo. Muchos obispos españoles se han pronunciado sobre él. En concreto don Fernando Sebastián escribió: «Quienes colaboran directa o indirectamente con el terrorismo faltan gravemente a la Ley de Dios y al mandamiento supremo del amor al prójimo, y al defender este comportamiento se colocan claramente fuera de la comunión cristiana y católica». En cuanto a la Conferencia Episcopal en su Instrucción «Valoración Moral del Terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias» del 2002, leemos: «Es necesario aclarar que nunca puede existir razón moral alguna para el terrorismo, Quien, rechazando la actuación terrorista, quisiera servirse del fenómeno del terrorismo para sus intereses políticos cometería una gravísima inmoralidad» (nº 14). «No se puede ser neutral ante el terrorismo. Querer serlo resulta un modo de aceptación del mismo y un escándalo público» (nº 15). Es decir, incluso la neutralidad es ya inmoral.
Y sin embargo el Gobierno de Pedro Sánchez, a fin de llegar a los 175 votos que necesita para aprobar sus leyes, se apoya en comunistas, separatistas e incluso en los simpatizantes de ETA, como son los cinco diputados de Bildu, y es que la tentación del poder es tal vez la peor de las tentaciones. Nunca olvidaré que cuando era niño, una de las primeras veces que leí las tentaciones de Jesucristo, recuerdo que no me impactaron nada la tentación de las riquezas y de la vanagloria, pero la tentación del poder, ante ella sí que pensé: «Ésta sí vale la pena».
No nos extrañe por ello, que en el día de las Víctimas del Terrorismo, que es el 11 de Marzo, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), una de las más importantes Asociaciones de Víctimas, haya expresado su malestar recordando: «ETA no ha sido derrotada. ETA supo sacar rentabilidad a su debilidad operativa y consiguió por dejar de matar lo que no consiguió matando: primero volver a las instituciones para ahora ser decisiva políticamente e impulsar desde las instituciones reivindicaciones históricas de ETA como el fin de la dispersión y la amnistía de los presos»… «En definitiva, vivimos tiempos en los que se aboga por el blanqueamiento de los terroristas y por pasar página obviando todo el dolor y sufrimiento que hay detrás. Y todo ello ante la pasividad del Gobierno, cuando no con su propia complicidad».
Está claro que esto a las autoridades no les ha gustado nada. En mi tierra, en Logroño, la Presidenta socialista de la Comunidad Autónoma, se negó al final del acto, para demostrar su enfado, a hacerse una foto con las Víctimas del terrorismo, aunque éstas se lo pidieron. Y es que cuando uno se cree que está por encima del Bien y del Mal, las verdades ofenden. Y muchos políticos acaban por creerse lo que les dicen los aduladores de turno. Lo que debiera hacer un político de raza es comunicar en las altas esferas de Madrid el malestar de las víctimas del terrorismo y no dar lugar a que éstas tengan que escribir cosas como ésta: «Señora Andreu, sólo una fotografía, nada más, y un poco de empatía, sólo un poco de empatía para los buenos. Los malos son los que no condenan ni han condenado el terrorismo y que por desgracia son socios del gobierno de Sánchez. Creo que se llaman Bildu, ¿le suena?».
Pedro Trevijano