Recuerdo siempre la visita que el entonces presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Cardenal Alfonso López Trujillo, de feliz memoria, nos hiciera a los seminaristas, en Buenos Aires, en 2005; poco después de la partida a la Casa del Padre de San Juan Pablo II. Aunque ya notoriamente debilitado por el cáncer que lo llevó a la tumba --o, mejor dicho, a la Gloria-, el lúcido y valiente purpurado colombiano, en una memorable exposición, nos advirtió a los futuros sacerdotes que «está en marcha un diabólico plan para destruir cinco mil años de civilización; y acabar con la vida más débil, el matrimonio y la familia. Sepan ustedes, entonces, que la lucha por su defensa no es secundaria ni optativa: es el camino de la Iglesia, en este siglo XXI, que estamos comenzando». Proféticas palabras que, como ocurre con todas las profecías, despertaron amores ardientes, y desdenes hondos…
Uno de los estrechos colaboradores del recordado Cardenal era el querido padre Juan Claudio Sanahuja; inteligente y corajudo apóstol del Evangelio de la Vida. Lo conocí a principios de los años noventa, del siglo pasado; cuando, aun como seglar, yo trabajaba en la televisión, y otros medios porteños. Le hice varios reportajes, para ahondar en el Magisterio de la Iglesia, sobre el particular. Y me conmovía, especialmente, la seguridad y pasión de sus exposiciones. Dueño de una cultura vastísima, conjugaba ortodoxia con sencillez para expresarla; y, como buen profesional de los medios --se había Licenciado en Ciencias de la Información, en la Universidad de Navarra-, tenía notable capacidad para investigar la actualidad, y conocer los entresijos de los poderes ocultos, que hoy manejan el planeta…
Advirtió sabiamente sobre los estragos que traerían las funestas conclusiones de la Conferencia sobre la Población, de El Cairo, en 1994, y la Conferencia sobre la Mujer, de Beijing, en 1995; que impusieron ferozmente, desde las NacionesdesUnidas, la agenda abortista y la ideología de género. Y cuyas consecuencias macabras pueden verse hoy, patéticamente, en distintos puntos del planeta.
Lo vi recorrer, incansablemente, despachos de funcionarios oficiales y de dirigentes opositores. El entonces gobierno del presidente Carlos Menem, destacado por su clara postura provida y profamilia; y que votara junto a la Santa Sede, en todos los foros internacionales, había determinado que sus embajadores se alinearan sin retaceos en contra de la agenda antinatalista. Se debía, de cualquier modo, enseñarles, alentarlos, sostenerlos y acercarles información sensible. Ahí estaba el padre Juan Claudio, fatigando oficinas amigas y hostiles, con tenacidad francamente elogiable.
De modo especial me conmovió la amistad que había trabado con un legislador musulmán --quien, muy probablemente, se haya convertido-; y que era, también, firme partidario de la vida. Recuerdo haberlos visto, una tarde, en su despacho del Congreso, junto a una gran imagen de la Virgen de Fátima; que el senador había donado para una pobre capilla, en su siempre pobre --o, mejor dicho, adrede empobrecida-, provincia…
Nobleza obliga admitir que más de una vez chocamos por nuestro común carácter fuerte; y por diferencias circunstanciales sobre la actuación de los medios, en ocasiones concretas. Por supuesto, aquellas fricciones eran superadas al poco tiempo; como ocurre, con frecuencia, cuando los ideales y las convicciones priman sobre las pequeñeces.
Tenía bien en claro el poder de la apabullante maquinaria oligarca; y sus organizaciones serviles, como la ONU, la OMS, y UNICEF, entre otras.Fue --como escribí en InfoCatólica, el 23 de diciembre de 2016, apenas ocurrido su deceso-- un valiente soldado frente a la tiranía de la ideología de género, la usura internacional, y el narco-porno-liberal-socialismo del siglo XXI. Y luchó, denodadamente, contra el mundialismo masónico y ateo, que busca desterrar a Dios, y eliminar al hombre. Sufrió, incluso, el desprecio, hostigamiento y persecución de algunos muy ‘cercanos’. Lejos de arredrarlo, ello lo siguió templando en la batalla.
Autor de numerosos libros, entre ellos,Poder global y religión universal--su auténtico testamento-, brindó, asimismo, numerosas conferencias sobre dicha temática; que hoy pueden encontrarse en las bibliotecas, y las redes sociales. Consciente de la urgencia de formar cuadros institucionales, que un día tomaran la posta, fue fundador y director de los boletines Noticias Globales, y Notivida. Este último continúa hasta hoy; gracias a quien fuera una de sus discípulas, la no menos valiente y lúcida Licenciada Mónica del Río. Como decía en aquel obituario, allídaba cuenta de esta reingeniería social; y su consecuente secuestro de gobiernos, parlamentos y estructuras de poder.
En los últimos años, seguro de la inminencia del desenlace, se dedicó con intensidad y no poco esfuerzo a la formación en la materia de sus hermanos sacerdotes. Como podía, ya con sus fuerzas claramente disminuidas, compartía con ellos conferencias, reuniones y encuentros menos formales. En todos nos animaba a estudiar mucho, involucrarse mucho, y rezar muchísimo más. Como el apóstol San Pablo, era bien consciente de quenuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio(Ef 6, 12).
Era de buena madera sacerdotal, como lo fueron también Mons. Rogelio Livieres, Obispo de Ciudad del Este, y el padre Danilo Eterovic; con quienes lo unía una honda hermandad. También, como ellos, conoció horas amargas, y de clara orfandad… Cosechó, asimismo, amigos sacerdotes de distintas vertientes. Acabo de enterarme, incluso, que una de sus últimas unciones la recibió de un sacerdote de la Fraternidad San Pío X; actualmente destinado en Centroamérica.
Gracias a Dios, cada vez son más los clérigos que siguen la huella del querido padre Juan Claudio. Conmueve, por ejemplo, constatar en las Marchas por la Vida, en la militancia en los medios y en las redes, en las universidades y centros de decisión; e, incluso, en el arduo deambular por los despachos gubernamentales, la creciente presencia de sacerdotes --en su mayoría, muy jóvenes-, dispuestos a jugarse el pellejo por los más débiles. Y que tienen una sola candidatura: al Cielo…
Nuestro querido hermano Sacerdote --escribí, también, en el obituario de marras--,que tantó luchó en defensa del niño por nacer, fue llamado a su encuentro con el Señor, cuando el Niño Dios está por nacer... Providencial signo, en esta hora de dolor y esperanza...Hoy, en que una vez más, los millones de dólares del globalismo apuntan a legalizar el abominable crimen del aborto, en nuestra amada Argentina, su recuerdo nos fortalece en elbuen combate(2 Tm 4, 7). El pleno de la Cámara de Diputados trataría el proyecto el próximo jueves 10 de diciembre; día en que la Iglesia celebra a Nuestra Señora de Loreto, patrona de la aviación. ¡Que la Virgen Santísima, como lo hizo con el padre Juan Claudio, cuide de nuestras alas; para que seamos auténticos cóndores, en esta batalla; y no reptiles, vendidos al humanicida poder del dinero…!