La literatura hispánica se ha caracterizado, desde tiempos medievales, por poseer importantes ejemplos de poesía épica que han glosado a personajes clave de nuestra historia o han narrado en verso gestas militares, con bellos recursos literarios, pero con un sello de autenticidad, descartando la fantasía. Los estudiosos de la historia de la literatura española han destacado como en mayor o menor medida la poesía épica española se ha caracterizado siempre por ofrecer fuentes de un alto rigor histórico, a diferencia de otras como la francesa, por ejemplo.
Desde el Poema de Fernán González, (el fundador de la Castilla medieval) o el Cantar del Mío Cid hasta el Poema de Alfonso XI, llegando hasta el género del Romancero, que dedicó numerosos poemas que se hicieron populares y se recopilaron luego, a las gestas de la Reconquista, la literatura medieval castellana está llena de ejemplos de poesía épica, bella pero también rigurosa históricamente, al mismo tiempo.
Al comenzar la Edad Moderna, Castilla y España se vuelcan en un nuevo tipo de gesta, la Conquista y evangelización de América, el Nuevo Mundo. La poesía épica hispánica alcanzará nuevas cotas.
Tanto Ercilla como Castellanos fueron conquistadores que participaron en las expediciones sobre las que escriben, por tanto saben muy bien de lo que hablan. Sus obras son muy recomendables tanto desde el punto de vista de la historia militar como de la etnografía, de la geografía natural y el conocimiento de los pueblos indígenas. Son obras plenamente identificadas con los valores hispánicos, católicos y monárquicos de la Conquista, pero al mismo tiempo están llenas de respeto e incluso admiración por los pueblos indígenas y por su valor. En el caso de La Araucana, interviene la imaginación poética del autor en lo referido a la organización y jerarquía interna de los araucanos o mapuches pero es una obra también esencialmente rigurosa y plenamente histórica.
Menos extensa pero también importante es la «Conquista de Nuevo México» de Gaspar de Villagrá, que narra la expedición de Juan de Oñate, que conseguirá establecer la colonización de Nuevo México a principios del siglo XVII. Y habrá también otras obras similares, si bien de menos importancia.
En definitiva, un género de obras muy recomendable tanto desde el punto de vista literario como histórico, y que son un perfecto complemento a las Crónicas de Indias en prosa de la época. Incluso como en el caso de la obra de Castellanos y la de Ercilla, son también a veces, la principal fuente para las crónicas en prosa posteriores. Cuando España tenía no solo conquistadores y soldados, sino soldados poetas.