El pasado miércoles, 26 de Junio, TVE alcanzó una de las más altas cotas de indignidad que jamás haya obtenido una televisión pública con su entrevista en la hora de máxima audiencia al terrorista y miembro no arrepentido de ETA, Arnaldo Otegui. Recordemos que éste y sus colegas de Bildu no han pedido perdón ni colaboran con la justicia ayudando al esclarecimiento de los más de trescientos asesinatos todavía impunes. Los argentinos tienen un refrán que es muy adecuado para la situación que se ha producido: «La culpa no es del chancho (cerdo), sino del que da de comer al chancho», que en este caso se llaman Rosa María Mateo como responsable de Televisión española, y de Pedro Sánchez, sin cuya anuencia no hubiese podido tenerse la entrevista, porque además en otro caso la destitución de la encargada de TVE hubiese sido fulminante.
Entre las reacciones me ha gustado mucho la carta en ABC del día 28 de don Javier Rupérez, secuestrado por el mencionado Otegui, pidiendo que TVE le conceda un espacio semejante para poder reflexionar y expresarse sobre «Otegui y sus crímenes». Me gustó también lo que Marimar Blanco dijo al día siguiente desde la Tribuna del Congreso: «Es inaceptable, vergonzante y humillante que la televisión pública se convierta en un altavoz infame de un terrorista confeso como es Otegui, con el único objetivo de blanquear el brazo político de Batasuna, como es Bildu… Creo que no nos merecemos tanto desprecio». El lema de las Víctimas: «Verdad, Memoria, Dignidad, Justicia», sigue siendo, como acabamos de ver estos mismos días, de tremenda actualidad. Pero este lema tiene el problema que choca con la ideología relativista, que infecta buena parte de nuestra clase política.
La Iglesia española ha condenado, durante muchos años, más veces el terrorismo que el aborto. Pero entre sus documentos subrayo la Instrucción Pastoral de Noviembre del 2002 «Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y consecuencias», en cuyo número 15 leemos: «tampoco es admisible el silencio sistemático ante el terrorismo. Esto obliga a todos a expresar responsablemente el rechazo y la condena del terrorismo y de cualquier forma de colaboración con quienes lo ejercitan o lo justifican, particularmente a quienes tienen alguna representación pública o ejercen alguna responsabilidad en la sociedad. No se puede ser neutral ante el terrorismo. Querer serlo resulta un modo de aceptación del mismo y un escándalo público». Es decir, incluso la neutralidad es ya inmoral y con mucho más motivo tomar partido por ellos para conseguir ventajas personales.
Señor Sánchez, no sabe Vd. cómo me gustaría equivocarme y que Vd. sea un patriota español con convicciones morales sólidas. Pero todo lo sucedido hasta hoy me dice que no debo ser ingenuo y que desgraciadamente estamos en manos de un individuo a quien le interesa llegar al Gobierno como sea, pues como buen relativista, Ud. no cree ni en la Ley Natural ni en los valores morales universales. El problema es que si no hay una Ley Natural superior a la del Estado, estamos en el Totalitarismo. Mis derechos no se deben a mi dignidad intrínseca de ser humano, sino son simplemente una concesión graciosa del Estado, que éste me da si le da la gana.
Quiero terminar con una palabra de esperanza: creo en España, creo en las Víctimas del Terrorismo, creo en tantos compatriotas nuestros que son personas decentes y a quienes animo a dar la cara. Dios y España os lo agradecerán, mientras nuestros contrarios, aunque aparentemente estén ganando, han escogido el bando del Mal y un día u otro, no podrán evitar el enfrentamiento con su propia conciencia e incluso con la Justicia divina, aunque espero, y así lo hago en mis oraciones, que lleguen a ella arrepentidos de sus pecados.
Pedro Trevijano