Monseñor Sebastián ha publicado una carta de despedida a los miembros de la Unión Lumen Dei que sirve a su vez de resumen de todo lo acontecido desde su nombramiento como Comisario Pontificio.
Resulta triste constatar el sufrimiento por el que ha pasado, innecesariamente, un hombre que ha dedicado gran parte de su vida a servir a la Iglesia como pastor de varias diócesis, y que debería de estar disfrutando de un merecido descanso. Don Fernando asumió con obediencia la tarea que el Papa le encomendó, lo cual no puede decirse de todos aquellos que eran objeto de la intervención de la Santa Sede.
Si queda alguna duda sobre la actitud de gran parte de los miembros de Lumen Dei, en especial de su anterior dirección, baste leer el siguiente párrafo de la carta que el cardenal Rodé envió a don Fernando para comunicarle la aceptación de su renuncia:
"Nada ha sido suficiente, por desgracia, para romper la obstinada contumacia de la dirección de Lumen Dei en el rechazo del nombramiento del Comisario Pontificio. De todo ello ha resultado una situación en la cual Vd. se ha encontrado en la imposibilidad de ejercer su mandato. Por lo cual ha considerado oportuno, por el bien del propio Lumen Dei, un cambio en el cargo".
Es por ello evidente que a menos que haya un profundo cambio de actitud en la parte que se ha rebelado contra la autoridad del Papa en la persona de monseñor Sebastián, de poco valdrá que se haya nombrado como nuevo Comisario Pontificio a monseñor Jesús Sanz Montes, obispo de Huesca y de Jaca.
En la reciente reunión celebrada en el Vaticano, los antiguos responsables de Lumen Dei aseguraron de palabra aceptar la autoridad de monseñor Sanz Montes. Veremos si pasan de las palabras a los hechos. De lo contrario, quedará patente a los ojos de todo el mundo que estamos ante un problema que no tiene más solución que la aplicación de las medidas canónicas necesarias para acabar con un problema que ya se ha prolongado demasiado en el tiempo.
Don Fernando se despide como un buen pastor, exhortando a la obediencia y la fidelidad a la Iglesia. Todos los católicos deberían de estarle agradecido por ello.