Tanto los feligreses que acudieron a la misa conventual de este domingo en Montserrat como los televidentes que la siguieron por TV3 (como cada primer domingo de mes) tuvieron que soportar que el oficiante, el P. Josep Miquel Bausset Verdú, en lugar de predicar una homilía les arrojase un mitin a la cara, en el que mezcló el pasaje del Evangelio de la expulsión de los mercaderes del templo con la política de refugiados, las ayudas a la banca, la corrupción, los ex consejeros en prisión preventiva y la actuación policial del 1 de octubre.
¿Pero quién es este monje mitinero? Josep Miquel Bausset nació en la localidad valenciana de Alcudia el día 24 de octubre de 1955. Era hijo de Josep Lluis Bausset Ciscar, que nació en Paiporta en 1910, en el seno de una familia de honda tradición carlista, si bien evolucionó hacia el pan-catalanismo, convirtiéndose en uno de sus eminentes activistas, junto con Joan Fuster, Sanchis Guarner y Vicent Andrés Estellés. En este ambiente proclive al nacionalismo catalán se fue haciendo un hombre nuestro Josep Miquel, hasta el punto de que, en el año 1978, se afilió al Partit Nacionalista del Pais Valencià (PNPV), que fundó el catalanista Francesc de Paula Burguera, el cual se definía como. ...nacionalista, progresista de izquierda, democrático y comunalista, además de interclasista y declaraba que el partido apoyaba la señera cuatribarrada o senyera nua frente a la senyera blava, reconociendo la unidad lingüística con Cataluña,» Josep Miquel Bausset fue elegido el líder de sus Juventudes y vino fungiendo como el verdadero número dos del partido.
Sin embargo, la aventura del PNPV no se desarrolló por el camino del éxito. Jamás obtuvo representación parlamentaria, contando únicamente con 12 concejales en las elecciones municipales de 1979. En 1982 el partido se coaligó con Agrupament d’Esquerra del Pais Valencià (AEPV) para formar la coalición Unitat del Poble Valencià, disolviéndose finalmente en 1984. Nuestro Josep Miquel seguía siendo respetado por ser hijo de quien era, pero su carrera política iba languideciendo con la misma velocidad de la del que había sido su mentor, Francesc Burguera. En la segunda mitad de los 80, Bausset se halla con 30 años a sus espaldas, con un negro futuro político, sin otro porvenir que una triste licenciatura en biología, pero con los sueños intactos de unos Paissos Catalans lliures i progressistes. ¿Y a dónde canaliza tanto esa frustración como sus sueños el joven Bausset? A Cataluña, que es la tierra soñada de todo valenciano catalanista. Y dentro de Cataluña, se presenta como novicio en Montserrat. No era ningún jovencito, más bien una vocación tardía, pero Bausset es admitido en el cenobio benedictino y hace su profesión de fe monástica el 8 de septiembre de 1990, siendo ordenado diácono en 2006 y presbítero en 2011.
La carrera de Bausset es similar a la de Hilari Raguer. No solo en su radicalismo nacionalista sino en la génesis de su vocación. Los dos fueron monjes benedictinos por despecho de una situación personal. Raguer tras haber sido encarcelado en la huelga de tranvías y Bausset al fracasar su opción política catalanista en Valencia. Y los dos han pretendido seguir su actividad política dentro del monasterio, instrumentalizando el símbolo de Montserrat hasta límites absolutamente inaceptables.
A Bausset además le beneficia su condición de valenciano. No hay nada más apreciado en Cataluña que un valenciano catalanista. Tiene todas las puertas abiertas. Observen por ejemplo las increíbles subvenciones que ha obtenido de la Generalitat Eliseu Climent, o el cargo de director de TV3 de Vicent Sànchis o el de orgánico de la prensa digital de Vicent Partal o no digamos la omnipresencia, últimamente algo alicaída, de Isabel Clara Simó. Todos ellos valencianos. Bausset puede ser la última aportación al clan. No en vano, es colaborador de los diarios El País, Diari de Girona y Levante así como de los portales Religión Digital y Catalunya Religió, donde atiza sin piedad al Partido Popular, su principal enemigo, hasta el punto de que, cuando falleció su padre en 2012, devolvió el telegrama de pésame del presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra. Y como en la abadía montserratina son pocos los menores de 65 años, ostenta la responsabilidad de ser maestro de novicios. Claro que hay tan pocos novicios, que le permiten destinar su tiempo a la actividad política; esa frustración personal que no pudo desarrollar como laico, pero a la que ha vuelto bajo el hábito benedictino. Qué siempre será más llamativo un Dom Josep Miquel que un Josep Miquel a secas.
Oriol Trillas
Publicado originalmente en Germinans germinabit