El evangelio de este XXIX Domingo del Tiempo Ordinario es Lc 18,1-8, en el que se nos narra la parábola del juez injusto y de la viuda que le reclama justicia. En todos los tiempos ha habido y hay corrupción e injusticia, pero creo que a nosotros nos interesa mucho más la viuda. Ésta insiste ante el juez “hazme justicia frente a mi adversario” y aunque el juez no desea hacérsela, acaba por concedérsela, ya que “como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”. Está claro que en esta parábola lo que más nos interesa es cómo debemos comportarnos en situaciones parecidas. Jesús nos aconseja que no nos callemos y: protestemos contra la injusticia.
En el Nuevo Testamento encontramos una defensa semejante de los propios derechos en Jn 18,22-23: “Uno de los guardias que estaba allí, le dio una bofetada a Jesús diciéndole: ‘¿Así contestas al sumo sacerdote?’. Jesús respondió: ‘Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado, peo si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?’”. En la misma línea está el texto de Hch 16,37-39: “Pero Pablo les replicó: ‘A nosotros, ciudadanos romanos, nos han hecho azotar en público, sin previo juicio, y nos han arrojado a la cárcel, y ahora nos quieren echar fuera a escondidas? De ninguna manera. Que vengan ellos en persona y nos saquen fuera’. Los lictores comunicaron estas palabras a los pretores. Al oír que eran ciudadanos romanos, se asustaron, vinieron y les dieron satisfacción”.
Recuerdo que una persona que había sido pisoteada en sus derechos en varias ocasiones me decía: “Si te pisan chilla. Lo mínimo que vas a sacar es que esa persona, antes de pisar a otro, se lo piense dos veces”. Jesús además nos dice: “Sed sencillos como palomas, pero astutos como serpientes” (Mt 10,16). En pocas palabras, buenos sí, pero tontos no. Es decir hemos de ser inteligentes, saber saltar las zancadillas que nos tienden y, que en todo caso, el que intenta hacernos daño, se dé cuenta que sabemos defendernos, y que no le compensa el intentar hacernos daño. Recuerdo en este punto cierta persona que en el blog de uno de mis artículos, escribió que la Conferencia Episcopal Polaca había pedido al Gobierno de ese país, que prohibiese a las mujeres trabajar para que así se quedasen en casa y tuviesen más niños. Seguro que pensó: “Es muy difícil que logre probarme que lo que he dicho es mentira”. Pero como antes se coge al mentiroso que al cojo y tengo una sobrina polaca me resultó muy fácil llamarle por teléfono y preguntarle si eso era verdad. Como es lógico no lo era.
Y aquí quiero recordar una cosa: para el Relativismo no existen ni Dios ni la Ley Natural, y como para ellos no hay una Verdad objetiva, los conceptos de Verdad y Mentira, Bien y Mal son intercambiables, como hemos visto en el caso del aborto que ha pasado de ser un crimen horrible a ser un derecho de la mujer, pues es la realidad la que debe acomodarse a la ideología y no la ideología a la realidad. La sentencia medieval “contra el hecho no valen los argumentos” se rechaza, aunque haya que distorsionar la realidad. La fuerza del relativismo y de la ideología de género se nota especialmente en los medios de comunicación que ocultan al máximo noticias tan relevantes con que el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo decidiera por unanimidad de sus cuarenta y siete miembros el que el matrimonio homosexual no es un derecho humano fundamental y que al año son víctimas de sus parejas sesenta y tantas mujeres (eso sí se publica) y unos cuarenta varones (de eso no se habla), cifras por cierto bastante inferiores a las de la mayoría de los países.
Un amigo mío me preguntó hace unos días: ¿y esto qué consecuencias tiene para la población en general? Pues muy sencillo: si se llevan a cabo las leyes de ideología de género, leyes totalitarias y antidemocráticas, pues se cargan un montón de derechos humanos, patrocinadas por todos los Partidos, porque para servir al Mal sí hay unanimidad, aunque no la haya para servir a España, los colegios católicos ya pueden ir cerrando, como puede que le pase al Colegio Juan Pablo II de Alcorcón, por negarse a enseñar una ideología profundamente anticristiana, condenada repetidas veces por los Papas y muy especialmente por el Papa Francisco, que en los últimos días lo ha hecho en tres ocasiones: en su discurso en la JMJ a los obispos polacos, en su discurso de Georgia y en el avión de vuelta de Bakú, así como en su Encíclica “Laudato si” y en la Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia”. El Papa ya ha dicho que hay una ofensiva mundial contra el matrimonio, que creo forma parte de la persecución religiosa que anunció la Clinton cuando dijo aquello de que hay que obligar a las religiones a cambiar sus dogmas Por ello no nos descuidemos en protestar ahora, porque si no, puede que sea demasiado tarde.
Pedro Trevijano, sacerdote