Sólo hay algo más de pobres que el sexo, y es la lotería. La lotería es la superstición más lamentable, el hombre puesto ante su mayor mediocridad, la esperanza bajo mínimos y ningún deseo de mundo mejor. La cantinela de los niños de San Ildefonso remite al atraso, al tercermundismo, a los que creen en cualquier cosa con tal de no creer en Dios. Jesús nos enseñó la Cruz y nosotros compramos un décimo. Cualquier día se baja a saludar, y le volvemos a crucificar.
La ilusión hay que ponerla en el esfuerzo, en la tenacidad, en el trabajo bien realizado. La ilusión hay que ponerla en la ternura, en la belleza y en los grandes restaurantes. Nunca será una ilusión de persona vertebrada que el dinero te toque. Oiga, oiga. Nosotros, los que llevamos el peso del mundo en nuestras espaldas, los que hacemos que siempre continúe la función y guardamos memoria de los espasmos del primer parto, sabemos que un país de una timba y milloncejos merece cualquier desventura.
Si hubiéramos estado igual de atentos el domingo, a la hora de depositar nuestro voto, de lo pendientes que ayer estuvimos de los siniestros bombos, tal vez ahora tendríamos la expectativa de un gobierno razonable, y estable, y la Bolsa no se habría desplomado. Es de república invertebrada comportarse como auténticos irresponsables y luego fiarlo todo a un sorteo.
La lotería es de pobres, y de vagos. La lotería es el recurso más bajo, como las bajas por estrés -esa gran farsa-, los días personales o esos reportajes de interés social que todo el mundo sabe que no interesan a nadie.
Que el sorteo de la Lotería Nacional sea uno de los acontecimientos mediáticos de España indica lo mucho que como nación tenemos que mejorar, lo mucho que como individuos nos hace falta centrarnos en nuestro cometido, en nuestra misión, en nuestro rumbo.
Es el talento, y no el azar, lo que hace que la Humanidad sobreviva a sus noches más oscuras. Hay que salir al encuentro de Dios, y no esperar a que te toque. En cada décimo, un fragmento de mediocridad, un pedazo de espejo roto cuyo reflejo tendría que avergonzarnos.
Tercer mundo, atraso, podemos. Humanidad devaluada, tribu, hechicero.
Salvador Sostres
Publicado originalmente en BlogsABC