La Fundación Juan Maragall, que preside el sacerdote Matabosch, hombre de confianza del cardenal arzobispo de Barcelona, solicita al episcopado de Cataluña que se pronuncie sobre Germinans. Es evidente que no pretenden que les llamen bonitos.
Es curioso ver como estos progres de salón, entre los que también está quien fuera presidente del famoso CAC, reclaman la censura de lo que les es adverso en una manifestación verdaderamente democrática, liberal y ajena a todo hedor de macarthysmo. Vamos, que quieren recrear, en pleno siglo XXI, la caza de brujas.
Me parece que es el mayor reconocimiento del enorme éxito de Germinans y de todo lo que les escuece esa heroica aventura eclesial que bien podría llevar en su frontispicio el evangélico lema de la verdad os hará libres. Porque ese es el inmenso logro de ese grupo de valientes contra el que se han desatado las furias del averno. Capitaneadas por ese clérigo, Antonio Matabosch (Barcelona, 1935), que es la mano derecha del cardenal de Barcelona.
La Iglesia en Barcelona, gracias a Germinans, comienza a ser libre. Los manejos ocultos han dejado de serlo. El lobby feroz tiene ya las uñas melladas y la dentadura postiza. Les han plantado cara y, como ya son incapaces de otra cosa, corren a refugiarse en petición de auxilio tras los capisayos episcopales. Como niños chivatos.
Una vez más se cumple ese inexorable castigo de los años. Que hace a los viejos volver a la niñez. Y la impotencia, de los muchos y los pocos años, suele recurrir al chivatazo. La gerontocracia de la Iglesia catalana ya no sabe ni puede hacer otra cosa que chivarse. Quien les ha visto y quien les ve. Aterrados con Germinans. Que no hace otra cosa que descubrirles sus vergüenzas. Tantas.
Hoy Oriolt, una de las plumas más inteligentes y aceradas de un colectivo en el que todas lo son, pulveriza la maniobra de los Sistach macoutes. El Duvalierismo se desmorona. En el descrédito, la impotencia y la ancianidad. Se saben agotados y sin mañana. Sus embates son ya los del toro moribundo y amorcillado que apenas se sostiene apoyado en la barrera. Ya ni precisa la estocada. Sólo el descabello.
Vaya desde esta torre mi abrazo fraternal al matador. ¡Vaya faena! Os espera la puerta grande. Ya se está abriendo. Y el toro que parecía invencible agoniza ya acunado en tablas. Dio la impresión de bravo y resultó manso. Nobleza, ninguna. Este es uno de sus últimos mugidos. Dando muestra de su pésima condición.
Yo, queridísimos amigos de Germinans, tras vuestra extraordinaria faena, sólo puedo sacar el pañuelo y deciros: olé.
Francisco José Fernández de la Cigoña
---
Todos en Religión en Libertad somos Germinans germinabit, por Luis Fernando Pérez
Matabosch nos quiere censurar, por Oriolt (GG)