Los padres y la educación de los hijos

La autoridad de los padres es necesaria y es bueno que la ejerzan, habiendo situaciones en las que los padres deben sencillamente imponerla sin discusión posible, pues hay pautas de conducta que deben ser practicadas, incluso antes de poder ser entendidas.

El principal deber de los padres es querer a sus hijos, y esto supone que los padres traten de dar a sus hijos lo más importante que ellos tienen, es decir ellos mismos y su tiempo. La clave es la disponibilidad cariñosa. El padre que no esté dispuesto a perder el tiempo con sus hijos, por ejemplo jugando con ellos, no es un buen padre. Los hijos necesitan que los padres les atiendan y  les eduquen en los valores de la familia y de la vida.

La autoridad de los padres es necesaria y es bueno que la ejerzan, habiendo situaciones en las que los padres deben sencillamente imponerla sin discusión posible, pues hay pautas de conducta que deben ser practicadas, incluso antes de poder ser entendidas, como el que los niños vayan a la escuela y al colegio, o la formación religiosa, aunque en este punto generalmente sólo es eficaz si los padres son creyentes convencidos y van por delante con su ejemplo. No hay que olvidar tampoco el influjo que pueden tener los abuelos. Aunque los hijos empiezan ya a querer independencia y autonomía, para desarrollar su autoestima necesitan sentirse apoyados y protegidos por los adultos, que siguen siendo puntos de referencia. Por ello las normas deben ser claras y los límites precisos, pues los hijos deben saber a partir de cuando ya no es aceptable una conducta. Las prohibiciones no deben ser por mero capricho, pero pueden ser necesarias, incluso sin razonarlas. Pero los padres deben tener presente  que el objetivo de su educación es que sus hijos lleguen a tener personalidad propia. El niño no nace libre, sino que hay que educarle para que lo sea, permitiéndole poco a poco asumir las responsabilidades que correspondan a su edad, enseñándole a pensar y distinguir entre lo fundamental, lo importante y lo accesorio, vacunándole contra eslóganes y tópicos, cosa que no se consigue si por ausencia de orientaciones y límites durante su crecimiento se le hace esclavo de su propio capricho. Los padres en estos años deben decidir por y para el hijo, aunque ello lleve consigo la posibilidad de cometer errores, pero también la posibilidad de corregirlos. Los errores también se cometen por omisión y son más irreversibles. Los hijos no son sólo sujetos de derechos, sino también progresivamente de deberes. La relación de padres e hijos no puede ni debe ser en estos primeros años una relación de igual a igual, porque corresponde a los padres establecer una disciplina para erradicar los comportamientos inadecuados y dar a sus hijos una información y formación moral que les permita distinguir lo que está bien de lo que está mal para que puedan orientar sus conductas y pensamientos.

            Hoy ya no se discute sobre la necesidad o conveniencia de la educación sexual; aunque desgraciadamente muchos niños se encuentran con que como consecuencia del medio ambiente actual, las informaciones erróneas que transmiten muchos medios de comunicación e incluso muchas escuelas y su falta de principios les crea una gran confusión mental y moral ante las actitudes que han de tomar.

Separar la educación sexual de la formación de la persona o reducirla a mera información es un tremendo error. La sexualidad es una expresión de nuestra capacidad de amar y hoy no dar al niño una buena y correcta educación sexual suele significar que crezca con una mentalidad deformada sobre estos temas. La maduración personal incluye y exige el conocimiento progresivo de la propia sexualidad y supone un conjunto de actitudes y valores que ayudan a su realización. En consecuencia, todo individuo tiene el derecho de recibir la instrucción y educación sexual adecuada a su edad. Por ello, actualmente la discusión se centra en el modo concreto, lugar, tiempo y personas que deben responsabilizarse de esta enseñanza y especialmente sobre el papel que juegan la familia, la escuela y la Iglesia.

Es necesario que los niños vayan conociendo su sexualidad poco a poco hasta su pleno descubrimiento en la adolescencia. Los niños deben saber que hacer preguntas sobre la sexualidad forma parte de su educación integral. Sin embargo, aunque la información es imprescindible, no basta con tener conocimiento e información, pues la mejor instrucción sexual no consigue encauzar el apetito sexual, sino que para conseguir esto el mejor medio es la educación de la afectividad con una buena formación espiritual y la práctica religiosa, tanto más, cuanto que en estos tiempos, muchos, por ejemplo nuestros gobernantes de todo signo, intentan imponer la ideología de género, que es no sólo anticristiana, sino diabólica, pues es exactamente la Moral Católica vuelta del revés. Por ello dar a niños, adolescentes y jóvenes una recta educación sexual es una obligación urgente y grave de los padres y educadores cristianos, a fin de ofrecerles a tiempo una formación clara, firme y abierta al crecimiento personal y afectivo, en estas materias referentes a la sexualidad, afectividad, matrimonio, procreación y educación de hijos, tan importantes para la perfección personal y la salud social. Una buena educación sexual conlleva enseñar a saber poner los instintos y lo carnal al servicio del amor, la razón y la voluntad y es un factor importante para el sano desarrollo mental, físico, moral y religioso de los niños, si bien al ser algo que afecta a la persona a lo largo de toda su existencia, cualquiera que sea su estado de vida, es uno de los campos en que la educación permanente es conveniente y necesaria.

                                                                                                               

P. Pedro Trevijano

2 comentarios

Nacho
Todo sería más sencillo si se hablara de personas, en lugar de varón o mujer. Dos personas se aman, dos personas desean mantener una relación seria y perdurable, dos personas desean formar una familia y educar hijos que, a su vez, serán personas en la sociedad y se relacionarán amorosamente con otras personas.

Punto. Lo del género solamente viene a sembrar discordia y sufrimiento. Que dos personas se amen nunca tuvo que haber sido pecado.
21/01/15 11:24 PM
Anónimo...
Que la naturaleza nos haya hecho sexuados... no es ninguna anécdota.

: )
24/01/15 8:09 PM

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