«Sobre las condiciones de la comunión sacramental», por el P. Martín Grichting

Si las condiciones mencionadas por el Papa Pío X para acercarse a la comunión sacramental se aplicaran aún en la praxis pastoral, la cuestión sobre la comunión sacramental de los «vueltos a casar» con rito civil se plantearía en un contexto más amplio y más favorable para ellos. Estos fieles ya no serían las únicas ovejas negras discriminadas porque, como es sabido, no existe sólo el sexto mandamiento; hay diez.

El inminente sínodo y, en especial, la cuestión de los divorciados «vueltos a casar» con rito civil podrían ser una ocasión para reflexionar, de nuevo, sobre las condiciones que hacen fructífera la comunión sacramental y sobre la frecuencia con la que recibir este sacramento.

El Concilio de Trento no había prescrito una frecuencia determinada. Entonces se estableció el precepto de recibir la comunión al menos una vez al año. […] Si bien a continuación muchos autores espirituales recomendaron la comunión frecuente, no fue hasta el decreto «Sacra Tridentina Synodus», promulgado por la sagrada congregación del Concilio el 20 de diciembre de 1905, cuando tuvo lugar un cambio.

Este documento, promulgado por iniciativa del Papa Pío X, declaraba deseable la comunión frecuente, incluso diaria, e invitaba por consiguiente a los fieles a recibirla a menudo.

Sin embargo, Pío X dictó algunas condiciones para la comunión frecuente. Los fieles no tienen que recibirla por costumbre, por vanidad o por respetos humanos; sobre todo, deben estar libres de pecados graves o tener la intención de no pecar más, según la palabra de San Pablo: Que cada uno reconozca el cuerpo del Señor y no coma o beba su propia condena al recibirlo indignamente (cfr. 1 Corintios 11, 27-29).

Ni siquiera entonces se podía, por lo tanto, pensar en una invitación general y sin restricciones a recibir la comunión sacramental, con mayor razón si tenemos en cuenta que en esa época regían reglas más restrictivas que las de ahora sobre el ayuno eucarístico. De hecho, en muchos casos la comunión se distribuía sólo durante la primera misa matutina dominical.

Empero, las condiciones para recibir la comunión sacramental, que en la época de Pío X aún se consideraban obvias, no han vuelto casi a ser recordadas por la Iglesia en los últimos decenios. En práctica, lo que hoy queda de las indicaciones de Pío X es solamente la invitación a la comunión frecuente, que se interpreta incluso como una invitación dirigida a todos los presentes en la celebración. La comunión sacramental es vista, actualmente, como una parte obligatoria del rito de la misa, como pueden serlo el signo de la cruz hecho con el agua bendita o el intercambio de la paz.

Es necesario por tanto que haya, también en referencia a los «vueltos a casar» con rito civil - pero no solo -, un cambio de mentalidad. Si las condiciones mencionadas por el Papa Pío X para acercarse a la comunión sacramental se aplicaran aún en la praxis pastoral, la cuestión sobre la comunión sacramental de los «vueltos a casar» con rito civil se plantearía en un contexto más amplio y más favorable para ellos. Estos fieles ya no serían las únicas ovejas negras discriminadas porque, como es sabido, no existe sólo el sexto mandamiento; hay diez.

Además, la problemática sobre la comunión sacramental de los «vueltos a casar» con rito civil se ha ido agravando en los últimos decenios a causa del empobrecimiento litúrgico de la vida eclesial. La liturgia, en algunas parroquias, ha quedado reducida únicamente a la celebración eucarística. Las distintas formas de piedad popular, las diferentes funciones religiosas, la adoración eucarística, la recitación comunitaria del rosario o del breviario han sido cada vez más marginadas.

Sin duda, la eucaristía es «fuente y cumbre de toda la vida cristiana (Lumen Gentium, 11). Pero la reducción de las formas que preparan y conducen a esta cumbre acentúa la difícil situación en la que se encuentran quienes, por cualquier motivo, no pueden acercarse a esta fuente cristiana porque sus condiciones personales de vida no se lo permiten.

Esta reflexiones muestran que el debate sobre los fieles «vueltos a casar» no puede llevar a ningún resultado útil si se sigue limitando a la cuestión de si pueden o no recibir la comunión.

El modo de proceder del cardenal Kasper ignora principios teológicos de la doctrina de la Iglesia sobre el sacramento de la penitencia, el matrimonio y la eucaristía. Es obvio que no se pueden sacrificar estos principios para «salvar» a la Iglesia. Si el debate permanece en este estrecho margen, corre el riesgo de bloquearse.

Queda, por tanto, como única solución desarrollar y poner en marcha una pastoral específica para los fieles «vueltos a casar» que respete la doctrina de la Iglesia. La Iglesia debe ocuparse, además, del empobrecimiento litúrgico que se ha creado en los últimos decenios. Por último, debe volver a estudiar y poner en discusión a nivel de Iglesia universal la cuestión del acercamiento digno y fructuoso a los sacramentos.

Si se pudiera poner en marcha al menos sobre estos puntos una profundización de la doctrina de la Iglesia y una renovación de la pastoral, las dos próximas sesiones del sínodos estarían bien empleadas.

 

P. Martín Grichting, vicario general de la diócesis de Chur (Suiza)

Publicado originalmente en su traducción al español en el blog de Sandro Magister

6 comentarios

Ricardo de Argentina
Es absolutamente cierto que comulgar ha pasado a ser considerado una obligación en las misas.

Una forma práctica de corregir esto sería volver a implantar la obligación del ayuno de 8 horas previo, de modo que sólo se dé la comunión en las misas matutinas.
Un sólo sacrilegio que se evite con esta medida "impopular" la justificaría ampliamente.
14/06/14 2:23 PM
Eugenia Muriel G.
Otra opción, Ricardo, sería que Su Santidad impusiera a todas las diócesis del mundo la obligación de que en todas las misas, inmediatamente antes de la comunión, el sacerdote oficiante dijera algo así como: "Se les recuerda que la comunión sacramental es única y exclusivamente para aquellos católicos que profesen íntegra la fe católica, es decir que estén interiormente de acuerdo con todos los dogmas de la Iglesia, que no estén en pecado mortal y que no estén excomulgados. Evítense incurrir en el grave pecado del sacrilegio". Saludos.
14/06/14 9:48 PM
Bernardita
Como saber lo que pasa en la conciencias en esas reuniones marianas o episcopales donde hay tanta gente que comulga....centenares. Ya no se habla de la confesión ni el pecado....como hacer con los hijos????? Dios mío que dificil que es todo esto.
16/06/14 11:18 PM
Eliazar Montejo Cortaza
indudablemente el tema de los vueltos a casar es algo que debe debatirse pues en Dios que es infinitamente bueno debe haber alguna solución para santificar estas personas, después de todo si bien es cierto que se comete un pecado mortal, creo que no deja de ser eso un pecado mortal un yerro en el hijo menor que se aleja del padre pero si quiere regresar creo el único obstáculo para hacerlo debe ser solo ellos que Dios nos ilumine para no obstaculizar a nadie de disfrutar el amor del padre.
17/06/14 4:43 PM
Luis Fernando
Eliazar, hay una solución para santificar a esas personas: que dejen de vivir en pecado.

Y eso es posible por la gracia de Dios.

No hay otra salida. Así de simple.
17/06/14 5:07 PM
maga
Estoy de acuerdo con Eugenia Muriel G. Los sacerdotes no recuerdan en misa cosas muy importantes. y hay gente que solo va a misa y luego no pone nunca el pie en la iglesia, asi que es en misa que se deben recordar las condiciones de la comunion sacramental, que la adoracion eucaristica es muy importante, que existe el rosario y no es solo para los viejos... enfin, un monton de cosas que, si no nos las recuerdan a menudo los curas, no las sabemos o no le damos suficiente importancia. yo, muchas cosas las he aprendido gracias a las revistas catolicas o a internet (y solo a los 40 años, es decir que he perdido un monton de tiempo) pero mucha gente no compra estas revistas ni se les ocurre informarse en internet.
28/06/14 10:06 AM

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