La monja Teresa Forcades, promotora del llamado Proceso Constituyente, ha vuelto a insistir en un tipo de declaraciones que tienden a vincular y a comprometer su actividad política con la Iglesia buscando una confusión que debe ser advertida. Ahora, un objeto de esta instrumentación ha sido el propio Papa, al alinear su opción política con los principios de Francisco al destacar que quiere una Iglesia abocada a los pobres. Una vez más Forcades mezcla dos cuestiones que en ningún caso deben confundirse y esa es una mala forma de actuar, muestra de una confusión mental que solamente puede generar daños.
No puede mezclarse la institución eclesial con ninguna fuerza u opción política. No pueden reducirse determinados aspectos de las propuestas de la Doctrina Social de la Iglesia a una sola opción política. Nadie puede pretender tal representación. Nadie desde la política puede presentarse como la aplicación de lo que, por ejemplo en relación a los pobres, el Papa afirma, buscando una equivalencia. Una cosa es inspirarse como partido político o como movimiento en lo que dice la Iglesia en la libre interpretación propia de los laicos, y subrayo la condición laical para actuar en la vida pública, y otra cosa muy distinta es considerar en alguna medida una vinculación entre una institución instrumental y secular como el partido político y la Iglesia Católica.
Forcades abunda con sus declaraciones y su propia imagen en una versión progre del «partido católico». ¿Qué pensaríamos si un sacerdote vestido como tal (pero con un diseño creativo, claro está) actuara en la vida pública sosteniendo el apoyo a un movimiento político conservador, o de derechas? Pues simplemente sería acusado como mínimo de nacional católico, de reaccionario, de confundir la Iglesia con una opción política. Pues esto es lo que viene haciendo y explotando la benedictina Forcades, con el apoyo, hasta que se demuestre lo contrario, de su congregación religiosa. Su propio look personal acentúa deliberadamente esta actitud. Forcades viste un diseño personalizado del atuendo monjil porque quiere. Al hacerlo, y sobre todo en una sociedad de la imagen, lo que hace es acentuar aquella confusión que denunciaba. El ejemplo que anteriormente he utilizado sobre un sacerdote sirve exactamente igual en este caso. Pero hay más instrumentalizaciones en esta línea, como cuando afirma que para actuar políticamente consultó con el Arzobispado (es decir Barcelona) algo que no ha existido y que la diócesis ha desmentido en un comunicado oficial. Siempre la misma confusión deliberada con la Iglesia, pero solo en aquello que le conviene al pensamiento políticamente correcto de la que es servidora, porque esa misma opción política apuesta decididamente por el aborto y el matrimonio homosexual.
Bueno es que surjan desde la Iglesia movimientos que generen una respuesta económica, social y política desde la perspectiva de la Doctrina Social, pero si eso se hace no debe confundirse con una actuación partidista como es el Proceso Constituyente de Forcades. Ha de quedar claramente diferenciada del hecho eclesial, no digamos ya de la figura del Papa, y presentarse como una opción propia de laicos Estas son unas normas mínimas que deben funcionar, deben acatarse, y hacerse cumplir.
Josep Miró i Ardèvol, presidente de E-Cristians y miembro del Consejo Pontificio para los Laicos
Publicado originalmente en Forum Libertas