El nuevo Papa Francisco, hasta ahora el cardenal Jorge Mario Bergoglio, tiene una amplia experiencia pastoral que le ha llevado a sus 76 años a ser el 266 Pontífice de la Iglesia Católica. Es además el primer Papa jesuita.
Pareciera que los cardenales le diesen una segunda oportunidad, pues en el Cónclave de 2005 fue el segundo más votado tras el propio Ratzinger. Algunas fuentes aseguran que el cardenal argentino entre lágrimas pedía que no le votaran.
Pero ante todo, el argentino al que nadie, excepto los cardenales, metía en las quinielas es una persona sencilla y así lo han dejado ver los que lo han votado. Es austero, tímido y rehúye las apariciones en los medios de comunicación aunque eso no ha sido impedimento para tomar importantes y difíciles decisiones.
Humilde, sencillo y austero
En Buenos Aires suele viajar en autobús y en metro como un ciudadano más, lo mismo que ha hecho en los viajes a Roma. Hasta ahora, claro. Aunque goza de buena salud, sufre problemas respiratorios tras la pérdida de un pulmón en una intervención quirúrgica.
Del mismo modo, durante todos estos años en la sede bonaerense ha querido cuidar personalmente de los sacerdotes ancianos o enfermos, trasladándose a sus casas o a los hospitales en los que se encontraban, aunque tuviera que pasar allí la noche. También renunció a vivir en el Palacio Arzobispal y decidió irse a vivir a un pequeño apartamento.
Firme con la teología de la liberación
Es el primer Papa de la Compañía de Jesús, aunque no siempre ha tenido las cosas fáciles por parte de sus compañeros. Llegó a ser el provincial de la Compañía en el periodo que va desde 1973 a 1980 donde se opuso de manera firme a la teología de la liberación, motivo por el cual tuvo que llamar al orden a algunos de sus hermanos. Esta firmeza con ellos le fue devuelta cuando dejó de ser provincial tras ser «desterrado» a Córdoba sin competencias pastorales y sobre todo tras ejercer una responsabilidad tal como la de provincial.
Ha sido acusado por grupos de izquierda por colaborar supuestamente con la dictadura militar argentina. Durante su etapa como provincial, Bergoglio echó a dos jesuitas simpatizantes de la teología de la liberación y que más tarde fueron secuestrados. Ese es todo el vínculo.
En 1992, Juan Pablo II quiso recuperar a Bergoglio y le nombró ni más ni menos que obispo auxiliar de Buenos Aires. En 1998 fue nombrado arzobispo de Buenos Aires y más tarde presidió dos veces la Conferencia Episcopal Argentina.
Una muestra de su carácter se pudo observar en 2001 cuando fue creado cardenal por Juan Pablo II. En ese momento, un grupo de diocesanos quiso ir a Roma para acompañarle en aquel momento tan importante de su vida, pero el ahora Papa les pidió que desistieran de esa acción y que el dinero que tenían pensado gastarse en el viaje a la capital italiana lo destinaran a obras de caridad.
Problemas con los Kirchner
Durante todo este periodo, fue conocido por la tensa relación que mantuvo con los Gobiernos de Nestor Kirchner y posteriormente con el de su esposa Cristina, por su populismo y también por su legislación sobre el aborto y el matrimonio homosexual.
La frialdad que marcó el tono de sus relaciones con el kirchnerismo se transformó en enfrentamiento abierto en temas como la crisis por las diferencias entre el gobierno y las patronales agrarias, la aprobación de la ley que reconoce el matrimonio homosexual y la polémica sobre el aborto.
En 2008, durante el conflicto con el campo, Bergoglio llegó a pedir a Cristina Fernández un «gesto de grandeza» con las patronales agrarias, denunció «homogeneización» del pensamiento y «crispación social». En 2010, la cúpula de la Iglesia católica argentina libró una «guerra de Dios» contra el gobierno y trató por todos los medios de evitar la aprobación de la ley que reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo. Bergoglio encabezó manifestaciones, movilizó a los sacerdotes en defensa de la «unidad familiar» y convocó vigilias frente al Parlamento.
Aunque perdió esta batalla, se apuntó un tanto poco después al conseguir que el gobierno frenara la difusión de una guía médica que repasaba los supuestos de aborto admitidos por la ley argentina: violación y peligro para la vida o la salud de la madre.
Javier Lozano, periodista
Publicado originalmente en Libertad Digital