Es tanta la indigencia intelectual de muchos de nuestros políticos, y no hay partido que se salve, que estamos acostumbrados a innumerables paridas. Si es bajísimo el nivel de , aceptación de la ciudadanía de esa clase casposa y costosa raro es el día en el que varios representantes de la política actual no se empeñen en demostrarnos que mienten, roban, dilapidan, practican el enchufismo hasta grados inverosímiles y hasta dan muestra de una bajeza moral estremecedora. Como el de aquel padre que acudía a salas de alterne con su hijo, naturalmente pagadas por los contribuyentes, y en lo que no se sabe que era lo más degradante, lo del padre con el hijo, lo del hijo con el padre o lo de ambos en comandita con la esposa y la madre.
Ahora el portavoz de la Junta de Andalucía ha reclamado un bozal para el obispo de Córdoba por expòner la doctrina de la Iglesia sobre la familia y el matrimonio. Que además es pura antropología natural. Puedo entender que tal doctrina no le guste a algunos. Y hasta que le critiquen. Puede haber gente que defienda el aborto, libre o limitado, el homosexualismo al poder, la poligamia, el divorcio exprés, el nudismo, la píldora gratuita a los menores de edad, lo que se quiera. Naturalmente la doctrina de la Iglesia al respecto les parecerá retrógrada e impropia de estos tiempos. Por otra parte tan maravillosos. Es una ironía por si alguien no la capta. Alguien, personalmente o desde un partido político, puede replicar con argumentos al obispo de Córdoba. Pero reclamar para él un bozal por decir lo que piensa la Iglesia es una muestra de totalitarismo tal, de carencia absoluta de respeto a la libertad de expresión y de negación de todo lo que es la democracia que verdaderamente deja perplejo a cualquiera que no esté tarado por una grave incapacidad democrática. Y tal sujeto seguramente se atreverá a llamar fascistas a otros que no piensen como él. Ni la Inquisición se atrevió a proponer el uso del bozal. ¿Piensa eso el PSOE? Porque, si así fuere, nuestra democracia está muy amenazada.
Francisco José Fernández de la Cigoña
Publicado originalmente en La Gaceta y en La cigüeña de la Torre