La confesión en la actualidad

Personalmente debo decir que cada día creo más en este sacramento, al que agradezco no sólo la paz que tantas veces ha devuelto a mi alma, como receptor de este sacramento, sino también el inmenso bien que, a pesar de mis fallos y algunos errores, creo he podido realizar como sacerdote que confiesa.

Aunque es evidente que el sacramento de la Penitencia lleva ya muchos años arrastrando una severa crisis, también es indiscutible que sigue siendo uno de los siete sacramentos de la Iglesia, el lugar privilegiado de encuentro con Dios para el perdón de los pecados y una fuente estupenda de renovación de la vida espiritual.

Es lamentable que muchos han perdido la costumbre de confesarse, a veces como resultado de algunos errores que circularon en los años postconciliares, como el que la Iglesia iba a suprimir la confesión personal de los pecados a un confesor, modo habitual, salvo casos de imposibilidad física o moral,  de celebrar este sacramento de la penitencia,  en el que Dios nos concede el perdón de los pecados. Pero también es verdad que los curas no nos sentamos en el confesionario porque la gente no viene, y la gente no viene porque no estamos en el confesionario. Creo que somos los sacerdotes los que debemos romper este círculo vicioso, dando oportunidades a los fieles para recurrir a este sacramento. Personalmente debo decir que cada día creo más en este sacramento, al que agradezco no sólo la paz que tantas veces ha devuelto a mi alma, como receptor de este sacramento, sino también el inmenso bien que, a pesar de mis fallos y algunos errores, creo he podido realizar como sacerdote que confiesa. Nuestra tarea es acoger, perdonar y absolver en nombre de Dios y de la Iglesia. Sobre nuestro modo de comportarnos, conozco una única receta, válida en todos los campos, pero especialmente en este de la confesión y en el de la educación: tratar con profundo cariño a la persona que tenemos enfrente.

            Como confesor la tarea más importante, después de la de perdonar en nombre de Dios los pecados del penitente, es la de aconsejar. Tengo la costumbre, cuando me encuentro con un problema importante, cosa que sucede con frecuencia, encomendar de modo especial esa intención. Son problemas de lo más variado y no puedo por menos de recordar unas palabras de Pablo VI en un gran discurso que dijo en la ONU cuando se presentó diciendo. “Vengo aquí como experto en humanidad”. También el sacerdote  tiene que actuar a menudo y especialmente en el confesionario como experto en humanidad.

Pero para obtener la paz interna la solución con frecuencia supera el mero plano humano, pues el perdón de los pecados es de orden religioso y moral. En efecto sólo Dios puede liberar de la culpa en cuanto tal, ya que es ofensa consciente a Dios y por tanto el perdón no puede depender solamente del culpable. Al "contra ti solo pequé", corresponde por parte de Dios el "yo te absuelvo" que perdona.

En la pasada Jornada Mundial de la Juventud muchos jóvenes buscaron un encuentro más personal con Cristo a través del sacramento de la Reconciliación. Pero la confesión es no sólo un pedir perdón por nuestras faltas de amor tanto hacia Dios como hacia los demás, sino sobre todo intentar enfocar toda nuestra vida al servicio del amor y del bien, siendo por parte del sacerdote el objetivo de la confesión tratar de acercar a los jóvenes a Cristo y a su Iglesia. Con el arrepentimiento y el recibir la absolución, Dios nos perdona y renueva su ayuda para que vayamos llenando de esperanza y sentido nuestra vida, realizándonos como personas.

Está claro que para una buena evolución de nuestros jóvenes se requiere una educación de la mente y voluntad que suponga una postura de apertura hacia los valores espirituales y cristianos, que les ayude a superar su egocentrismo y les haga comprender que el auténtico sentido de la vida está en el amor hacia Dios y el prójimo, pero recordando que no somos perfectos, sino pecadores redimidos por el amor misericordioso de Jesús, en quien tienen que poner su confianza.

Y tras lo que he dicho, ¿entienden Vds. porqué no puedo ser pesimista sobre el futuro de este sacramento? El Espíritu Santo está detrás y ya se encargará Él que espabilemos y aprovechemos este fabuloso medio de evangelización que ha puesto en nuestras manos y que no es otro sino el sacramento de la Penitencia.

 

P. Pedro Trevijano, sacerdote

 

 

10 comentarios

Miguel Vinuesa
Está claro: un círculo vicioso se rompe con la VIRTUD. Y si hay que tener una iglesia ABIERTA para esperar a que se confiese uno, pues se lleva uno un libro... Porque está claro que si no hay nadie para confesar (y eso es algo que en Ginebra he vivido, y me va a tocar vivir), luego no podrá haber mucha gente comulgando...
6/09/11 4:29 PM
José Luis
« Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco. (Ro 7, 15)»

El Sacramento de la Penitencia es muy importante, las tentaciones llegan a ser muy terribles, nuestra debilidad nos puede hacer en ofensas al Señor, cuando nos acercamos a este sacramento, es porque amamos al Señor y aborrecemos el pecado.

EL bien que quiero hacer, no siempre lo hago, y es evitar el pecado, y aquello que no quiero y aborrezco como es el pecado, por mi debilidad...

Pero Dios es bueno y compasivo, me invita a que vaya a este sacramento, está pronto a perdonarme, y yo por mi parte, deseo que el propósito de enmienda debe ser constante.

Ha habido santos que cada día se confesaban, hoy día, puede ser semanalmente, para ir creciendo en gracia ante Dios y ser santos y santas.

Sé de una historia, (década de los noventa) que uno le dice a otro: "todos los sacerdotes se burlan de ti, porque confiesas con frecuencia". Pero no es cierto, quien está dispuesto a llevar almas a Dios, lo que desea es ayudarle, a ser cada vez más puro y limpio.

Cuando encontramos un sacerdote, lleno del amor de Dios, nos comprende, porque se identifica con Cristo Jesús, él no se burlará de ti, porque también puede padecer tentaciones como nosotros.

En algún que otro sitio, llegaron a quitar confesionarios, pero viene un sacerdote que ama a Dios con todo su corazón, y vuelve el confesionario, y el sacerdote que espera, la gente se anima y se confiesa, porque
6/09/11 6:48 PM
Gregory
En la JMJ se produjo una verdadera avanzada en la administración del Sacramento de la confesión de encuentro con la Misericordia de Dios Padre.
7/09/11 5:53 PM
Sergio Llata
Me ha encantado este breve artículo. Creo que nos queda mucho para volver a valorar y poner en su sitio a cada uno de los 7 sacramentos. Algunos de ellos están realmente despreciados...

Cada vez me alarmo más cuando la gente no sabe ya ni el número de sacramentos, y no me extraña. Hablamos muy poco de las gracias que Dios a diario nos concede por medio de ellos, y no solo por los que hemos recibido personalmente, sino aquellos que otros reciben. El sacramento del orden de los sacerdotes, el matrimonio de nuestros padres, la confesión y comunión frecuente de tantas y tantas personas. ¿Acaso no son el verdadero fundamento de la comunión de los santos?

Sugiero como lectura esta carta pastoral del Obispo de Santander, clara y sencilla:
http://www.diocesisdesantander.com/documentos/Obispo/D_Vicente_Jimenez/2011/20110221EL_SACRAMENTO_DE_LA_PENITENCIA_Carta_155.pdf
8/09/11 11:07 AM
jorge desde chile
Basta ver el video de la doctora gloria polo, donde muerta estaba alcanzada por un rayo, dandole el mismo Jesus (la historia es muchisimo mas larga) una segunda oportunidad. Ella ve todos sus pecados, todos vivos y acusandola, desde la edad de 13 hacia arriba, ya que fue su ultima confesion.
8/09/11 1:05 PM
Frajo
Bienvenido su bello artículo
8/09/11 4:06 PM
agustín álamo del camino
Algo "misterioso" ciertamente debe tener el sacramento de la confesión, también llamado de la reconciliación o penitencia, pues quien estas líneas escribe, incluso en las etapas de su vida afectadas por una mayúscula inquietud existencial, nunca lo ha preterido, y siempre ha encontrado en él fuente de sosiego espiritual.

Algunos críticos de este sacramento podrán argumentar, me supongo, acaso desde ciertas corrientes de la psicología, que lo que sucede en mí cada vez que me confieso es pura y simplemente un mecanismo de autosatisfacción o autosanación; vamos, que es que yo mismo "me lo creo", me creo que el sacramento opera en mí la gracia, y que por ende no hay nada de lo que tradicionalmente se ha dicho de los sacramentos en la Iglesia católica, a saber, que son un fenémeno de "opera operandis". Pero insisto: incluso cada vez que he sido consciente de que acudo a confesar siempre los mismos errores, una y cientos de veces, la sensación oimpresión espiritual es siempre la misma: me siento perdonado. De ahí que me pregunte en voz alta: ¿Me siento en efecto perdonado porque es DIOS quien me perdona a través del sacerdote, incluso cuando el sacerdote con quien he confesado me ha parecido "torpe, poco sensible, desatinado"...?

De Benedicto XVI he leído: "Confesarse es como limpiar el polvo de una casa: se tiene la impresión, al limpiarlo, de que es el mismo polvo de siempre, siempre el mismo, lo mismo latoso y pertinaz, sólo que 'hay que limpiarlo'".

Salud, paz y bien.
9/09/11 1:28 PM
anonimo
Copio un texto del blog de la Cigüeña, del post Lecturas XXV: Un libro extraordinario"

“El santo (cura de Ars) es famoso, sobre todo, por su entrega al sacramento de la Reconciliación. Y el Papa aprovecha la oportunidad para subrayar algo que no se le escapa a nadie, y es que, en este momento, es necesario con necesidad de vida o muerte restituir a este ministerio la importancia capital que tiene".
10/09/11 3:41 PM
ciudadano
Amenudo se oyen comentarios sobre los problemas actuales de ls iglesia pero, por lo que yo veo, todo se queda en pura teoría. En este caso,dejando claro que estoy totalmente de acuerdo con el contenido del artículo, falta la parte práctica. No solamente es necesario que los sacerdotes estén disponibles para atender a los feligreses, sino también, que en las eucaristia hagan incapié en ello,nos recuerden el significado del sacramento de la reconciliación y, por ende, la necesidad de acudir a él.La nueva evangelización debe de empezar por los católicos que acudimos con asiduedad a la iglesia, porque hay un número elevado de personas que acuden a las eucaristías "porque toca", olvidándose de lo que allí se celebra.
14/09/11 10:22 AM
sylvia caldera de chamorro
Padre Pedro, que Dios lo bendiga por sus escritos. Tiene toda la razon, son ustedes los que deben sentarse primero. Tambien en sus homilias exhortar a la confesion. Por otro lado, los laicos que nos encontramos en una parroquia adonde el parroco no se sienta a confesar, debemos pedirselo.....
10/03/13 12:59 AM

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