El próximo 5 de Febrero a las 5 de la tarde va a haber una manifestación en Madrid. No es la primera vez que voy a una manifestación a favor de las víctimas del terrorismo y desde luego en esta ocasión pienso ir por varios motivos.
En primer lugar porque soy sacerdote. La opción cristiana por los pobres, que nos pide Jesús (Mt 11,5; Lc 7,22) nos indica claramente hacia donde deben ir nuestras simpatías. En la cuestión del terrorismo, no podemos ser neutrales, ni inhibirnos, sino que hemos de tomar partido, porque entre quien pega el tiro en la nuca y quien lo recibe, está claro quien tiene razón. Creo sin embargo que a la pregunta si la Iglesia Católica ha alzado su voz contra el terrorismo, muchos españoles, incluso buenos católicos, contestarían de buena fe que los obispos apenas han hablado ni contra ETA, ni contra el terrorismo. Y sin embargo tengo delante de mí un libro bastante grueso titulado “La Iglesia frente al terrorismo de ETA” de la BAC, publicado el 2001, con declaraciones de la Santa Sede, no olvidemos que Juan Pablo II fue él mismo víctima de un atentado terrorista, de la Conferencia Episcopal y de multitud de obispos.
La condena del terrorismo por la Iglesia Católica es clara y tajante. Entre 1966 y el 2006 nuestros obispos han expresado como tal Conferencia Episcopal su rechazo a ETA en 56 documentos, más otros 20 contra la violencia y el terrorismo. A título individual las condenas son bastantes centenares y puede que superen las mil. Aunque a mí el documento colectivo que más me gusta es el titulado “Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y consecuencias” del 22 de Noviembre del 2002, en el que podemos leer:
“El Magisterio de la Iglesia es unánime al declarar que el terrorismo es intrínsecamente malo, y que, por tanto, no puede ser nunca justificado por ninguna circunstancia ni por ningún resultado”(nº 12). “Nunca puede existir razón moral alguna para el terrorismo. Quien, rechazando la acción terrorista, quisiera servirse del fenómeno terrorista para sus intereses políticos cometería una gravísima inmoralidad”(nº 14). “Tampoco es admisible el silencio sistemático ante el terrorismo. Esto obliga a todos a expresar responsablemente el rechazo y la condena del terrorismo y de cualquier forma de colaboración con quienes lo ejercitan o lo justifican, particularmente a quienes tienen alguna representación pública o ejercen alguna responsabilidad en la sociedad. No se puede ser neutral ante el terrorismo”(nº 15). “Junto con el miedo, el terrorismo busca intencionadamente provocar y hacer crecer el odio para alimentar una espiral de violencia que facilite sus propósitos”(nº 20).
Por tanto según la doctrina de la Iglesia Católica, el terrorismo es intrínsecamente perverso, incompatible con una visión moral de la vida y es una muestra clara de intolerancia y totalitarismo.
Otra razón es porque soy un ciudadano español que paga impuestos. El lema de la manifestación es “No más mentiras, no más treguas trampa”. Si hay algo que me indigna es el pensar que con mis impuestos el Gobierno español está subvencionando a ETA, permitiéndole presentarse a las elecciones municipales y regionales. Después de varias treguas trampa hay que convencer al Gobierno que una nueva presentación de ETA a las urnas es un insulto demasiado grave por el que tendrá que pagar un precio político muy alto si sigue haciéndolo, aunque lo que estamos viendo con el caso Faisán no invita al optimismo.
Voy a Madrid también porque creo que las víctimas necesitan nuestro apoyo de todo tipo. La dignidad de las víctimas exige que se les haga justicia. Pero también me gustaría que no se dejen arrastrar por el odio. Los terroristas han destrozado la vida de mucha gente; han matado a sus esposos, padres, hijos, nietos, porque no se han detenido ni ante la matanza de niños. Pero incluso así, no hay que odiar. El mandamiento de Cristo es el mandamiento del amor y el odio es lo contrario del amor. No concedáis a los terroristas que, encima de haber asesinado a vuestros familiares, les deis la victoria sobre vosotros dejándoos destrozar la vida. Por favor, no odiéis. No seáis como ellos, que sea el amor lo que os impulsa y nunca, como les pasa a ellos, el odio.
P. Pedro Trevijano, sacerdote