Hace unos días, supe que nuestro Presidente del Gobierno ha promovido una Comisión Internacional contra la pena de muerte y ha hecho la siguiente declaración: “el derecho a la vida, el valor de la vida es el principio fundamental de la concepción y del despliegue de los derechos humanos”. Pero no puedo por menos de preguntarme: ¿es nuestro Presidente del Gobierno un defensor de la vida?
Con respecto a la pena de muerte su recorrido es paralelo en la España democrática y en la Iglesia Católica. La Constitución española dice en su artículo 15: “Queda abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempo de guerra”. Por su parte el Catecismo de la Iglesia Católica de 1992 admitía en su número 2266 “en casos de extrema gravedad, el recurso a la pena de muerte” y añadía en el número siguiente algunas consideraciones restrictivas. Son legislaciones parecidas, pero no suficientemente tajantes. Por ello en España se modificó el Código Penal militar, no la Constitución, para que al menos de momento no se pueda aplicar la pena de muerte. También en la Iglesia la insatisfacción provocó en 1999 una nueva redacción sobre el tema del nº 2267, que quedó así: “La enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte, si ésta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas. Pero si los medios incruentos bastan para defender y proteger del agresor la seguridad de las personas, la autoridad se limitará a esos medios, porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona humana. Hoy, en efecto, como consecuencia de las posibilidades que tiene el Estado para reprimir eficazmente el crimen, haciendo inofensivo a aquél que lo ha cometido sin quitarle definitivamente la posibilidad de redimirse, los casos en los que sea absolutamente necesario suprimir al reo, suceden muy rara vez, si es que ya en realidad se dan algunos”. Podemos decir que en este punto hay acuerdo sustancial entre el Sr. Zapatero y la Iglesia.
Pero sí hay discrepancia en casi todo lo demás, especialmente si se trata de seres humanos inocentes. Para un católico “tanto el aborto como el infanticidio son crímenes nefandos”(Concilio Vaticano II GS nº 51 “el absoluto carácter inviolable de la vida humana inocente es una verdad moral explícitamente enseñada en la Sagrada Escritura, mantenida constantemente en la Tradición de la Iglesia y propuesta de forma unánime por su Magisterio” … “la eliminación directa y voluntaria del ser humano inocente es siempre gravemente inmoral” (Encíclica “Evangelium Vitae” de Juan Pablo II, nº 57). “La tolerancia legal del aborto o de la eutanasia no puede de ningún modo invocar el respeto de la conciencia de los demás, precisamente porque la sociedad tiene el derecho y el deber de protegerse de los abusos que se pueden dar en nombre de la conciencia y bajo el pretexto de la libertad” (EV nº 71). “El aborto y la eutanasia son crímenes que ninguna ley humana puede pretender legitimar” (EV nº 73). Ante las leyes que admiten el aborto o la eutanasia “nunca es lícito someterse a ellas, ni darle el sufragio del propio voto” (EV nº 73).
En cambio el Sr. Zapatero ha hecho aprobar una “Ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo” en la que en teoría lo que se pretende es “garantizar y proteger adecuadamente los derechos e intereses en presencia, de la mujer y de la vida prenatal”. Esta protección de la vida prenatal la afirma en cuatro ocasiones, pero queda en nada en cuanto afirma: “se reconoce el derecho a la maternidad libremente decidida”(art. 3.2), fórmula con la que se reconoce al aborto como un derecho.
Pero no es el único campo en el que el señor Zapatero está a favor de la muerte y en contra de la vida. Su gobierno ha estado defendiendo la investigación con células madres embrionales, investigación inmoral por la matanza que supone de los embriones investigados y que, aparte de ser carísima no ha conseguido resultados médicos, mientras que la investigación con células madres adultas es mucho más barata, no presenta problemas morales y está consiguiendo notables resultados médicos. En cuanto al caso de los bebés medicamento cada uno de estos bebés supone la muerte de cincuenta embriones, y hoy hay otra técnica más efectiva y totalmente lícita, gracias al cordón umbilical.
No nos olvidemos tampoco de su homenaje al más conocido genocida de la guerra civil, ni que haya condecorado al ministro marroquí que ordenó la invasión de la isla de Perejil, lo que desde luego es muy fuerte, o sus frases de elogio a los terroristas de ETA y todo parece indicar que sigue dispuesto a continuar subvencionando a los terroristas, permitiéndoles seguir en las instituciones, eso sí con el apoyo de otro Partido, los separatistas del PNV, también defensores del aborto.
Por todo ello no me parece que entre los méritos de Rodríguez Zapatero, esté su defensa de la vida humana.
Pedro Trevijano, sacerdote