El 7 de febrero de 2009, el presidente Evo Morales proclamó “el nacimiento de la república del socialismo comunitario y antiimperialista”, promulgando la Nueva Constitución Política del Estado (NCP).
La NCP garantiza la libertad de cada ciudadano boliviano de optar por el credo religioso de su preferencia o por ninguno. Precisamente, el papel del Estado consiste en garantizar el ejercicio de la libertad religiosa por parte de los ciudadanos, como lo reconoce la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La NCP en su artículo 4 declara:
“El Estado respeta y garantiza la libertad de religión y de creencias espirituales, de acuerdo con sus cosmovisiones. El Estado es independiente de la religión”, articulado que resulta contradictorio con lo establecido en el Art. 98, Inc. II del mismo texto que dice: “El Estado asumirá como fortaleza la existencia de culturas indígena originario campesinas, depositarias de (…) espiritualidades y cosmovisiones”. Expresión constitucional que podría interpretarse como que el Estado asume las espiritualidades indígena originario campesinas.
No obstante la ambigüedad del texto, la NCP reconoce el principio de laicidad, comprendiéndose éste, como el mutuo respeto entre las diferentes religiones y el Estado, que tenga como base la autonomía de cada una de las partes.
La Iglesia Católica, por su parte reconoce el derecho a la libertad religiosa. Siguiendo el precepto evangélico de “Dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”, la Iglesia Católica sustentó y sustenta que, si bien, entre la Iglesia y el Estado debe haber una recíproca colaboración, la Iglesia no puede estar sometida a poder temporal alguno. Es asimismo obvio, que se necesita una independencia del Estado de cualquier influencia religiosa. Para ambas realidades, la separación Iglesia-Estado es imprescindible.
No obstante la situación constitucional de Estado laico, en enero 2010 el Señor Presidente Evo Morales, precedió su juramento constitucional con un espectacular despliegue de rituales “cosmovisionistas” alusivos a la Pachamama (Madre Tierra), el dios Inti, los achachilas y a todas esas deidades de la religión natural prehispánica, celebraciones dirigidas por los “amautas” andinos, así como se había verificado en 2006.
La “Carta de la Tierra” y la “Declaración universal del bien común de la madre tierra y de la humanidad”, presentada esta última, en la “Primera Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Derechos de la Madre Tierra”, realizada en Cochabamba el pasado mes de abril, no han tenido ni tienen otro fin que alentar todos los paganismos resucitados, muy particularmente a partir de 1992, a implantar una “Iglesia ecuménica mundial”, al servicio de un “Nuevo orden mundial”, (democracia sociocósmica en expresión del ex presbítero Leonardo Boff), o dicho en otras palabras un “socialismo espiritual”, mediante un sistemático y maligno proyecto de regreso, como se ha dicho ya, a la idolatría y el paganismo.
¿Acaso no lo afirman las delirantes declaraciones de Leonardo Boff?:
“Cuanto más diversidad mejor. Lo mismo con las culturas. Cuanto más expresiones religiosas, más facetas de Dios. Que se manifiesta de mil maneras”; (…) “todos somos hermanos y hermanas a raíz de eso. Nosotros lo sabemos por bagaje científico, San Francisco lo sabía. Lo mismo un gusano que un chimpancé que nosotros. Todos hermanos o primos hermanos. Tal vez el chimpancé tiene escondidos los 2 genes que lo diferencian del ser humano, tal vez es el futuro del humano”.
Germán Mazuelo-Leytón, Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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